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DE LA CAIDA DE LA BASTILLA A LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN. DEL CARÁCTER DE LA UTOPIA


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2022  •  Apuntes  •  8.962 Palabras (36 Páginas)  •  60 Visitas

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Unidad 1

DE LA CAIDA DE LA BASTILLA A LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN. DEL CARÁCTER DE LA UTOPIA.

El saber fue reconocidamente un tesoro de todos los poderes que nunca vacilaron en quebrar aquello que contradiga los pilares en que ese poder se sostiene. Un ser de estas características fuera de la posibilidad de su revelación, de su presentación en una vivencia, no posibilita lo humano. El ser es aquello que hace que algo sea siendo, porque el ser es siendo. Pero quien tiene el poder, sabe y domina el ser. El discurso, allí convierte en el discurso dominante.

Nunca deberíamos olvidar los argentinos la exótica entelequia con que distintos gobiernos, revoluciones e instituciones políticas nos engañaron en tanto máximas de nuestra esperanza: el ser nacional, donde el poder siempre manda a no pensar, o por lo menos a pensar como dios manda, como se debe. Queda al desnudo de lo que se trata. Se trata de que se debe saber y que no se debe saber. Algo que la iglesia y todo totalitarismo manejaron durante siglos en consonancia con el sistema de turno. Nada parece haber cambiado tanto.

Si hay algo que el poder monárquico-feudal debe resguardar es aquello que hace a su continuidad, a su transmisión hereditaria. El poder monárquico debe resguardar sus fundamentos y su vigencia, y justificar desde allí su abuso del poder. Quizás el más injusto. Como la experiencia del pobre Galileo Galilei, quien explicita nada más ni nada menos, un mundo de sentido común y de claro contenido naturalista, que no está atado a un determinado interés del poder. La escritura del universo requiere una lectura, dice Galileo. Y no solo la lectura de la verdad de la biblia, porque hay verdad en ella, verdad que sostienen los que creen y como también es nula para el que no cree. Pero ¿se trata entonces de creer o reventar? No. La verdad es inherente a la lógica que la soporta, al criterio de su enunciación, de quien la sostiene, y del contexto de su lectura o de su escucha. La gran ilusión no será ya creer, sino en creer que hemos comprendido. Así la utopía soporta ella misma esa misma dualidad. Se trata de algo cierto en la medida que no lo creo como lo verdadero.

Del orden del discurso

Pensar los discursos psicológicos contemporáneos, requiere algunas nociones extras, que nos permitan comprender el derrotero por el que dichas voluntades discurrieron. Ubicarse en la perspectiva de dichas percepciones, en el renglón de dichos acontecimientos, nos acerca definitivamente al meollo de la utopía, al origen de los ríos. El orden del discurso está ligado a alguna de estas formas de consenso y el goce participa a su manera, generalmente de la peor manera, de cualquier utopía social que se precie, antes de que una historicidad detallada y prolija. El texto lleva a cabo, si no una transparencia de las relaciones sociales, al menos de las que emergen de las relaciones de lenguaje en el interior de los discursos. Y en ellos creo pertinente puntualizar la existencia de diferentes articuladores discursivos en razón de aquellos mismos “desarrollos”. Comenzar por “el orden del discurso” propone una operación de tipo discursiva antes que un desarrollo, al menos algo nos permita localizar la lógica que vincula a señores del SXX como Deleuze, Foucault y Lacan, sobre los marcos insensatamente rebasados por las complejas relaciones que vinculan a estos autores con la razón y la sinrazón, con la cc y la icc, con la filosofía y el psicoanálisis, en definitiva con el discurso.
El sujeto metafísico está colocado fuera de las variables de la historia y postulado como un ser universal vacio de deseo. Este sujeto ilustrado bajo la categoría de conocimiento, se transforma así en el sujeto del pensamiento propio de la filosofía de occidente y en el único capaz de destinarse a una ética universal, común medida de todos los seres. Pero el descubrimiento freudiano derribará a ese sujeto mostrando su división y su naturaleza deseante antes que pensante, y en más de un sentido, refractario a la interpretación de una ética universal. Se constituye así el sujeto del icc interpelado por la ética del deseo que viene a situarse en el punto de la mayor distancia con respecto al sujeto del pensamiento. El sujeto así no es aun sustancia universal sino el resultado del discurso social producido por las contingencias históricas cuyo horizonte epocal le establece los límites y las condiciones de posibilidad para su expresión.

Debemos tener en cuenta que a través del discurso se manifiestan tanto las construcciones racionales como las vivenciales. Por ello, cabe buscar en su interior las marcas que denotan estos planos y que ponen de manifiesto el tipo de percepción y por ende el tipo de praxis que a partir de ellas se busca construir. El discurso produce un sujeto, un sujeto nuevo en el orden de la teoría, pero no nuevo en el sentido de sus efectos y sus consecuencias. Esto significa que entran en juego también la irrupción significativa del autor. Este autor para Foucault es preciso. Porque esta noción de autor constituye el momento importante de la individualización en la historia de la filosofía y en la de las ciencias. El autor, en el seno de la genealogía, en un momento comienza a contactar su vida, y no ya una vida de héroes sino la vida de un acto, o un acto de vida. No importa que habla, importa que hable y que diga algo, que nos diga algo, que nos deje algo dicho (comas).
El racionalismo acelera los fundamentos de la cosa concreta cuando apura sus fundamentos.
Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto, porque solo el lenguaje funda en realidad el concepto. Para la reyerta continuismo discontinuismo se reintroduce la falta, ahora como falta de continuidad-discontinuidad, no complementariedad, imposibilidad e impotencia. La desaparición radical de este desnivel no puede ser nada más que un juego de utopías y angustias.
Para la concepción burguesa, de la moral, el individuo es responsable de sus actos económicos, sexuales, íntimos, lo que en si ya nos confronta con su propia aporía. El sujeto conciente de sí que piensa en el sujeto humano, es un individuo sujeto conciente de sí, lo que proporciona un objeto para aquellos que auguran la posibilidad de una ciencia de la psicología. La lucha entre la conciencia de sí y el discurso del inconciente como emancipación es un síntoma desde Freud para llegar a ser algo diferente de lo que se piensa algo no idéntico a su conciencia de sí. Asumirse entonces como falta radical, negatividad, sujeto deseante. Esta identidad es la que está en entredicho, y hace a la trama del concepto mismo de psicología.

De la psicología

Definir la psicología es definir la identidad, y es definir entrelineas la libertad, no parece poco que a ello le llamemos una ética. Porque hacer de la psicología un discurso es errar el camino ya que ella participa como practica de la observación como instancia de conocimiento científico, en la brecha de la ciencia empírica y natural.

Si hablamos de psicología no hay nada para ver y todo para escuchar. Definir la psicología en honor a su contexto suena innecesario.

Una teoría es aquello que de un discurso, se intenta logicizar(tornar lógico), estrechar. Las teorías son formas de solucionar viejos problemas. De allí uno de los tantos eternos retornos hasta que el acontecer hace trizas al ser. La realidad es insoportable cuando las soluciones propuestas para hoy son las que demarcan el futuro, no solucionan el presente, solamente explican el pasado.

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