EUGENIO GARIN. LA EDUCACIÓN EN EUROPA. 1400-1600. PROBLEMAS Y PROGRAMAS

En el siglo XV, ocurre un cambio radical en la educación, en relación con el pasado inmediato: los textos destinados a ser impresos en la memoria, se sustituyen por textos basados en obras de alto nivel científico y se busca poner en contacto a los jóvenes con los autores clásicos. Los nuevos maestros, para enseñar latín y griego, se basaron directamente en los gramáticos clásicos.

Dos son las motivaciones de los escritores educativos de la época: el amor por los jóvenes y la preocupación por no turbar la serenidad y la alegría. Además, todo el saber estará dominado por preocupaciones pedagógicas, donde los autores clásicos servirán de ejemplo para la formación de la juventud, estimulando sus capacidades, sin el temor que se tenía a la fe pagana de los mismos ni a la diferencia entre su cultura y tradiciones y las de la época.

Estos contrastes de escuelas, son en realidad indicios de un movimiento más grave y profundo que un levantamiento universitario cualquiera. Lo que está en el fondo es una lógica nueva, que penetra en la enseñanza a través de la dialéctica. De lo que se trataba era de liberarse de una trama refinadísima y complicadísima de procedimientos y de cuestiones que el esfuerzo de siglos había demostrado era inútil.

Tanto en la edad media como en el renacimiento se leía a los clásicos, pero lo verdaderamente revolucionario era que en este último período, se iba directamente a las fuentes como modelo de educación, en lugar de fragmentarlas y cristianizarlas en grado sumo, como se hizo en épocas anteriores. Los studia humanitatis, buscaban en fin, en contraste con las letras divinas, una re consagración del hombre, de su humanidad, y de lo que le es más próximo, su corporalidad.

La poesía también fue defendida por los humanistas, pero no como un ideal estético, sino como contraposición de lo abstracto del aprendizaje medieval. Lo que los renacentistas descubrieron en los textos antiguos fue al hombre como individualidad histórica concreta y determinable.

Dos siglos más tarde, el ideal de los primeros humanistas entraba en crisis. Un curioso escenario se disputaba: la polémica del humanismo literario por un humanismo real, estaba en boga; se criticaba la forma de leer a los clásicos, pues se decía, solo se buscaba la imitación y el resultado era una pedantería por parte de los estudiantes. El siglo XVII se abre con Galileo y Descartes, Campanela y Bacon, que compartían la visión de la naturaleza como un gran libro abierto ante sus ojos, una cosa digna de ser estudiada y dominada. Criticaban una vida consagrada a la lectura de los griegos, y sustituían este ideal por la acción del estudio de la naturaleza en sí misma. Surge con ello un nuevo ideal de educación:

“Es la educación lo que forma de diferentes maneras a los hombres, fundamentalmente iguales por naturaleza. Es ella quién disciplinando la naturaleza a los hombres, los libera

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