Contribución de indígenas

CONTRIBUCIÓN DE INDÍGENAS

Estando en Ayacucho, Castilla dio el primer paso trascendental: decretó la abolición del tributo indígena (5 de julio de 1854). Eliminar el tributo indígena implicaba privar al Estado peruano de un ingreso fiscal que, en el momento, debido al apogeo del guano, parecía ínfimo y prescindible. La colonia impuso al indígena el tributo o contribución personal de nuestros tiempos. Estaban obligados los mayores de 18 de años y menores de 50. No se hizo innovación sobre esto en la época republicana. Proclamada la independencia el Protector San Martín abolió el tributo, pero solo en nombre; el mismo gravamen subsistió con la denominación de contribución de indígenas con la tasa de 1820, rebajándose 1 peso. A la vez se estableció la contribución de castas que debían abonar todos los peruanos de 18 a 55 años de edad, excepto los indígenas, a razón de cinco pesos anuales. Por decreto de La Fuente, jefe provisorio de la República, se aumentó, desde el 9 de julio de 1829, en un peso la contribución indígena, y por otro de 18 del mismo mes y año se suprimió la contribución de castas. De un total de tres millones seiscientos mil pesos que producían las contribuciones directas, en general (cifras de la cuenta de 1829), los indígenas contribuían con más de un millón doscientos cincuenta mil pesos. La cobranza hallábase a cargo de los subprefectos y gobernadores, que reemplazaban así a los antiguos corregidores y subdelegados. Los sueldos de aquellos funcionarios salían de la contribución. Surgió la revolución de 1854 y con ella los liberales de la escuela de los Gálvez, Ureta, etc. iniciaron con Castilla la obra de reparar las injusticias y desigualdades incompatibles con un régimen verdaderamente democrático y republicano. Todavía en el curso de la campaña contra Echenique; se ejecutó por decreto del 5 de julio de 1854, fechado en Ayacucho, la suspensión de la contribución de indígenas, vulgo tributo:

Considera la expresada disposición dictatorial:

Que la independencia conquistada con tantos sacrificios, es un vano nombre para la mayoría de los peruanos que viven en la más dura esclavitud y el más completo envilecimiento. Que la causa primordial de este fenómeno deplorable y que tantos daños causa a la República, es la

contribución de indígenas, rechazada por la Política y la Economía, como impuesto, y destructora de todo género de progreso. Que la Providencia ha salvado con el recurso extraordinario del Guano el déficit de las rentas, único y vergonzoso refugio inventado para sostener la captación como una de las entradas comunes del Erario. Que emancipada la raza indígena del humillante tributo impuesto sobre su cabeza hace tres y medio siglos, y elevada por el natural efecto de la civilización, el Perú ganaría una población numerosa y productora, que indudablemente le ofrecería una contribución más rica y no bañada en las lágrimas y la sangre del contribuyente. Que la regeneración política, proclamada por los pueblos para corregir los abusos monstruosos de la administración del general Echenique, tiene por fin esencial de hacer prácticos os derechos de libertad, igualdad y propiedad escritos en la Constitución de la República, y de hacer en adelante imposibles las dictaduras deshonrosas fundadas sobre el envilecimiento de las masas.

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