Edad Media
Petercastrov5 de Septiembre de 2013
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La sociedad estamental de la Edad Media incluía clérigos, señores feudales, vasallos, artesanos, comerciantes, etc., cada uno de esos grupos tenía su propio estatuto pero también había esclavos. Desde ya, no existían derechos humanos en la Edad Media para los esclavos, la ley la imponía el señor feudal e incluía la tortura y las bárbaras ejecuciones que eran moneda corriente, no había jueces ni leyes que defendieran a la mayoría que eran desde luego los más desposeídos.
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media. Son los siguientes, aunque alguno seguro que te lo sabes:
-derecho a voto (aunque no servia de mucho fue recogido como uno de los derechos fundamentales)
-derecho a la enseñanza (que antes se hacia en monasterios)
-derecho de libertad de expresion
Fuente(s):
Lo di el otro dia en clase
• hace 1 año
. La Administración en la Edad Media
El sistema feudal es lo más característico de este tiempo, la propiedad, concretamente la de la tierra, era adquirida, consolidada y defendida mediante guerras que sostenían los señores feudales para perpetuar y ampliar sus dominios.
El poder político estaba totalmente descentralizado, de hecho no había naciones en el sentido moderno de la palabra. Los feudos -porciones relativamente pequeñas de territorio- eran gobernados con base a ciertas prácticas de costumbre y, generalmente, prevalecían las personales y caprichosas decisiones del señor amo.
El trabajador tenía que luchar incansablemente para sólo obtener algunos medios con que alimentar su sufrida existencia. Las clases de relaciones entre patronos y trabajadores eran de amo a esclavo, a base de decisiones autocráticas. El señor feudal era amo absoluto, su poder de decisión era ilimitado, a tal grado que llegaba a “decidir” hasta en la noche de bodas de sus vasallos (derecho de pernada o prima nocti).[1]
De esta forma cabe destacar que otra de las características de este periodo, fueron las formas descentralizadas de gobierno y como reacción a lo sucedido en el Imperio Romano y en el gobierno democrático griego, que fueron altamente centralizados.
Es así como aparece el feudalismo, sistema bajo el cual los antiguos ciudadanos y habitantes del Imperio Romano se agruparon alrededor de personajes en busca de su protección.
Al continuarse la guerras y con la caída del Imperio Romano, se levantaron nuevos Estados que repartieron las tierras conquistadas o las depositaron a Señores Feudales para gozar de su protección, creándose grandes extensiones de territorio que se denominaron feudos y que eran propiedad de una nueva clase social, los Señores Feudales, en donde ellos eran los dueños y los antes esclavos, los colonos y los campesinos libres se convirtieron en campesinos vasallos que en ciertas circunstancias se convertían en siervos y el lema era: "no hay tierra sin señor".
1. Evolución organizativa medieval
Según J. D. Mooney,[2] durante la época medieval hubo una notable evolución de los sistemas organizativos como resultado del debilitamiento del poder central de los últimos días del Imperio Romano. La autoridad pasó al terrateniente el cual tuvo poderes extraordinarios para fines tributarios y de policía dentro de su dominio o saltus. Se extendió también la "commendatio" o entrega de tierra por parte de un pequeño terrateniente que vivía en ella como precarium para su protección, posteriormente se le cobraba una cuota vitalicia a través del "beneficio", y por último el "beneficio" se convirtió en feudo que los vasallos recibían en ceremonias por servicios especiales prestados casi de carácter militar. Estos vasallos hacían lo mismo como otros y así se estableció una pirámide feudal en cuya cúspide estaba el rey.
El rasgo característico del feudalismo es la naturaleza de la autoridad que delegaba el rey, quien investía a su vasallo como autoridad revocable a voluntad. En donde los vasallos dependían poco del rey y sólo los controlaba por el juramento de lealtad, por lo que en muchos casos esta obligación descansaba mas bien en el honor personal que en el reciproco interés, por lo que las personas situadas en la base de la pirámide feudal dependían de su señor inmediato pero esta dependencia no se daba en gradaciones hasta la cima.
En tales condiciones, o los vasallos se desprendían de la autoridad haciéndose independientes, o bien, el rey por medio de otras fuentes de poder, conseguía reducir a los vasallos a la condición de súbditos. Lo primero sucedió en Alemania y lo segundo en Francia.[3]
Los campesinos o siervos, gozaban de una economía propia basada en el trabajo personal en donde el señor feudal les prestaba la tierra y el tiempo de trabajo se dividía en dos: El tiempo necesario, en el que creaba el producto necesario para su sustento y el tiempo adicional en el que se creaba un excedente que se apropiaba el señor feudal en la forma de renta del suelo y que además se podía pagar con trabajo, con dinero o en especie.
La Ley económica fundamental del régimen feudal, consiste en la obtención de un plus-producto por los señores feudales, en forma de renta feudal.[4]
2. Iglesia Católica Apostólica y Romana
A través de los siglos, las normas administrativas y los principios de la organización pública se fueron transfiriendo de las instituciones estatales (como en el caso de Atenas, Roma, etc.) a las instituciones de la naciente Iglesia Católica y a las organizaciones militares. Esa transferencia se hizo lenta, pero efectivamente, tal vez porque la unidad de propósitos y de objetivos –principios fundamentales en las organizaciones eclesiásticas y militares- no se encontraba siempre en la acción política que se desarrollaba en los estados, movida generalmente por los objetivos contradictorios de cada partido, dirigente o clase social.
En el transcurso de los siglos, la Iglesia Católica estructuró su organización, su jerarquía de autoridad, su estado mayor (asesoría) y su coordinación funcional. La Iglesia cuenta con una organización jerárquica tan simple y eficiente, que su enorme organización mundial puede operar satisfactoriamente bajo el mando de una sola cabeza ejecutiva: el Papa, cuya autoridad coordinadora, según la Iglesia Católica, le fue delegada por una autoridad divina superior.[5]
La Iglesia, impuso sus valores en el orden social y religioso, identificando al gobierno eclesiástico con el Estado.
En el campo comercial se impusieron criterios muy severos pues la actividad de los mercaderes se consideraba como una actividad vergonzosa e ilícita. La usura fue considerada como un robo. El valor fundamental de este periodo radicaba en la salvación del alma, objetivo que se desprendía del principio de que el hombre fue puesto en la Tierra durante un periodo en el que su primer afán debería ser prepararse para la Eternidad.
Estos valores conformaron el sistema económico medieval.
En la última parte del Medioevo dos hechos importantes se introducen en la escala de valores:
Primero. Se desarrolla una creciente actividad comercial en los estados italianos, por un incremento en las actividades de los gremios de artesanos. Se da, al mismo tiempo, un creciente intercambio comercial de productos entre los Estados.
Silva Herzog dice que: “Las Cruzadas no sólo tuvieron un objetivo religioso, sino que también obedecieron a causas económicas, para desarrollar el comercio con el Medio Oriente.”
Segundo. Los valores basados en principios religiosos empiezan a cambiar, a raíz de los escritos de Santo Tomás de Aquino quien, entre otras cosas, justifica contra la opinión establecida, la actividad del mercader, sosteniendo que, aunque el comercio sea desagradable es un mal necesario y que el comercialismo tiene una función social. Se considera importante esta justificación de las actividades mercantiles. La usura siguió siendo condenada y restringida.[6]
De todos modos, la estructura de la organización eclesiástica sirvió de modelo para muchas organizaciones que, ávidas de experiencias exitosas, pasaron a incorporar una infinidad de principios y normas administrativas utilizadas en la Iglesia Católica.
Durante la Edad Media, floreció y se consolido la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que de acuerdo con sus principios doctrinales, el Papa recibe su autoridad de Dios y ocupa la mayor jerarquía en la organización. Su autoridad central es poderosa y única, en contraposición a otra forma administrativa en donde conforme la organización crece se van estableciendo niveles intermedios e inferiores de autoridad, en la Iglesia Católica existe un proceso inverso no de delegación, sino de superposición de autoridad a niveles superiores. El Papa conserva una autoridad no delegada y los nombrados derivan la suya no del Papa, sino directamente de Dios.
Al crecer el número de fieles las pequeñas misiones se constituyeron en Iglesia y éstas desde un principio se agruparon en diócesis. La autoridad coordinadora se caracteriza de un poder central, que tiene unido a un colegio de obispos con poderes propios que requieren, sin embargo, la subordinación a dicho poder central. En esta época, el poder interfirió en la Administración de la Iglesia y hubo una larga contienda en los siglos XI, XII y XIII.
El Senado del Romano Pontífice, lo constituyen los cardenales y en el gobierno de la Iglesia le asisten como consejeros y colaboradores, se le denomina Sagrado Colegio de Cardenales y se distribuye en tres órdenes: episcopal, presbiteriana y diaconal.
El
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