El Evangelio En Los Evangelios

INTRODUCCIÓN

“Evangelio” significa “buena noticia”, sin embargo no siempre ha sido interpretado así. A partir del siglo II, en caso de incendio y a pesar de las citas bíblicas y los nombres divinos que contienen, no merecía salvarse del fuego. Rabí Meir, jugando con la palabra griega, designa satíricamente el evangelion como “libro de falsedad” y más adelante otro rabino, se refiere a él como “libro del pecado”. Por el contrario, también a partir del siglo II eran vistos los Evangelios como unidad.

La presencia del único evangelio de Jesús en los cuatro evangelios canónicos, tiene una relevancia indudable para la vida de la Iglesia y en particular para la labor teológica. Pero no está exento de problemas ya que las coincidencias entre Mateo, Marcos, Lucas y Juan no ocultan la diversidad existente entre ellos. Este factor ha conducido a posturas extremas que los consideran irreconciliables e irreductibles a la unidad. Ello impide a los evangelios inspirar el pensamiento y la existencia cristiana. Es tal las controversias que se ha producido que Benedicto XVI publicó en 2007 la primera parte de su obra magna sobre Jesús antes de que estuviera culminada la totalidad de su proyecto.

La unidad y diversidad de los evangelios es una cuestión amplia y para exponerla este documento se divide en tres momentos. El primero es presentar el objeto de la exposición, el evangelio mostrando su carácter salvífico, universal y personal. El segundo es la primera explicación acerca de “un evangelio y cuatro evangelios” y por último se propone, un acercamiento metodológico acorde con la naturaleza de estos escritos que permita captar en la singularidad de cada uno de ellos el único evangelio de Jesucristo.

1. EVANGELIO Y EVANGELIOS.

Es costumbre hablar de “los evangelios” (en plural) y de “el evangelio” (en singular), ya que no hay oposición entre ambos usos.

1.1. Un evangelio.

El autor que más veces habla del evangelio es Pablo que mediante este término expresa la razón de ser de su predicación, de todo su ministerio. Hay datos que sugieren que “evangelio”, en sentido propio, sólo hay uno, centrado en Jesús y que procede de Dios y le ha sido confiado al Apóstol.

a) El evangelio.

Evangelio tiene escasa tradición veterotestamentaria (Antiguo Testamento) ya que sólo aparece una vez en los Setenta y sin valor religioso. Su empleo en el culto imperial guarda especial significado para el uso neotestamentario (Nuevo Testamento).

El texto hebreo lee en singular, pero los LXX lo han traducido en plural. Esta única aparición del término en el Antiguo Testamento es también la única vez en toda la Biblia que lo hallamos en plural.

De modo que el uso neotestamentario presenta una singularidad. El mundo antiguo conoce muchos “evangelios”, el Nuevo sólo uno.

Hay sin embargo un importante rasgo común a las acepciones profana y neotestamentaria y es que el contenido de la buena noticia es un acontecimiento que hace referencia a algo realmente sucedido, el hecho de que aparezca siempre y sólo en singular precedido por el artículo, permite intuir su carácter excepcional.

b) Un acontecimiento salvador.

Los pasajes de Isaías anuncian una buena nueva que en cierto modo guarda relación con otras “buenas nuevas” de orden militar contenidas en la Escritura hebrea. Esas buenas nuevas es un reino, que no será una mera reedición del reinado de David o de Salomón, sino que ha de implicar al Señor en primera persona: El reino de Dios.

La paz que se anuncia no es simplemente el final de una guerra: es la salvación y consiste en que “reina tu Dios”. El evangelio de Isaías es el evangelio del reino de Dios.

Los destinatarios de su “evangelio” son los pobres. En conformidad con la profecía, el evangelio es un anuncio de salvación para aquellos que no pueden esperar la salvación de sus propios recursos.

c) Un acontecimiento universal.

La “historia de Dios” no comienza con la vocación de Abraham, sino con los relatos de la creación, cuyo artífice es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. El reino de Dios de Israel es por tanto el reino de Dios creador, de modo que por su propio naturaleza es un reino universal. Con ellos se manifiesta el objetivo último de la elección de Israel.

Ha llamado a un pueblo para, por medio de él, establecer su reinado en el mundo entero.

La salvación que está en el corazón del anuncio es para “las naciones”.

La proclamación de la Buena Nueva ha de extenderse a toda la obra del Creador. El evangelio para Israel supone el comienzo de la salvación para todas las naciones.

d) Un acontecimiento personal.

La buena noticia de que habla Isaías está mediada por un personaje profético, que no sólo la proclama, sino que en cierto modo la encarna, en virtud de una intervención especial sobre él del Espíritu del Señor.

Cuando proclama el Reino no anuncia algo que le sea externo: él mismo forma parte irrenunciable de ese mensaje.

Es el evangelio de Jesús porque él lo proclama, pero también porque él lo encarna.

De todo esto se deriva que el evangelio no puede ser más que uno. Por ello, es “buena noticia” destinada a realizar la salvación para todos los hombres, pero además esa buena noticia es “alguien”, se concentra en una persona.

Cuatro son los relatos que atestiguan autorizadamente este acontecimiento.

1.2. Cuatro evangelios.

A partir de mediados del siglo II los primeros manuscritos de los evangelios atestiguan una novedad. Hasta entonces se les había llamado “las palabras” de Jesús o “las memorias de los Apóstoles” pero en este momento empezamos a leer una expresión peculiar: “según” seguida del nombre del evangelista en acusativo. De modo que cada una de las cuatro narraciones son versiones de ese único Evangelio.

Tienen distintos autores (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) conteniendo los cuatro un mismo evangelio: el de Jesús. Tenemos una doble autoría, a distinto nivel. El autor principal es Jesús, cuyo nombre se sobreentiende y el autor secundario que nos da una versión del evangelio

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