EL IMPERIALISMO

I.LA CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y LOS MONOPOLIOS.

La transformación de la libre concurrencia en monopolio (Un monopolio es una situación de privilegio legal o fallo de mercado, en el cual existe un productor (monopolista) oferente que posee un gran poder de mercado y es el único en una industria dada que posee un producto, bien, recurso o servicio determinado y diferenciado) constituye uno de los fenómenos más importantes de la economía capitalista más reciente. En Europa se puede estudiar con precisión este desarrollo cuya causa fundamental sería la concentración de la producción, articulado en tres fases:

l) 1860 1870: apogeo y límite del desarrollo de la libre concurrencia. Se advierte apenas el inicio de los monopolios.

2) Después de la crisis de 1873: período de gran desarrollo de los cartels, que, no obstante, son todavía excepcionales y poco sólidos. Constituyen un fenómeno transitorio.

3) Período de prosperidad hacia finales del siglo XIX y crisis de 1900 1903. Los cartels se convierten en una de las bases de la vida económica. El capitalismo se ha transformado en imperialismo.

En economía se denomina cartel o cártel a un acuerdo (union) formal entre empresas del mismo sector, cuyo fin es reducir o eliminar la competencia en un determinado mercado

En el momento que nos encontramos, la contradicción fundamental es la que existe entre la libre concurrencia (libre mercado) y el monopolio. La inversión del dominio de uno de los aspectos de la contradicción sobre el otro origina un cambio en la naturaleza misma de la cosa: con la conversión de la libre concurrencia en monopolio y el dominio de éste sobre aquélla, el capitalismo se ha vuelto imperialismo.

Una vez originados los cartels, se ponen de acuerdo entre sí sobre las condiciones de venta, sobre los vencimientos; se dividen los mercados y fijan la cantidad de los productos y los precios; se dividen las ganancias; y concentran gran parte de la producción total de un ramo de la industria, con lo que se aseguran beneficios enormes y pueden crear unidades de producción de una amplitud formidable. Las diferencias en la política económica de los diversos países capitalistas sólo producen mutaciones accidentales en la forma de los monopolios o en el momento de su nacimiento; pero el resultado es siempre el mismo: la conversión de la libre concurrencia en el monopolio es una ley fundamental del desarrollo contemporáneo del capitalismo.

Los grandes trusts obligan a las pequeñas empresas a someterse, a organizarse, sofocando a los que no quieren aceptar su dominio; la razón de su triunfo no es tanto la calidad de la producción cuanto el genio financiero de sus dirigentes. El proceso sigue así su marcha siempre perfectiva hacia la socialización; pero del gran progreso que así alcanza la humanidad sólo se benefician algunas minorías (los que ya son ricos), lo que constituye una formulación particular de la teoría general de la alienación socio económica del género humano.

El término trust se refiere, dentro del ámbito económico, a una concentración de empresas bajo una misma dirección.

Según Lenin, esta alienación fundamental comporta en contra de lo que sostienen algunos oportunistas dispuestas a toda costa a justificar el capitalismo, una enorme suma de violencias y de contrastes: la formación de monopolios en ciertos ramos de la industria intensifica el caos específico del conjunto de la producción capitalista, aumentando las diferencias entre industria y agricultura y entre una y otras ramas de la industria. El aumento de los desequilibrios es proporcional al del capital y se ve favorecido por el desarrollo extremadamente rápido de la técnica (tecnología); las crisis, a su vez, favorecen la tendencia a la concentración del capital.

II.LAS BANCAS Y SU NUEVA FUNCIÓN.

También la misma banca se ha monopolizado y se ha convertido en instrumento de monopolización.

En un primer momento, la función de los bancos era la de intermediarios en los pagos; pero, en la medida misma en que las operaciones bancarias se han ido desarrollando y concentrando en un pequeño número de organismos, se han convertido en potentes monopolios que disponen de casi todo el capital, de casi todos los capitalistas, además de la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materia prima del país y de distintos países.

De cada una de las grandes bancas dependen un número considerable de bancos de menor calibre (nacionales y extranjeros) que dominan a su vez sobre un número mayor, y éstos sobre otros. “Es evidente que una banca situada a la cabeza de un tal grupo y que entre en relación con media docena de otros grupos que le hacen concesiones con vistas a grandes y ventajosas operaciones, como los préstitos de Estado, no es en absoluto un intermediario, sino que se ha convertido en instrumento de un grupo de monopolizadores”

La concentración bancaria se ha realizado con extraordinaria rapidez, alcanzando nivel internacional, en todos los grandes países capitalistas: Alemania, Francia, Estados Unidos, etc, gracias a ella, los capitalistas dispersos forman una colectividad capitalista; y un pequeño número de plutócratas (miembros de la clase económicamente dominante) que controla todas las operaciones comerciales e industriales― conoce exactamente la situación de los capitalistas aislados, a quienes puede así controlar ―restringiendo o facilitando los créditos― y acaba por determinar enteramente su suerte, privándolos de capital o permitiendo que lo aumente en forma considerable.

El resultado de todo ello es que un grupo de monopolizadores se apropia del capital, que es un producto del género, colectivo, y del trabajo del resto. Marx había escrito en El Capital que las bancas crean la forma de una contabilidad general y de una repartición general de los medios de producción. Lo que se acaba de ver demuestra que esa contabilidad general es la de toda la clase capitalista; e incluso tiene una mayor extensión, ya que las bancas recogen temporalmente

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