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EL AGULA Y EL NOPAL


Enviado por   •  1 de Junio de 2015  •  440 Palabras (2 Páginas)  •  341 Visitas

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El águila y el Nopal.

Esta es la leyenda en que se inspiraron los antiguos aztecas para fundar la ciudad de México. El escudo de la bandera nacional mexicana representa parte del mito en el centro de la misma.

Este había sido el mandato que les dio Huitzilopochtli a sus guardianes Cuaucóhuatl y Axolohua, quienes recordaron sus palabras al ir pasando entre las cañas y juncias.

“En donde la tierra aparezca entre cañas y entre juncias, allí se pondrá en pie, y reinará Huitzilopochtli.”

Conforme avanzaban vieron sauces blancos, cañas blancas, juncias blancas, y ranas blancas, peces blancos, culebras blancas y decían:

¡estamos viendo lo que les había dicho Huitzilopochtli: y quedamos admirados!

Fueron a buscar a los mexicanos y les dijeron:

“Mexicanos, vamos, vamos a admirar lo que hemos contemplado, preguntemos al Sacerdote qué debemos hacer:

Fueron a Temazcatitlan y allí se detuvieron.

Por la noche Huitzilopochtli les dijo por boca del sacerdote Cuauhtlaquezqui:

¿Habéis visto que hay entre cañas y juncias?, aún te falta ver otra cosa: busca un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta, allí se peina las plumas, allí come, la que reina en los cielos y peñascos ha puesto su morada entre cañas y juncias, “Del corazón de Cópil” ha brotado ese nopal salvaje, allí sobre ese nopal donde el águila ha puesto su morada, ahí estaremos y reinaremos: allí esperaremos y daremos ncuentro a toda clase de gentes. Con nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas y nuestros escudos, allí les haremos ver a todos los que nos rodean, allí los conquistaremos ahí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlan, el sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; en donde ella come y en donde las serpientes van haciendo ruedos y silban, ¡Ese será México Tenochtitlan, y muchas cosas han de suceder!”

Cuauhcóatl hizo reunir a los ancianos y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli: lo escucharon los mexicanos y caminando por entre cañas y juncias, llegaron a la orilla de la cueva, donde se levanta el nopal salvaje y vieron tranquila parada el Águila en el nopal salvaje: allí devorando una serpiente, y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.

No salió volando, su nido y su asiento era de finas plumas: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal, y en el suelo yacían cabezas de aves preciosas y huesos de aves finas tendidos en la tierra.

Les habló el dios y así les dijo:

Ah,

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