Casa De Lope De Vega
dudualdo3 de Diciembre de 2013
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Hablar acerca de la casa de Lope, y sobre todo, vivirla y experimentarla, supone a más de uno un viaje al pasado. Un pasado con itinerario, plagado de anécdotas, que a pesar de su nimiedad, conceden un conocimiento valioso al que desee prestar atención. Esa atención que no es perceptible en los libros de historia, pero que su carácter cotidiano hace incluso más llamativo el aprendizaje de una época determinada. Aunque a primera vista la introducción de este comentario parezca al lector de cierta tendencia literaria, no ha de olvidar que en él se ha procurado no centrarse exclusivamente en los datos precisos que conciernen a la casa en sí misma, sino de hacer un ejercicio de analogía histórica y social acerca de la situación del momento. Así, dicha analogía se verá repartida a lo largo de cada párrafo, coincidiendo cada tema a desarrollar con las distintas estancias de la morada del ilustre humanista español, siendo así una suerte de guía didáctica.
Antes de comenzar, es necesario mostrar algunos datos acerca de ella. Baste decir que la denominada Casa Museo de Lope de Vega surge como un proceso de restauración por parte de la Real Academia Española en 1929. Fue localizada e identificada dos siglos antes por el historiador y biógrafo Álvarez Baena en 1751. Más tarde, en 1862, el cronista Mesonero Romanos emplearía los datos recogidos para documentar la historia de la vivienda, acrecentando el interés por el literato y su vida.
La casa de Lope de Vega se localiza actualmente en la calle de Cervantes (antiguamente recibía el nombre de Francos), en el denominado barrio de las Letras de Madrid. Si nos retrotraemos a la época, el paisaje que nos encontraríamos seria seriamente diferente. La casa estaría ubicada en las afueras de Madrid, entre huertas y compartiendo vecindad con otros célebres escritores de su tiempo, como Cervantes o Quevedo.
La vivienda presenta una estructura de dos plantas con un jardín. Ya con esta manifestación nos hacemos una idea del poder monetario del dramaturgo. Por aquella época, Lope estaría inscrito en la categoría social de dramaturgo. No hay que olvidar que nos encontramos en los Siglos de Oro españoles, en el que todos los ámbitos relacionados con las Humanidades cobraron importancia tanto en la jerarquía eclesiástica como la política. Lope fue otorgado con honores del rey y del papa, siendo una especie de mecenazgo literario, por no hablar de su servicio al fenómenos social del momento, el teatro. Así, el anhelo que podía acarrear al dramaturgo a concebir sus propias obras era realmente un trueque, un cambio necesario para conseguir el status de protegido de un señor, obteniendo favores en especias, rentas, cargos y puestos en la corte. Buena fe da de ello, el huerto, la sala de estudio, el comedor con su mobiliario y la habitación de huéspedes. Especial mención a la última, donde hay que aclarar un hecho específico. En la época existía una ley vigente por la cual se exigía que toda morada que contase con dos plantas debiera tener una habitación para alojar huéspedes, siendo necesario sustentarlos y acomodarlos el tiempo que necesiten en su travesía. En el caso de Lope, la anécdota más significativa fue la del capitán Contreras, espadachín que se acomodó en ella durante ocho meses y trabó amistad con el dramaturgo (serviría de inspiración a Arturo Pérez Reverte para el capitán Alatriste).
Nuestro recorrido se centra ahora en las habitaciones, sala de estar, cocina y buhardilla. Las camas, de tamaño reducido, la disposición del estrado al estilo oriental, la utilización de la alcoba como almacén de grano ya nos da pistas significativas de la alimentación y el estilo de vida de las personas del momento. La población de España del siglo XVII era realmente escasa, llegando raramente en su totalidad a los ocho millones. Esta recesión demográfica tiene explicación en diversos factores: La guerra,
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