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Cultura Indigena

jodwae2 de Diciembre de 2011

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Como hemos conocido desde nuestros inicios en la vida, hemos conocido patrones y elementos culturales propios de la cultura indígena panameña, que sobreviven hoy día. Igualmente, dentro de la dinámica étnica, la herencia mantenida por el sustratum indígena desde el momento crucial de la conquista hasta el presente. Me refiero al tema de lo que pudiéramos llamar el legado o el aporte al folklore que han brindado los grupos indígenas a la cultura nacional o panameña. Una vista de a nuestra historia, evidencia la pluralidad de influencias culturales que se fueron sobreponiendo como estratos, una sobre otra, a lo largo de nuestro devenir histórico.

Influencias indígenas en la cultura material

Es en las tecnologías de la subsistencia, tales como la agricultura, donde puede observarse claramente la impronta aborigen como legado cultural. Es comprensible, a la luz de la realidad ecológica, la aversión por parte de los conquistadores hacia tales técnicas y la pervivencia de las mismas hoy día. El arado tradicional europeo, por ejemplo, no encontró aplicación en un medio de selva, de alta precipitación fluvial los nueve meses del año y donde la vegetación secundaria rápidamente invade los campos deforestados por el hombre. Un régimen de estaciones que lejos de parecerse a las cuatro vigente en los países de clima templado, se definían mas que todo por el régimen de lluvias desconcertantes a los españoles, quienes no atinaron mas que a aplicarle a la época mas húmeda el apelativo de "invierno" y a la mas seca, el de "verano".

Pascual de Anda Goya nos dejo en el siglo XVI una interpretación muy europea de nuestras condiciones climáticas:

"En todas estas provincias desde Nicaragua hasta el Darién no defiere media hora el día de la noche en todo el año, y el verano hace todo en un tiempo que comienza desde entrante diciembre hasta entrante mayo: en todo ese tiempo corren los vientos norte y nordeste, y no llueve y hace mas fresco que en invierno, y la gente esta sana que no adolecen sino por maravilla comienza el invierno desde principio de mayo hasta el fin de noviembre , y en el mes de septiembre y agosto hace muchas aguas mas que en los otros meses: hace calor, bochornos, caen rayos y truenos: en ese tiempo adolece la gente; corre en todo el sudeste, que si no es que algún aguacero traiga otro, ciento que en pasándose vuelve el tiempo al sudoeste.

Al español, que utilizo la mano de obra aborigen, le fue más fácil adoptar la tecnología que ellos aplicaban e incluso los productos de la tierra, que ponerse él a hacer ese trabajo o tratar de imponer una técnica que claramente no se adaptaría al medio ambiente. Sus productos europeos, por limitaciones climáticas, no podían darse en nuestro trópico, en su mayoría. La agricultura de roza, con el uso de la tradicional coa se impuso permanentemente. Leer la descripción que hace Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés sobre las prácticas agrícolas indígenas equivale a observar al campesino panameño que todavía hoy no ha adoptado las tecnologías mecanizadas.

En las descripciones de la vida rural panameña vemos la persistencia preferencial de la coa, a nivel de agricultura familiar o comunal. La "familia Martínez" creación didáctica del educador panameño José Daniel Crespo, en su libro Geografía de Panamá y por medio de la cual explica la vida campesina panameña en el primer cuarto de este siglo, nos ofrece un interesante venero de información de donde pueden sustraerse datos sobre tecnologías tradicionales, creencias vernáculares, etc. Refiriéndose a los métodos de cultivo, destaca así la preferencia por la coa: "Don Julián no cuenta con otros instrumentos para hacer su trabajo que el machete que le sirve para todo: para talar, para desyerbar, etc. El hacha, que usa para derribar los árboles grandes; y la coa, que empleaba para hacer huecos, aunque a veces lo que usa para sembrar es un palo puntiagudo. Don Julián no conoce el arado. "ni falta que hace", dice cuando Andrés le habla de él.

En lo tocante a productos agrícolas, el legado a sido amplio y rico. El maíz, en su amplia variación de aplicaciones culinarias fue el cereal por excelencia hasta la introducción del arroz. En las zonas rurales la superioridad del maíz, por su utilidad, sobre el arroz, se observa en su omnipresencia culinaria y en su amplísima diversificación. Así vemos que es una bebida, es una comida sólida y semisólida, es un postre, es una mazamorra, es un alimento capaz de ser transportado ya procesado dentro de sus propios capullos, o bien convertido en consistencia mas blanda, dentro de hojas de platanillo o de helicona. La yuca, el camote, la papa, el otoe siguen presente en la dieta tradicional. La fruticultura perpetúa el consumo del precolombino aguacate, el mamey, la piña y la guanábana, entre otros. El coco deslindado hoy, ala luz de la etnobotanica, los problemas de su preexistencia en la América precolombina, es otro ejemplo del persistente uso de productos agrícolas indígenas. El pixbae, la fruta de valor proteico, lo mismo que la papaya persisten como una fruta o alimento preferencial. Las variedades nativas de frijoles, tomate y el ají se constituyen en plato de consumo diario o de sazón obligada. El caco y el maní aunque de uso esporádico, o bien ya mediante el procesamiento industrial no han perdido terreno. En algunos casos se ha producido interesante ejemplo de lo que pudiéramos llamar "sincretismo culinario". Los desguatados "TAMALES" de puerco o gallina son uno de ellos.

El grano aborigen por excelencia, el maíz, en forma de masa se acopla a dos productos de corral introducidos por los europeos -el cerdo de castilla y la gallina- pero adobados con sazón indígena de tomate, ají y hierbas aromáticas nuestras. El arroz producto foráneo, se mezcla con los frijoles nativos, en un plato diario en la mesa panameña.

El "CHICHEME" bebida de gran valor nutritivo combina el maíz con la leche de vaca y el azúcar de caña, estos dos últimos de aportación europea.

En la obtención de la proteína de origen animal, encontramos también la impronta autóctona. La pesca artesanal en Panamá guarda aún reminiscencia aborigen. Las canastas de cono invertido a nasas, los arpones dentados y toda la técnica asociada a la pesca de la tortuga y de peces de gran tamaño pertenecen a la tradición aborigen.

En la cacería, si bien el arma de fuego ha casi borrado toda traza cinegética aborigen, su huella aún persiste en el "ojeo" de animales en los campos o "sembrados" o bien en abrevaderos naturales; las trampas para aves y pequeños mamíferos son también del mismo origen. La abundante proteína animal procedente de la cacería y de la semidomesticación o cautividad de mamíferos (macho de monte y sainos en edad infantil, como también aves) fue reemplazada por la ventajosa practica de la domesticación de grandes reses y aves de corral.

En su insuperable adaptación y dominio del hábitat tropical, nuestros grupos indígenas transmitieron aún hasta hoy, sistemas efectivo de subsistencia que no tienden a arrasar sino a conservar su naturaleza. En las tecnologías asociadas a los alimentos, en relación en su acarreo, envase, procesamiento, etc., también se ubica un buen legado cultural indígena. La cestería y sus derivados estilos configuran el clásico medio de acarreo de la producción: las "jabas" y los "motetes".

La alfarería, hoy a un nivel artesanal agonizante, puede observarse en técnica primitiva que excluye el uso del trono europeo, en algunas comunidades de Coclé, Azuero y Panamá Occidental.

El trabajo de la madera asociado a los alimentos, aportó las "bateas" o grandes platos de madera, morteros, como también sus "manos" machacadores, etc.

La "calabaza" o "totuma" constituye todavía un atractivo elemento para aplicación artesanal, trabajada como es por los campesinos para confeccionar tazas, cucharas y recipientes diversos. Todavía la piedra de moler se encuentra en alguna remota casa campesina, testimonio del antiguo y otro omnipresente "Metate".

En la vivienda rural, que ofrece en realidad una amplia variedad de estilo, puede observarse aún la el uso de techado de hojas de palma, tramado sobre un emparrillado hecho con cañas. Las paredes de adobe, con su enrejado interior de caña, plantean un problema sobre su origen. En ninguna crónica del siglo XVI, plena conquista, encontramos alusión a esta tecnología; se mencionan únicamente, las paredes de caña, incluso recubiertas con un tejido estrecho a modo de esterillas. Algunos elementos arquitectónicos de la vivienda, como los llamados "jorones", al cual se accede por una escalera monóxilo, son de origen indígena. Todavía hoy puede vérselas en la vivienda Kuna y guaimí. El uso de plataforma colgante del enrejado del techo que utilizaban para guardar alimentos o pertenencias, son igualmente parte de la tradición autóctona (zarzos o talanqueras).

En el mobiliario la hamaca ha persistido inalterable en su adaptación insuperable al clima tropical. Su uso se mantiene preferencialmente para el descanso diurno. Los bancos bajos próximos a la tierra, son de origen indígena también y se usan aun para el descanso y la conversación, entre los campesinos, dejándose las sillas altas y mesas para la visita formal y las comidas. También la tela de corteza, de tan difundido uso en los grupos indígenas actuales, se utiliza aun entre lo campesinos de la llamada

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