El Arte De Amar

La tercera Mujer

Lectura No. 5

Título: La tercera Mujer, permanencia y revolución de lo femenino

Fecha de publicación: Enero 1999

Autor: Gilles Lipovetski

Conceptos: Cultura, feminismo, amor, amor prisión, sexualidad, género, vida sexual, sentimientos, modernidad, fidelidad, roles, romanticismo, individualidad.

El amor ha sufrido una metamorfosis a través del tiempo y las culturas. En la Edad Media pasó de ser algo formalista a una comunicación personalizada llevada al extremo; de lo aristocrático a lo común, impulsivo y erótico. Por otra parte, en la época de las catedrales se fundamentaba en la excelencia de las cualidades de los amantes, y en los tiempos modernos, se convirtió “en una pasión irracional y paradójica, sin otra justificación que su misma existencia”.

Sin embargo, existen rasgos que el amor ha conservado de manera permanente a través del tiempo. En primer lugar, el amor ha reconocido la libertad de elección de los amantes, es decir, es fundamentada en la reciprocidad de los sentimientos, en el amor mutuo, en la fidelidad y la exclusividad que va mas allá de la atracción sexual. Por otra parte, y se da paralelo a lo anterior, el amor se ha construido en la lógica social de los roles masculinos y femeninos. El estereotipo de hombre es el que toma la iniciativa y no es juzgado por sus acciones sexuales, mientras que el de la mujer es que se deja adorar y cortejar, pues se maneja con censura su sexualidad: “El amor conjugado en masculino, no constituye sino una ocupación entre otras, mientras que colma la existencia femenina”.

Mientras que la mujer toma el amor como renuncia, pues se entrega total de cuerpo y alma, con un fin incondicional; es una vocación, una mística, una idea que absorbe la existencia. Para la mujer, hay una necesidad de amar incondicional, constante y dependiente que define su ser.

Por otro lado, el hombre quiere disfrutar a la mujer con el fin de enriquecerse y desarrollar su potencial de existencia; el amor es un ideal contingente.

A partir de esto, nace la idea de que la mujer depende del hombre por ser el sexo sensible y que tiene como vocación amar.

El lugar que ocupa el amor en la identidad y sueños femeninos, juega un papel importante en el siglo XVIII donde se da la “primera revolución sexual”.

En esta época los sentimientos reciben más atención, hay mayor compromiso femenino con la relación amorosa y aparece la libre elección de la pareja. Esto era algo opuesto al compromiso que se hacia por dinero o por seguimiento de las normas tradicionales. Esta revolución hace que la mujer sueñe con enamorarse y encontrar el amor de su vida; crecen los ideales de felicidad

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