Crisis Financiera 2008
gustavorivasvar28 de Agosto de 2012
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1.1. INTRODUCCION
En estos días estamos asistiendo a la profundización de una enorme crisis financiera, con epicentro en EEUU pero con consecuencias en todo el mundo. En realidad esta crisis comenzó a mostrarse hace un año, pero ya se venía generando durante el 2006, y sus raíces son aún anteriores. Y bien podríamos decir que la “tierra fértil” para el desarrollo de tales raíces, se ha venido arando desde hace décadas.
En el año 2000, cuando publicamos “Economía Mixta“, dedicamos unos párrafos a lo que entonces denominamos “la trampa del crédito“, como ese fenómeno por el cual se incentiva a las personas a anticipar el consumo mediante el endeudamiento. En un primer momento el nivel de consumo se incrementa (porque las personas gastan el equivalente a lo que ganan, más el equivalente a lo que se endeudan), y en un segundo momento su consumo baja porque los endeudados deben restringir sus gastos regulares, para generar un ahorro que les permita pagar lo que deben, más los intereses incorporados, que en el caso de créditos a largo plazo, pueden llegar a duplicar el valor de lo adquirido. Eso por una parte genera una transferencia de ingresos desde la economía productiva hacia la banca, y por otra parte genera ciclos de sucesivas expansiones y contracciones en la economía. Porque si bien cuando se expande el crédito, el mayor consumo genera un crecimiento de la economía real, y entonces la gente aumenta sus ingresos y se posiciona mejor para afrontar sus gastos y sus deudas, este ritmo de crecimiento real siempre es menor a la expansión del crédito, y se generan las famosas “burbujas”, que indefectiblemente estallan.
Cuando hablamos de estos temas en “Economía Mixta“, también hicimos mención al nivel de endeudamiento que ya entonces tenía la sociedad de EEUU, y mencionamos que en algún momento eso iba a estallar. Todo indica que ese momento se aproxima. No es nada fácil estimar los tiempos de estas cosas; cuando en 1998 anticipamos la caída de la convertibilidad en Argentina, podíamos realizar el análisis sobre una economía mucho más pequeña, más simple, y acotada a un solo país. La economía de EEUU en cambio, además de ser enormemente mayor y más compleja, ha tenido la posibilidad de “exportar” sus problemas, y habría que disponer de una cantidad descomunal de información a nivel mundial, para poder efectuar pronósticos más precisos. Pero no cabían dudas de que la tendencia era hacia una crisis cada vez más profunda.
Antes de referirnos al detonante de la crisis actual, hay que entender cómo funciona la sociedad en EEUU con respecto al crédito, el consumo y la inversión especulativa. En ese país existe una cultura muy arraigada con respecto a endeudarse para trepar en el escalafón social (medido por el consumo). Y en aquellos que tienen capacidad de ahorro, existe una cultura muy difundida de invertir en acciones, fondos de inversión, y toda una serie de complejos instrumentos financieros, que aquí para el común de la gente ni se entiende de que se trata. En EEUU la mayor parte de la población se endeuda para comprar artefactos del hogar, autos y casas; y cuando los termina de pagar vuelve a endeudarse para renovarlos. Los estudiantes universitarios se endeudan para pagar sus estudios y luego van pagando sus créditos cuando se reciben. Es una sociedad endeudada, al punto tal que en la actualidad, el nivel de endeudamiento medio de los hogares representa el 120 % de sus ingresos anuales; o sea que en promedio, si los ciudadanos estadounidenses pudieran estar un año sin gastar un dólar, ni siquiera para comer, de todos modos deberían trabajar todo ese año y unos meses más para pagar lo que deben. Y el 75 % de ese endeudamiento corresponde a deudas hipotecarias, detonante de la actual crisis. Pero ese nivel de endeudamiento de los ciudadanos de EEUU, no es solamente interno (entre ellos), sino que se viene financiando también con el enorme déficit que tiene ese país tanto en la balanza comercial, como en su balanza de pagos, ya que es el gobierno más endeudado del planeta. Entre China y Japón acumulan títulos de la deuda de EEUU por valor de casi 2 billones de dólares, debido a su superávit comercial con ese país.
2.1.-ANTECEDENTES
Para entender el origen de la crisis financiera en los EEUU, en primer lugar se debe recordar que los sueldos y salarios de los americanos, en los últimos 30 años, han estado perdiendo su poder adquisitivo de manera sostenida; a pesar de ello el nivel de consumo de los hogares fue aumentando ¿Cómo se explica esta paradoja? En primer lugar, hay que tomar en cuenta la incorporación de las mujeres al mercado laboral lo que permitió un aumento importante en el ingreso de las familias; en segundo lugar, se dio un aumento sostenido en la cantidad y horas extras que trabajan los americanos –300 horas más al año que su contra parte en Europa. Finalmente, pero no por ello menos importante, el aumento sostenido del endeudamiento de los americanos, en el primer quinquenio del 2000, como consecuencia del fácil y barato acceso al crédito, que se refleja en el crecimiento espectacular del endeudamiento con tarjetas de crédito, hipotecas, ventas de automóviles a crédito y por último el financiamiento de los estudios de cientos de miles de estudiantes norteamericanos.
La segunda causa de la crisis debemos encontrarla en una serie de políticas monetarias equivocadas de parte de la Reserva Federal de EEUU que generaron una expiación irresponsable, por decir lo menos, de las hipotecas subprime que fue posible por la expansión del crédito de la Reserva Federal y una serie de políticas y subsidios que se ejecutaron para facilitar la venta de hipotecas riesgosas.
Efectivamente, las tasas de interés de los fondos federales a principios del 2001 estaban ligeramente por encima del 6% y cayeron a finales de ese año a menos del 2%, y continuaron bajando durante 2002 y 2003, llegando a mediados del 2004 a una tasa del orden del 1%. En buen castellano, considerando la tasa de inflación que era mayor al 1%, esto significa que a uno le pagan por prestarse, es decir, la tasa de interés vigente era negativa, y ello generó una demanda muy fuerte de bienes inmuebles en el mercado, lo que a su vez influyó en los precios, generando una demanda artificial porque resultaba un excelente negocio la adquisición de bienes inmuebles a crédito. Esto contribuyó a crear una burbuja en el mercado inmobiliario y en un momento dado dio lugar a una sobreoferta que explica el posterior desplome de los precios de las viviendas en los EEUU.
En 2001 el porcentaje de hipotecas subprime representaba aproximadamente un 10% del total; en 2006 este porcentaje era del orden del 35%. Este crecimiento fue posible porque la cuotas de pago inicial para las hipotecas fueron disminuyendo significativamente, del 20% inicial a apenas un 5% en los programas más populares, lo que generó un incentivo perverso al incumplimiento de los planes de pago que se reflejó en el aumento de la morosidad en este tipo de cartera. Por otro lado, se endureció el Community Reinvestment Act, generando incentivos económicos muy fuertes para que los bancos empiecen a incrementar su cartera hipotecaria en los sectores de bajos ingresos y alto riesgo crediticio.
Finalmente, el desarrollo de la tecnología de titularización, que se inicia en la década de los 80, tiene un doble impacto en el sistema financiero: por un lado se creó un divorcio entre el que generaba el riesgo y el que mantenía el riesgo, y por la laxitud de las normas de capitalización se produjo un sobre apalancamiento. A fines del 90 y comienzos de 2000, se sofisticó la tecnología de titularización que permitía el re-empaquetado de las hipotecas, de tal forma que satisfacía la demanda creciente del sector financiero no regulado, cada vez más apalancado para mantener márgenes de rentabilidad con retornos decrecientes. Como estos activos estaban fuera del sistema bancario, las instituciones financieras no bancarias empezaron a depender cada vez más de distintos tipos de financiamiento de corto plazo que hoy han desaparecido.
Dentro de ese contexto de una sociedad acostumbrada a endeudarse crecientemente, por una parte, y a generar burbujas de inversión por otra, es que comienza a gestarse la burbuja inmobiliaria entre el 2002 y el 2005. En esos tiempos la Reserva Federal había bajado las tasas para activar la economía, luego del impacto recesivo que generaron los temores a partir de los atentados del 11/09. Los bancos entonces podían endeudarse al 2 % anual, y prestaban al 8 % anual a quienes querían comprar o construir una casa. Era un gran negocio financiero por sí mismo, pero la voracidad de la banca no se conformaba con eso; para captar más y más clientes que sacaran su crédito hipotecario, relajaron las regulaciones y los controles y otorgaron créditos a personas de menor solvencia (hipotecas “subprime”), y fue el auge del negocio inmobiliario, que hizo subir y subir el precio de las propiedades. Pero a su vez, para poder prestar a cada vez más clientes, los bancos necesitaban captar fondos en el mercado, y entonces fue cuando comenzaron a ofrecer en garantía las mismas hipotecas que tenían en cartera de sus clientes. Hicieron eso una y otra vez, y las hipotecas pasaron a ser el soporte de toda una compleja trama de instrumentos financieros de los que llegaron a participar también bancos europeos…
Millones de ahorristas, a través de bancos, fondos de inversión, y empresas que cotizan en bolsa, financiaron el crecimiento de la burbuja, la mayoría de las veces sin saber cuál era la garantía final de su inversión. Todo esto con la anuencia de las prestigiosas calificadoras de riesgo que tanto se han
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