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Concepción Mariño


Enviado por   •  14 de Agosto de 2014  •  Ensayos  •  2.120 Palabras (9 Páginas)  •  523 Visitas

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Nace en el Valle del Espíritu Santo (Edo. Nueva Esparta) en 1790

Muere en Chacachacare (Edo. Sucre) en 1854

Concepción Mariño

Ilustración realizada por Francisco Maduro.

Concepción Mariño pertenece a ese grupo de heroínas venezolanas tales como Eulalia Ramos Sánchez de Chamberlain, Josefa Camejo, y Luisa Cáceres de Arismendi; las cuales tuvieron una importante participación en nuestra gesta de emancipación. En su caso, tenemos que Concepción contribuyó decisivamente a organizar la expedición de Chacachacare, que al mando de su hermano Santiago Mariño libertó al oriente de Venezuela de las fuerzas realistas en 1813. Fueron sus padres Santiago Mariño de Acuña, español establecido en Venezuela y Atanasia Carige Fitzgerald, irlandesa, quienes contrajeron nupcias hacia 1787 en las isla de Margarita. El matrimonio Mariño Carige poseía haciendas en la isla de Trinidad y en la región oriental de Venezuela, entre ellas una en el islote de Chacachacare y otra en la zona continental de Amacuro.

Concepción Mariño al igual que su hermano fue educada en una familia contraria a las tiranías y autocracias, y partidaria de las ideas liberales, lo fue una influencia decisiva en la participación de los Mariño en las luchas de independencia. Por otra parte, Concepción se distinguió por ser una mujer muy refinada y de excelente cultura. Contrajo matrimonio con José María Sanda de cuya unión nacieron 5 hijos. Establecida la familia Sanda Mariño en la región oriental de Paria y en el islote de Chacachacare, acumuló considerable bienes en tierras y propiedades. Luego de la pérdida de la Primera República a mediados de 1812, entre los patriotas de oriente que reiniciaron desde el exilio la lucha por la independencia, tuvo un papel fundamental la familia Mariño. Concepción a partir de este momento se convirtió en una mujer tenaz, de gran temple y que arriesgó todo colaborando con su hermano y otros patriotas. Por tal motivo, su hacienda de Chacachacare se convirtió en el sitio de reunión de los republicanos. Asimismo, su compromiso a favor de la causa independentista la llevó a introducir armas de contrabando desde Trinidad hasta Tierra Firme, lo que le ocasionó un juicio bajo la Ley Marcial de las autoridades inglesas y el decomiso de los bienes de su hermano, aunque ella fue respetada. El Acta de Chacachacare, suscrita por Santiago Mariño, Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y Manuel Valdés el 2 de enero de 1813, con la cual se inició la campaña libertadora del oriente venezolano, fue redactada y firmada en la hacienda de Concepción Mariño, a quien se menciona en dicha Acta como "Magnánima Señora". Durante el transcurso de la guerra continuó solidaria con la causa de la República. En tal sentido, en 1821 con buques de su propiedad, condujo desde Jamaica armas para el Ejército Libertador, cuyo jefe de Estado Mayor era entonces su hermano Santiago. Cuando éste falleció en 1854, ella vivía todavía y residía en su hacienda de Chacachacare.

Manuela Sáenz

(Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada Manuelita Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1859) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil, las batallas de Pichincha y Ayacucho, el conflicto entre el Libertador y Santander, la rebelión de Córdova y la disolución de la Gran Colombia. A la muerte de Bolívar fue desterrada a Perú.

Manuela Sáenz

No ha sido fácil para la historia de la América independentista incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de heroína.

Nació en 1795 en Quito, ciudad por entonces de aires afrancesados, en la que los grandes salones que acogían a la aristocracia marchaban al ritmo de una concepción laxa de la moral y de las distracciones entre criollos y españoles, que pronto se convertirían en una sangrienta guerra entre patriotas y realistas. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, bella mujer hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomaría partido por los rebeldes.

Desde muy joven entró en contacto con una serie de acontecimientos que animarían su interés por la política. En 1809 la aristocracia criolla ya se hallaba conspirando contra el poder de los hispanos, y a partir de entonces comenzaron a sucederse un conjunto de revueltas sangrientas. Quizá las circunstancias familiares llevaron a Manuela a optar por los revolucionarios: presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se maravillaba de las hazañas de doña Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.

Por causa de las propias revueltas, sin embargo, se ausentó de la ciudad para refugiarse junto a su madre en la hacienda de Catahuango. Allí se convirtió en una excelente amazona, mientras su madre le enseñaba a comportarse en sociedad y a manejar las artes del buen vestir, el bordado y la repostería. Tiempo después ambas regresaron a Quito, y la madre decidió internarla en el convento de monjas de Santa Catalina; tenía entonces diecisiete años.

La fascinación de Manuela por la vida pública y su ímpetu rebelde la harían abandonar prontamente la clausura del convento. Aprendió a leer y a escribir, virtudes éstas que le permitieron iniciar una relación epistolar con su futuro amante: Fausto Delhuyar, un coronel del ejército del rey. Con él se fugó para descubrir más tarde el infortunio de su infertilidad, y la desgracia de estar al lado de un charlatán. Las habladurías

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