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Comunidad antigua del Cercano Oriente

Ezequieldm1986Informe15 de Noviembre de 2020

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  1. Interprete las siguientes fuentes y fundamente según la bibliografía que considere pertinente, ubicándolas en su contexto histórico:

El árbol de la arquitectura; Las ruinas de Luxor desde el sudoeste; la Geografía de Sargón.

  1.   Caracterice la comunidad antigua del Cercano Oriente e interprete y relacione las fuentes, fundamentando con la bibliografía que considere adecuada:  
  1. Leyes heteas nº 189
  2. Código de Hammurabi, arts. 154 a 158:
  3. Código de Eshnunna, 27-28,
  4.  Leyes heteas, nº 197,
  5. Deuteronomio 25, 5-10:
  6. ARM VIII, 11 (Comunidad tribal y cesión inmobiliaria)
  7. I Reyes 21 (La viña de Nabot)

Normas de presentación

Letra Times New Roman tipo 12, interlineado 1,5

Citas bibliográficas numeradas a pie de página en tipo 10

Hasta 8 carillas de extensión

Fecha de entrega: martes 20 de octubre, a los correos de los respectivos docentes de prácticos.

                 

  1. Interprete las siguientes fuentes y fundamente según la bibliografía que considere pertinente, ubicándolas en su contexto histórico:
  1. El árbol de la arquitectura es una imagen del libro La Historia de la Arquitectura de Banister Fletcher, de finales del Siglo XIX, en donde se puede apreciar los edificios más importantes de la historia. A lo que hay que prestar atención sobre esta fuente, es al origen de la civilización retratado como nacido directamente de la naturaleza. Esta imagen está compuesta por distintos elementos; el tronco (estructura que viene directa de la parte más fuerte del tronco, que son las raíces) que posee una secuencia de arquitectura griega, romana, del medioevo, y en la parte más alta, en la copa, el “progreso” de hoy en día que representa al capitalismo en representación de los Estados Unidos, ese heredero de la civilización occidental. A sus costados, en sus ramas se pueden ver distintos edificios, pero más débiles. Si estos últimos no existiesen, la base de hoy en día no sufriría modificaciones, ya que no son considerados parte de esa civilización Occidental.

“No es casualidad que se haya generalizado la costumbre de usar al antiguo Oriente como una de las secuencias privilegiadas que constituyen una especie de eje de la historia universal desde una visión eurocéntrica.”[1]

El árbol expresa una visión de la evolución de la sociedad; del mundo griego al romano, pasando por la Edad Media y llegando al presente (al capitalismo, la sociedad postiluminista, la moderna, burguesa, occidental, al desarrollo más importante). Es una imagen de la concepción eurocéntrica, evolucionista, lineal y teleológica del desarrollo de la humanidad, vista desde una perspectiva occidental que impone esa perspectiva europea sobre Oriente en gran parte del Siglo XIX y del Siglo XX. “Implica la marginación de otras experiencias históricas, que quedan afuera y se consideran irrelevantes, sin evolución posible”[2].

  1. Las Ruinas de Luxor del Sudeste, es una pintura realizada por el artista británico David Roberts en 1838. El artista tenía una mirada Orientalista de ese Siglo, tal como se observa en la obra, y que desarrollaré su justificación a continuación. Es una construcción moderna estereotipada y generalizada del antiguo Oriente. La obra muestra en el fondo de la imagen, a las ruinas como pasado de gloria de Oriente, y en un primer plano retrata a un hombre que se encuentra acostado y que podríamos relacionar con la visión europea del “otro”; que no tiene pensado avanzar, que no quiere evolucionar, no busca un progreso y es un individuo totalmente inerte. Según Edward Said, el estereotipo europeo del “otro” es la vertiente despreciativa, una visión etnocéntrica a la cultura antigua.

Analizando la obra de Roberts, identifico un deslumbramiento por las ruinas del pasado, en contraposición a un presente que deja que desear y que necesita de una participación occidental para avanzar. Europa intentó “corregir” este presente manifestando que, para realizar este escenario, hacerlos progresar y “civilizarlos” se debía primero colonizarlos. Es una imagen del orientalismo, que no tiene historia y es atemporal. Es el típico discurso dado por el Occidente acerca del Oriente, aquel discurso del “proceso de construcción del Otro”.

“Mientras los escritores pueden ocultar sus actitudes mentales detrás de una descripción impersonal, los artistas plásticos se ven obligados por el medio que utilizan a asumir una postura clara, representando a los individuos de otras cultas o bien iguales o distintos a ellos”[3]. En esta cita, Burke sostiene que los artistas plásticos de la época debieron representar a los individuos mesopotámicos como seres exóticos, al punto de convertirlos en monstruos y continúa “cuando se produce un encuentro entre culturas distintas, lo más probable es que las imágenes que una hace que el otro sean estereotipadas”[4]. “Las pinturas occidentales sobre Oriente Medio se centran en el sexo, crueldad, ociosidad y el “lujo oriental”[5].

El Occidente conoció y se acercó a la historia del antiguo oriente en el Siglo XIX a través de los textos bíblicos. Liverani (1995), en su texto, se pronuncia de la siguiente forma acerca del Antiguo Testamento y del antiguo Oriente: el propio descubrimiento arqueológico del antiguo Oriente fue, en principio, un intento de recuperar datos e imágenes del llamado “ambiente histórico” del Antiguo Testamento. Estos descubrimientos se promulgaron con el fin de demostrar la veracidad sustancial del texto sagrado (“la Biblia tenía razón”). Y, de hecho, en la región las mayorías de las investigaciones arqueológicas que en el pasado se realizaron estuvieron motivadas por su importancia para exégesis del Antiguo Testamento, y fue gracias a este que contaron con financiación y propaganda. Las investigaciones no eran imparciales, es decir no les daba igual el resultado, ya que podían confirmar o echar a tierra los propios fundamentos de su visión del mundo (pág. 20). Repasando las escrituras hay una manera de verlo con muchos arquetipos: “la creación inicial, el papel de la humanidad en la naturaleza, la relación a la humanidad desde la divinidad, las catástrofes primordiales el Diluvio, la naturaleza e influencia de un tipo específico de liderazgo heroico y carismático, la realeza y la construcción del imperio, la naturaleza y estructura de la vida urbana, y conceptos de arquitectura monumental”[6].

El procedimiento utilizado por Occidente para definir a Oriente ha ido en paralelo a la labor de dominación y de conquista. La visión que se tiene del Oriente es el resultado de varios siglos de estrategia imperial, apoyada en interpretar al “otro”, de dominarlo, etiquetarlo y clasificarlo como prueba de inferioridad que no se ha de cuestionar. El dominio “del primer mundo” se llevó a cabo a través del control de la historia, de las tradiciones, y para la protección de sus intereses en el Siglo XVIII y XIX.

Se presentan dos mundos, dos estilos de culturas, en donde lo occidental es racional, pacifico, liberal, lógicamente capaz de mantener valores, y por el contrario se presenta al Oriente como aquel que no posee ninguna de esas cualidades.

  1. La Geografía de Sargón es una “inscripción real, redactada por voluntad del Rey y explícitamente destinada a perpetuar su memoria”[7] del texto asirio del tercer milenio a.c. y que relata las conquistas de Sargón de Akkad. Existe una visión de esta composición, debido a las fechas (y por los lugares nombrados que son de sociedades anteriores a lo que se data la fuente), que sostiene que podría tratarse de “una copia de la copia” redactada a lo largo de los años hasta llegar al año 700 a.c, (fecha de la fuente analizada), año aproximado de cuando el Rey asirio se otorga el nombre de Sargón II.

Sargón de Akkad fue el fundador del reino acadio. Es mencionado como un rey que no poseía rivales, que administraba desde el Mar Superior (Mar Mediterráneo) al Mar inferior (Golfo Pérsico), como así también al este de la Mesopotamia; todos lugares conquistados por este “Soberano”.

“El concepto de frontera tiene caracteres histórico-culturales, mas que una imagen de la realidad. La zona fronteriza es la marginal y terminal de un núcleo cultural determinado, al otro lado de la cual esta la nada, el vacío, o bien radicalmente distinto, el territorio apetecible para la exploración de materias primas mediante el intercambio desigual, hasta llegar a formas de conquista militar y expansión imperial”[8], Liverani (1995).

La geografía muestra “la totalidad de la tierra debajo del cielo” según el Imperio, es una evidencia de lo conocido -el Mundo conocido- de las ubicaciones terrestres de esos días. Es una diagramación de los lugares que los acadios reconocían como tierras suyas y de lo que podía haber más allá de sus líneas limítrofes. Poseía indicios de civilización, mostradas a través de sus técnicas de cultivos y en donde se nombraban los pasajes para la figuración de zonas en donde no se poseían indicios de estas manualidades, así como de productos de estos derivados.

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