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Cuentos De Ciencia Ficcion

17 de Junio de 2013

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TODO RETUMBÓ A SU ALREDEDOR

Todo retumbó a su alrededor y él recuperó la conciencia en un lento despertar. Pero no era un despertar normal, aunque tardó en darse cuenta de ello. No recordaba haber soñado y no podía abrir los ojos. Bueno, más que nada era como si no tuviese ojos que abrir. Hiciese lo que hiciese, le rodeaba una uniforme e impenetrable oscuridad. Intentó tocarse los ojos pero los brazos no le respondían. En realidad era como si tampoco tuviese brazos que mover...

Eso terminó de espabilarlo. ¿Dónde estaba?. No lo podía recordar, pero tendría que recuperar el control de su cuerpo para averiguarlo. Debería haber quedado dormido en una mala postura y ahora sus miembros insensibles no le respondían. Pero era muy raro, no recibía sensaciones, no sentía hormigueos en los brazos o en las piernas, no sentía la cabeza en la almohada, no sentía el peso de su cuerpo en el colchón. Tampoco sentía su respiración, ni los latidos de su corazón agitado por el nerviosismo que le produciría esta rara situación.

Pero es que no estaba nervioso. No tenía miedo. ¿Por qué no tenía miedo?. Si lo pensaba fríamente tendría que estar muy alterado y con el pulso acelerado hasta que el corazón pareciera saltarle del pecho, pero, comprobó otra vez, tampoco sentía el corazón...

No comprendía por qué no se agitaba en la cama y se despertaba gritando de esa pesadilla. Quizá porque no era una pesadilla. Quizá se había dado un golpe y estaba inconsciente, bueno, desmayado. ¿Qué sentiría entonces?. Tuvo que hurgar más en su memoria. Recordó que una vez, de pequeño, perdió el conocimiento. Según su madre fueron unos segundos pero él hubiera jurado que duró mucho más. Fue una experiencia intensa y cuando despertó zarandeado, entre los gritos y cachetes de la gente que le rodeaba, pensó que eso era un sueño y la realidad era el sueño del que lo acababan de sacar. Así que rechazó todo ese ajetreo y cerró los ojos para seguir con la otra vivencia. Eso desató una nueva oleada de gritos y zarandeos y volvió a la cruda realidad viéndose llevado en volandas a un centro de urgencias cercano. No recordaba qué era lo que soñaba, sólo lo desagradable que le pareció la realidad en comparación con la placidez de la experiencia imaginada.

¿Estaría viviendo ahora algo similar?, ¿estaría inconsciente y su cuerpo se negaría a volver a una situación desagradable?, ¿a qué situación?. No podía recordarlo. Quizá había sufrido un accidente y estaba tirado ahora en medio de una carretera sin que nadie se atreviese a tocarlo. ¿Un accidente de qué?, ¿de coche?, ¿de moto?... ¿tenía moto?. No se acordaba de eso y tanto esfuerzo mental le tenía que producir un gran dolor de cabeza, pero... no, definitivamente tampoco sentía dolor de cabeza. Su memoria, su instinto estaban asociando situaciones con las sensaciones que debería sentir, pero no sentía nada de eso, evidentemente estaba en una situación nueva ¿pero en cuál?.

La idea se hizo presente, aunque en realidad parecía que siempre había estado allí. ¿Y si no sentía nada porque no había nada que sentir?. ¿Y si lo único que funcionaba era su mente?. Su mente sin cuerpo ¿cómo?, ¿en un laboratorio?, ¿en un frasco, bañada en solución nutritiva a la espera de ser implantada en un nuevo cuerpo?. ¿Su cerebro en la estantería de un banco de órganos a la espera de encontrar un receptor adecuado?, ¿a la espera de que la tecnología avanzase lo suficiente para permitir una operación así?. ¿Sería posible que en todo ese tiempo nadie se diese cuenta de que su mente estaba activa?. ¿Cuánto tiempo?, ¿cuánto tiempo sumido en sus pensamientos?, ¿y cuánto tiempo llevaba así?. Sin sensaciones externas le resultaba difícil calcular. Sólo contaba con sus pensamientos, pero ¿cuál era la velocidad de sus pensamientos?.

Igual estaba en coma. ¿Qué se sentiría estando así?. Sabía que a los enfermos en coma les ponían música y sus familiares les hablaban porque se suponía que les hacía bien. ¿Pero se enteraban de algo los enfermos?. ¿Estaría su mujer a su lado hablándole de los progresos de sus hijos en la escuela?. O quizás su madre contándole cómo superó aquella gripe tan mala cuando era pequeño. Intentó prestar atención... nada. Era inútil, estaba solo o, lo que era prácticamente lo mismo, se sentía solo.

¿Qué podía hacer?. ¿Encomendarse a Dios?. No hubiese estado mal, si no fuera por el hecho de que no creía en Dios, aunque quizá fuese un buen momento para empezar. Después de todo a Dios se recurre en situaciones desesperadas y ésta bien podía ser una de ellas

La religión, así en general, da respuestas a preguntas que no la tienen, o por lo menos que no son accesibles con los medios que en cada momento disponemos. Además da las respuestas que queremos oír. Eso la hace, por una parte tremendamente útil y por otra parte incuestionable. De ahí su éxito, de ahí que no la aceptase, aunque siempre estaría dispuesto a estudiar cualquier argumento que demostrase que no era una simple mentira tremendamente útil.

Pensándolo bien, podría estar ante el argumento que estaba esperando. Podría estar ante una experiencia "después de la muerte", una de esas historias que narran los que han estado en situación de muerte clínica y después han sido reanimados. Historias que, había que reconocer, coincidían en aspectos fundamentales, pero siempre había pensado que para eso habría una explicación más lógica que mística. Quizá durante la muerte neuronal en el cerebro producirían una serie de fenómenos que desencadenasen esas situaciones, la sensación de placidez, la visión en túnel y todo lo demás.

Así pues era eso lo que le estaba pasando. ¿Estaría ya muerto?. No recordaba lo que le había pasado, aunque tampoco le importaba. Curiosamente tampoco le importaba la situación de la familia y amigos que dejaba atrás. Era una sensación de placidez extraña, nada parecido a la felicidad, era simplemente ya no ser de este mundo.

Todo volvió a retumbar y esta vez comprendió que se trataba de su corazón. Un latido, igual que el que le despertó antes. Se sorprendió del proceso mental que había sufrido entre uno y otro. Con toda seguridad el último. ¿Qué vendría ahora?.

Delante se formó un punto luminoso y la oscuridad se curvó entorno suyo. Sin solución de continuidad se abrió paso la luz y se encontró rodeado de rostros conocidos, reviviendo imágenes pasadas y olvidadas, aunque con argumentos bien distintos.

- Siempre me gustaste. Si me hubieses dicho que querías salir conmigo te habría dicho que sí-. Le dijo Sara, aquella chica del instituto de la que se enamoró tan perdidamente que nunca se atrevió a contárselo. Era curioso, hacía siglos que la había olvidado.

Supo que había repasado las cosas que había hecho y las que habría podido hacer, sin que pudiese calcular el tiempo que le había llevado todo ello.

También supo que el proceso había terminado y que ahora podría contestar la pregunta que siempre le había intrigado "¿qué hay después de la muerte?". Había dos opciones. Que el túnel se apagase cuando muriesen las neuronas o que alguien viniese por él a buscarle y comenzase una realidad nueva. De poder hacerlo habría sonreído, era una ironía que fuese lo que fuese no podría contárselo a nadie.

EL DESCANSO

Con una diminuta malla, ojos cerrados, anteojos oscuros y con su cuerpo lleno de tatuajes, Julius parecía disfrutar intensamente de su baño solar. Tan ensimismado estaba comulgando con el sol que apenas sintió una agradable voz femenina que le dijo: ¡Hola!

-¿Qué? –dijo el hombre, enderezando su cuerpo gigantesco. La chica que le había hablado lo miraba curiosa desde su izquierda. No estaba sola, sino con un grupo de jóvenes, alguno de los cuales también lo miraba con gran atención. Se sentía algo desconcertado. Miró a la chica, a sus amigos y amigas, a la gran piscina que tenía frente a sí, en donde varios humanos disfrutaban de la agradable temperatura del agua y buscó con su mano un enorme vaso de refresco que había dejado a su costado. En ese momento la chica habló nuevamente.

-¿Está bien? Su refresco seguramente ya está tibio… por el sol –le dijo, señalándole el cielo-¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Y a cambio lo invito con otro refresco?

-¡Por un refresco puedes hacerme todas las preguntas que desees!

¡No es bueno deshidratarse! –Dijo y terminó sonriendo -¿Qué pregunta deseas hacerme?-¿Cuál es su nombre?-Julius… ¿Esa es la pregunta?

-¡No! ¡Yo soy Pris! ¡Mucho gusto!- dijo la bella chica a la vez que se acercaba y le ofrecía su mano- Y como ves tengo varios amigos y amigas… Betty, Aura, Lucas, Carlos, Tino, Pamela, todos muy simpáticos…

-¡Hola a todos!- dijo el hombretón, mientras se sentaba y apoyaba sus pies en el piso- ¿Qué querías saber Pris?-Es que uno de mis amigos, Carlos…-el aludido saludó con la cabeza- es tatuador profesional, ha trabajado en varios planetas, participado en concursos… ¡Y dice que hay tatuajes que tú tienes que nunca los había visto!-¡Ah, mis tatuajes! Acérquense si quieren, mírenlos y pregunten. Sé que algunos son raros.

Carlos fue el primero en acercarse y mirarle atentamente brazos, piernas, cuello y torso…

-¿Qué opina, joven Carlos? –le preguntó Julius.

-¡Es usted una muestra de tatuajes extraños! ¡A la mayoría no los conozco! ¿Dónde se los ha hecho?

-En varios mundos… algunos no muy conocidos.

-¿Has viajado mucho?- le dijo Pris.

-Bastante, podría decirse…

-¡Este es uno de los más extraños que haya observado! –dijo Carlos,

...

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