EL PODER COMO AGENTE DE CAMBIO EN LA CONFORMACIÓN DEL MÉXICO ACTUAL
Julio IunaEnsayo18 de Enero de 2022
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U1. EA. Reflexión crítica sobre la investigación [pic 1][pic 2]
histórica y económica de México
JULIO CESAR LUNA SAUSAMEDA
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INTRODUCCIÓN
A lo largo del tiempo ha habido hechos que han marcado y conformado lo que actualmente se conoce como México. Esto no solo es el nombre de un país, sino más bien es el conjunto de conceptos o aspectos que integran una identidad. Puede estudiarse tomando en cuenta su conformación territorial (geografía) y su población, es decir, su cultura e ideología, su diversidad, su economía, su política, etc.
Los procesos históricos por los cuales nos hemos visto conformados como una nación han sido extensos y diversos. Desde las culturas precolombinas que vivieron una unificación, pasando por la conquista y las guerras de liberación y revolución, hasta nuestros días. Se puede decir que todos estos fenómenos obedecen a diferentes causas, entre ellas la económica, la política y la social.
Sin embargo, en este ensayo se retomará la tendencia dominante que ha tenido la política en la consolidación de esos cambios. Es decir, los intereses políticos que han movido al país a sus diferentes estructuras. La búsqueda del poder es un atributo muy arraigado en la sociedad mexicana; muchas veces esta carrera por el control del estado ha desobedecido a los interés económicos y sociales de la comunidad.
Hoy en día, aun cuando la conformación del poder político en México está en su totalidad resuelta y con cierto grado de madurez,[1] existen movimientos políticos que proclaman “una cuarta transformación”[2], sin obedecer a cambios económicos ni sociales. Con esto no se desmerita o afirma que esta aseveración es correcta, sencillamente es un ejemplo valido de la importancia que la ideología política ha tenido a lo largo de la historia en la construcción de la nación.
EL PODER COMO AGENTE DE CAMBIO EN LA CONFORMACIÓN DEL MÉXICO ACTUAL
Desde el comienzo de la humanidad el ser humano se ha desarrollado en sociedades. Estas sociedades o comunidades respondían a cuestiones diversas que definían su funcionamiento, y más allá, conformaban su identidad. Su organización correspondía a las relaciones de producción –poder económico- o relaciones de significación –poder ideológico-. (Bobbio, N., 2001)
Estas relaciones fueron aumentando en complejidad, surgiendo otro tipo conexiones que se basaban en las relaciones de poder, dicho de otra manera, poder político. Hay autores como Foucault (1996), que discrepan entre si este último surge a raíz -o como consecuencia- del contexto que suponen la mezcla de las otras dos relaciones o más correctamente, que es un proceso que surge independiente y su estudio es igual de valido para entender a la sociedad y la conformación del sujeto.
Sin tomar en cuenta de que tipo de relaciones se traten, el tema en que convergen todas es el “poder”. Este concepto engloba toda una filosofía que para efectos del caso se definirá como lo siguiente: “poder se debe de entender a una relación entre dos sujetos de los cuales el primero obtiene del segundo un comportamiento que este de otra manera no habría realizado.” (Bobbio, N., 2001, p. 104). Esta influencia es ejercida de acuerdo mediante la clasificación o división de las sociedades de manera desigual. Es decir, el poder económico separa entre ricos y pobres suponiendo con esto las clases sociales lo que Marx menciona formas de explotación en su análisis al capitalismo; el poder ideológico que divide al mundo entre gente sapiente e ignorantes, también considerado como poder espiritual o religioso por ser la iglesia la que ha ostentado esta forma de “dominación”.
Por ultimo podemos encontrar el poder político o forma de sujeción, por medio del cual el método utilizado es la fuerza, dicho de otro modo, aquel que tenga el monopolio de la fuerza es el soberano o gobernante y aquellos que mediante el consenso se sujeten a él, son los gobernados. Para que este último poder sea reconocido es necesario tener “el uso exclusivo de la fuerza sobre un territorio determinado.” (Bobbio, N., 2001, p. 108).
Ya habiendo definido el poder y lo político se puede definir el Estado, esto es, una organización política que se encarga de regular el uso de la fuerza. También se puede entender al estado como la superestructura por la cual los intereses de las clases dominantes “sociedad política” le imponen una ley de verdad al sujeto que tiene que adquirir sobre él mismo con el objetivo de adquirir control y dependencia del mismo.
Si bien estas diferentes formas de control han suscitado las luchas opositoras en contra de los sistemas impuestos, en la que los diferentes pensadores difieren entre cuales características son las que dominan dichos cambios, para este ensayo no se puede dejar de lado el carácter primordial y unificador que tiene el poder político sobre los otros dos, tomándolo de esta manera: si el uso de “la fuerza es el medio más resolutivo para ejercer el dominio del hombre sobre el hombre” (Bobbio, N., 2001, p. 108) es el poder político el que ejerce la soberanía sobre los demás.
Dejando ya de lado lo teórico, en la práctica de estos conceptos más específicamente en el caso mexicano, la conformación del Estado ha tenido un papel importante en las diferentes revoluciones que ha tenido la nación. Habiendo pasado por distintos sistemas políticos: el dominio patriarcal, el imperio –precolombino-, el virreinato, la democracia, la república, el autoritarismo, el presidencialismo y la federación (Garibay Camarena, G. E., 2008). México tiene en este contexto una gran amalgama de ideologías políticas.
Comenzando con el estudio, se puede dividir la historia de México en tres etapas: la primera es la época de las altas civilizaciones, la segunda el periodo de conquista y la tercera el periodo de conformación de nación. Este último conforma lo que es la historia moderna de México, tiene su división marcada por los periodos de la independencia, la reforma, la revolución. (Okuneva, L., 2010)
Podemos optar por aspectos básicos de las primeras dos épocas, en la que el poder de las grandes civilizaciones era ostentado por la religión y el Estado (tomando como estado a la elite militar que gobernaba, los cargos importantes primeramente eran elegidos por condiciones sociales y religiosas pasando a un sistema hereditario que daba como resultado una familia gobernante. Si bien la mayoría de estos pueblos estaban bajo el poder de un imperio -el mexica-, no se ejercía un dominio directo sobre ellos, factor determinante en el proceso de conquista.
La conquista por otro lado supone un choque cultural, si bien al principio este intercambio fue producto de un aspecto económico, la historia de las colonias deja ver en claro el principal objetivo que los reinos europeos tenían con el “nuevo mundo”. La inminente carrera por hacerse de nuevo territorio y la dominación de los pueblos nativos marcaron un papel principalmente político sobre este proceso. De igual manera los estratos del poder fueron cambiando y optando el gobierno virreinal, lo que ocasionó diferentes luchas anti-españolas que terminaron en el exterminio de las antiguas sociedades e impusieron cargos elegidos por la monarquía a aquellas que todavía quedaron (en el caso de Oaxaca). (Navarrete Linares, F., 2008), (Okuneva, L., 2010).
El proceso de mestizaje como aspecto social dio origen a una nueva conformación del poder, es aquí donde el “pueblo mestizo”[3] al cual se le otorgaron ciertos privilegios “españoles” y con el apoyo de las clases bajas (en este caso las indígenas), busco la conformación de un nuevo poder político que atendiera las necesidades propias de la sociedad en ese momento actual. Esto dio origen a la guerra de independencia, que buscaba emanciparse del poder español.
Es aquí donde inicia la última época de la historia de México, si bien este proceso no fue único en el mundo, una particularidad del caso mexicano fue la conformación de un imperio en lugar de repúblicas como es el caso de los demás países latinoamericanos. Este hecho, aunque breve en comparación con la historia general, es clave en la conformación de los valores que dieron origen al Estado mexicano. Producto de esto es la primera constitución y la conformación del Estado como Republica.
Es a partir de este punto donde encontramos un periodo lleno de confusión política, plagado de guerras civiles, intervención extranjera, revoluciones. Una etapa que paso del absolutismo o dictadura de Santa Anna[4] a la “subyugación” del poder político a los intereses de la sociedad por parte de Juárez[5]. Producto de este proceso están las leyes de Reforma, la pérdida del poder de la iglesia (o por lo menos una parte de ella) y lucha por la protección de la soberanía nacional producto de la intervención extranjera que instauro por un tiempo un choque entre dos formas de gobierno, las cuales estuvieron en enfrentamiento constante – la monarquía y la república-.
El fin de este proceso conllevo a otro igual de interesante, si bien la soberanía estaba manifiesta. Surge otro medio de dominación a través del ámbito económico, debido al intervencionismo extranjero por medio del capital que buscaba la apropiación de los recursos del pueblo. Este proceso estaba dirigido y subsidiado por el presidente en turno: Porfirio Díaz, a este ciclo se le conoció como el Porfiriato (1876-1911). En la cual se le expropio de las tierras al pueblo con la bandera de “la modernización”. Lo que en el punto a tratar fue la utilización del poder económico para conservar el poder político.
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