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El Arte De La Microhistoria


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  1.772 Palabras (8 Páginas)  •  449 Visitas

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El arte de la microhistoria

Luis González

La teoría histórica común apenas afecta la conducta del microhistoriador, pues, como dice Braudel, "no existe una historia, un oficio de historiador, sino oficios, historias, una suma de curiosidades, de puntos de vista, de posibilidades" El punto de vista, el tema y los recursos de la microhistoria difieren del enfoque, la materia y el instrumental de las historias que tratan del mundo, de una nación o de un individuo. Nadie ha puesto en duda la distinción entre la meta y el método microhistóricos y el fin y los medios de la macrohistoria y la biografía. Como es sabido, aparte de los tratados generales acerca del saber y el hacer históricos, existen estudios sobre el conocimiento y la hechura de historias universales, historias patrias y biografías.

La escasez de estudios acerca del asunto que nos reúne en este Primer Encuentro de Historiadores de Provincia es sin duda un obstáculo para llegar a conclusiones en firme, pero es también un estímulo para la reflexión, Lo que se nos ocurra en este debate puede contribuir a la guía esperada. No vamos a recorrer un camino hecho, y por lo mismo, es posible ayudar a construirlo.

HISTORIA

Como la mayoría de las especies del género histórico, la que nos ocupa nació en Grecia. En Alfonso Reyes se lee que en la época alejandrina hubo "un tipo intermedio, el de los anticuarios", que a veces recopiló tradiciones locales y otras investigó la literatura "para esclarecer la historia o su escenario geográfico. Tales fueron, en el siglo II, Polemón de Ilión, Demetrio de Escepsis y Apolodoro Ateniense".10 También los latinos, una vez que aprendieron de los griegos a escribir historia, se aplicaron, según Dionisio de Halicarnaso, a cultivar la crónica local. Pero ni los griegos ni los romanos supieron hacer grandes historias de temas pequeños. Preocupados por los destinos del imperio, se desentendieron del pasado de la tierra nativa.

Tampoco el siglo de las luces hizo microhistoria de primer orden. Los ilustrados creyeron que el único asunto digno de estudio era la historia mundial.17 Pero, a pesar del desprecio con que fueron vistas, datan de entonces historias locales tan vastas y célebres como las Memorias históricas sobre la marina, el comercio y las artes de la antigua ciudad de Barcelona, de don Antonio Capmany y de Montpalau; una documentada narración de Nueva Inglaterra, con la que el clérigo Prince inaugura la historia local en los Estados Unidos, y varias historias de ciudades hispanoamericanas.

EL MICROHISTORIADOR

En el periodo que comienza alrededor de 1945 el número de cultivadores de la historia matria ha aumentado sensiblemente. Explicar ese aumento no es tarea fácil. Decir que se debe a la revolución regionalista de nuestros días no basta. Seguramente muchos se han inscrito en el arte para aportar elementos a la venganza de las regiones contra sus metrópolis. Otros habrán entrado para evadirse del infierno de las urbes y aspirar las delicias del mundo preindustrial y preurbano. No debe descartarse la posibilidad del despistado que haya caído en la microhistoria por razones tan poco nobles como las de ganar dinero, poder y fama, pero la gran mayoría se habrá metido por simple nostalgia y amor a la familia y al terruño. Los más de los microhistoriadores del momento presente son originarios del villorrio, la villa o la ciudad objeto de sus estudios. La actitud romántica sigue siendo el motor principal de la microhistoria.

La condición social del microhistoriador es, como la de cualquier intelectual, de dependencia. No pertenece ni por origen ni por estado al nivel de la espuma. Antes muchos provenían de las altas esferas del poder y el dinero; hoy abundan los oriundos de la clase media y aun los de origen proletario. En el conjunto de la sociedad se les localiza junto a los intelectuales, en el rincón de los rechazados. En el seno de la república de las letras todavía no ocupan los pisos de arriba, aunque ya, en el gremio de los historiadores, empiezan a dejar de ser los patitos feos. Día a día ganan casta social, pero aún están muy lejos de volver a la altura alcanzada en el Renacimiento, y más todavía a tener el status que se merecen como memorialistas de las comunidades.

El microhistoriador requiere un mínimo de dotes y bienes culturales. Por lo pronto, necesita de una buena dosis de esprit de finesse como el macrohistoriador. Debe ser un hombre de ciencia, pero no al modo burdo del geómetra. También es hombre al agua si no tiene a su alcance archivos y bibliotecas. Y está fuera de toda posibilidad de competir en el mercado intelectual si no posee un buen arte del oficio. En Bauer se lee: "La historia regional cae en descrédito por el diletantismo con que frecuentemente se cultiva"

LO MICROHISTÓRICO

Cada disciplina del saber recorta del conjunto de la realidad un dominio o campo propio para esclarecerlo a su manera. Sólo en términos generales puede decirse que el dominio de la microhistoria es el pasado humano, recuperable, irreversible, influyente o trascendente o típico. Dentro del enorme universo del pasado historiable es posible aislar la parcela que le corresponde a la microhistoria; es decir, el espacio, el tiempo, la gente y las acciones que le preocupan.

El tiempo y los tiempos de la microhistoria también tienen su peculiaridad. Un estudioso de la nación o del mundo pocas veces se interesa por el origen, la vida total y el término de una

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