Duendes
anelisa_crTesis3 de Septiembre de 2014
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Sintetizando un poco las semejanzas que existen entre las abundantes variantes del folclore en distintos países, imaginamos al duende como un tipo de enano que no pasa de los cincuenta centímetros, tiene orejas puntiagudas, es travieso, bromista y malicioso, tiene poderes mágicos, usa ropa vistosa y sombrero puntiagudo, y suele instalarse en casas humanas aunque su esencia lo vincula a la tierra, con sus cavernas, minas abandonadas, y bosques tupidos.
¿Qué son los duendes?
Teniendo en cuenta que tan solo en el folclore de España hay más de cincuenta denominaciones para los duendes, queda claro lo difícil que es concretar algunas características como el tamaño, vestimenta, voz, color de ojos y otros detalles similares. Esto no quiere decir que no se pueda delimitar al duende de otros seres parecidos: pero es preferible hacerlo sin caer en diferencias demasiado concretas. De acuerdo con lo anterior, podría decirse que el duende se distingue de sus congéneres porque: 1) Tiene más tendencia que todos los otros seres de su tipo a introducirse y habitar en espacios poblados por seres humanos, 2) Es más urbano, por lo que aparece no solo en casas de campo sino en viviendas de ciudad, y en sitios como casonas, palacios, castillos, mansiones, 3) Suele aparecer casi siempre con forma humana (manifestándose con piel más clara que sus congéneres), y no muestra cuernos, rabos, cojera, o agujeros en las manos, 4) Es más propenso que sus congéneres a seguir, prácticamente a donde quiera que vayan, a familias o personas específicas, 5) Suelen disfrazarse de frailes y usar ropa más vistosa que muchos de sus congéneres.
Aclarado lo anterior, podríamos definir a los duendes como:
‹‹seres etéricos vinculados al elemento tierra, cuyo hábitat natural suele estar en cavernas, minas abandonadas u otros sitios intraterrenos dentro de entornos generalmente boscosos, aunque tienen una marcada tendencia a habitar en espacios poblados por humanos, y su naturaleza es tal que poseen poderes sobrenaturales, pueden vivir hasta más de 500 años, no tienen conciencia moral, son juguetones y usualmente bromistas y maliciosos, y se manifiestan como pequeños enanitos de no más de cincuenta centímetros, con indumentaria vistosa que suele incluir un sombrero puntiagudo››.
Poder metamórfico
Si bien los duendes se manifiestan prácticamente siempre como enanitos, casi nunca se vuelven visibles; y, cuando lo hacen, a veces toman aspecto animal para pasar desapercibidos, prefiriendo animales domésticos como perros o gatos, o criaturas tranquilas como los gorriones o las palomas. En cuanto a la velocidad, se cree que pueden metamorfosearse en cuestión de segundos…
Los duendes y los humanos
Dónde se instalan: Ya se dijo antes que los duendes, más que sus congéneres, gustan a instalarse en construcciones humanas, habitadas o deshabitadas. Por otro lado, los duendes prefieren las viviendas de zonas rurales, sobre todo las que están cerca de bosques o zonas que tienen cavernas o minas abandonadas. Esto sucede porque naturalmente el duende no vive junto al hombre, sino dentro de comunidades de duendes, que siempre están en un lugar definido, generalmente tienen organización jerárquica, y nunca se muestran abiertas a ser vistas por humanos, siendo casi siempre casualidad los casos en que una persona ve a un duende en su hábitat natural. No obstante, si acaso alguien lograra llegar hasta la guarida de los duendes, no vería nada porque dicha guarida existe en el plano etérico, a menos que la persona sea clarividente o algún duende decida aparecérsele. Volviendo al tema, se intuye que los duendes, cuando se instalan en casas humanas habitadas, casi siempre lo hacen en zonas rurales, porque éstas se encuentran cerca de sus entornos naturales, y carecen de cosas que la ciudad tiene y disgustan a casi todo duende, como abundancia de aparatos y metales, demasiado ruido y contaminación, muchas personas estresadas, etcétera. Sin embargo unos pocos duendes sí se han aventurado a ir a la ciudad: ya sea porque se aferraron a alguien que migró a la ciudad, porque simplemente querían conocer el mundo urbano, o porque vieron en la ciudad un escenario mejor que el campo para asustar a la gente y causar revuelo… De todos modos, trátese de la ciudad o del campo, cuando un duende habita junto a humanos, generalmente lo hace solo, pues son muy pocos los casos en que varios duendes “infestan” una casa…
Los duendes puedes vivir ocultos en casas humanas, ya que les atraen nuestras construcciones. Incluso en ocasiones pueden ayudar en labores domésticas.l
Comúnmente confundidos con otros seres: Dado que los duendes han estado en el mundo desde los albores de la civilización, usualmente se los ha confundido con otros seres en distintas culturas. Ejemplos son: los demonios, con los cuales se los confundía sobre todo en el Medievo, no tanto por errores de percepción sino porque los teólogos decían que eran un tipo menor de demonio; los fantasmas, pues generalmente el duende no se vuelve visible y hace sus travesuras en modo de invisibilidad, por lo que ha sido confundido, sigue siendo confundido, y seguirá siendo confundido con fantasmas, tanto en Occidente como en Oriente; los familiares (entes semejantes a los demonios, creados con magia negra), que pueden tomar distintas formas y a veces son tan pequeños como los duendes; etcétera. En el caso de los fantasmas, resulta llamativo lo sucedido en la Antigua Roma, donde se hablaba de los espíritus protectores o Lares, y de los Larvae o Lemures, que eran espíritus de personas malas y solían, de una manera escalofriantemente concordante con las tipologías actuales que la Parapsicología da de los fantasmas, ser descritos como “sombras negras”, y ser conocidos por rondar en sitios solitarios como pozos o viñedos, y por dar grandes sustos a niños, criadas y animales, del mismo modo que los duendes, tal y como se ve en lo que el instruido sacerdote Feijoo (que erradamente consideraba a los duendes como espíritus familiares) expresó con estas palabras: «No son ángeles buenos ni ángeles malos, ni almas separadas de los cuerpos, sino unos espíritus familiares, semejantes a los lemures de los gentiles.»
Si le caes bien a un duende incluso puede ayudarte a encontrar objetos perdidos, como pendientes u otros pequeños objetos que aparecerán de nuevo misteriosamente.
Simpatía o aversión: Los “duendes domésticos” proceden generalmente de un grupo denominado «elementales de los bosques» y, debido a que poseen sensibilidad emocional e inteligencia, suelen desarrollar simpatía o aversión hacia la o las personas con las cuales conviven. De ser lo primero, el duende puede hasta dejarle piedras preciosas u otros presentes, que aparecerán en la casa “como por arte de magia”, sin que nadie comprenda bien cómo fueron a parar allí; o bien, según lo sugerido por ciertos relatos de la tradición popular, el duende podría ayudar discretamente en tareas domésticas, ya sea encontrando objetos perdidos, ahuyentando alimañas o potenciales delincuentes, o incluso limpiando partes de la casa. En cambio, en el segundo caso todo depende del grado de aversión y hostilidad que el duende tome hacia el humano o los humanos, pudiendo ir desde las simples bromas de mal gusto (esconder objetos y volverlos a poner después de causar angustia, asustar animales, despertar a la persona tirando de sus orejas, causar desorden o ensuciar cosas o sitios, etcétera), hasta la auténtica maldad, lo cual sucede rara vez pero es digno de temerse, pues se manifiesta en cosas como: ser agredido físicamente por el duende (que generalmente hará esto en estado de invisibilidad), ver al duende en una forma espantosa (se aparecerá con ojos negros de demonio, colmillos o algo así, o simplemente estará observando detrás de la ventana en medio de la soledad de la noche, o bien nos mirará mientras dormimos, hasta que despertemos y veamos sus ojos pequeños, hundidos y rencorosos), perder objetos a causa del duende (que los destruirá o esconderá indefinidamente), ver que frecuentemente las mascotas y los niños de la casa son asustados por el duende, o incluso, si se trata de varios duendes, sufrir la presencia de un escenario paranormal semejante a un poltergeist. En este punto de la simpatía o aversión del duende, cabe advertir que muchos han gozado inicialmente de la simpatía o hasta del cariño de estos seres, pero después se han afanado en sacarlos de la casa, provocando resentimiento, rencor, u odio… Lo inverso, que sería contar desde el inicio con la antipatía del duende y conseguir después su simpatía, es difícil y mucho menos usual que lo anterior; ahora, y según se desprende de la tradición oral, ofrecer dulces o leche al duende puede ser efectivo para que nos vea amistosamente.
Molestando en la noche: Los duendes son seres de éter, pero de un éter vinculado al elemento tierra, no como en el caso de las salamandras (seres mitológicos en los que aún creen algunos ocultistas actuales) que es un éter vinculado al fuego. Esa particularidad de la condición etérica de los duendes, los hace muy sensibles a la luz, pues supuestamente la luz solar puede quemarles la “piel etérica”. Esta teoría se ve respaldada por el hecho de que los duendes elijan, en su hábitat natural, vivir en cavernas, minas abandonadas u otros sitios subterráneos y oscuros. Sin embargo no odian la luz en sí misma, y pueden hasta disfrutar de la suave lumbre de los candelabros o de las lámparas. En todo caso, lo principal es que los duendes, debido a su fotosensibilidad, se manifiestan sólo en la noche, generalmente molestando a los humanos
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