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EL CONCILIO DE TRENTON


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  884 Palabras (4 Páginas)  •  507 Visitas

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CONCILIO DE TRENTO

INTRODUCION…

Contra los protestantes, que admitían como única autoridad la de las Escrituras, afirmando que la tradición (las enseñanzas recibidas por los Apóstoles por medio oral, y conservadas a través de los siglos en los textos de los Padres Apostólicos, de los Padres del desierto y de los Padres de la Iglesia, la sucesión pretina ininterrumpida del Primado de Roma y los Concilios) constituyen, con las Escrituras, uno de los fundamentos de la fe, y recomendando para el estudio bíblico, la Biblia Vulgata, traducción latina hecha por San Jerónimo, sobre textos griegos de los primeros siglos, fijando con nitidez la frontera entre la ortodoxia y las nuevas herejías, consumando la diferenciación clara entre la Iglesia Apostólica y los movimientos reformadores surgidos del luteranismo.

La doctrina católica, tal cual la expuso el concilio de Trento, es que los que salen de vida en gracia y caridad, pero no obstante deudores de las penas que la divina justicia se reservó, las padecen en la otra vida.

DESARROLLO…

¿Cuándo? El Concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en periodos discontinuos durante 25 sesiones entre el año 1545 y el 1563.

¿Dónde? Tuvo lugar en Trento, una ciudad del norte de la Italia actual, que entonces era una ciudad imperial libre regida por un príncipe-obispo.

¿Cómo? Desde 1518, los protestantes alemanes venían reclamando la convocatoria de un concilio alemán, y el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico intentaba cerrar las diferencias entre católicos y reformistas para poder hacer frente a la amenaza turca. En la Dieta de Worms (1521) se intentó zanjar las disputas, pero sin éxito: Martín Lutero (a quien Carlos V permitió que fuera convocado a dicha Dieta) acusó a Roma de ejercer la tiranía, y el Emperador se comprometió por escrito a defender la fe católica incluso con las armas. En las Dietas posteriores, los príncipes alemanes, tanto protestantes como católicos, continuaron insistiendo en un concilio.

En vista de la situación hubo grandes presiones del emperador sobre el papa Clemente VII para que lo convocara, a lo que éste se resistía. Al cabo de un tiempo, en 1529, Clemente VII se comprometió a ello, pero la oposición del legado papal en la Dieta de Augsburgo de 1530 retrasó de nuevo el proyecto. Sin embargo, el principal responsable de que no se llegara a convocar fue la férrea oposición del rey Francisco I de Francia, ya que para que el concilio tuviese éxito era necesaria la aprobación de la mayoría de los monarcas.

Desde antes de esta crisis extrema, la iglesia había intentado mejorar. Se pueden mencionar a los cardenales Francisco Jiménez de Cisneros y Pedro González de Mejía o al arzobispo de

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