El Porfiriato 1ra Parte
carlos5panda4 de Noviembre de 2013
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El Porfiriato 1ª Parte
Al reelegirse el presidente Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz decidió rebelarse militarmente contra aquél. Formado en la guerra de Reforma y durante la intervención francesa, Díaz gozaba de gran prestigio entre los militares y de renombre en los círculos políticos del país. El triunfo del Plan de Tuxtepec, lo llevó a la presidencia de México para gobernar desde 1876 hasta 1911, con un breve intermedio generado por el gobierno de su amigo Manuel González.
El Progreso Porfirista
Con la entrada de José Ives Limantour en Hacienda en 1893 surgió un auge de las compañías enajenadoras de terrenos comunes baldíos, se modificó la Constitución de 1857 para permitir la reelecciones y se aprobó la ley que otorgaba la gran explotación minera a los capitales de Estados Unidos y Gran Bretaña. Limantour, tras la crisis de 1892, abrió el país a la inversión extranjera y promovió la creación de nuevas industrias. La corrupción, el fraude electoral y la represión fueron las propuestas de la administración Díaz a las tensiones sociales, nacidas del contraste entre una oligarquía poderosa, controladora de los resortes económicos y políticos y una población de casi 13 millones de personas ligadas mayoritariamente a la tierra. La crisis de 1907 y las luchas de sucesión en el seno del gobierno favorecieron el inicio de la revolución mexicana, dirigida por Madero.
Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20,000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importantes y hacia la frontera con los Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial.
También sirvieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se extendieron por buena parte del territorio nacional. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos, y poco a poco se fueron pagando las deudas.
La agricultura progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, se cultivó un sólo producto: henequén, caña de azúcar y algodón.
México tuvo un crecimiento económico nunca antes visto. Pero como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo favoreció a unos cuantos mexicanos y extranjeros. Con esto, la desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, se fue haciendo cada vez más profunda la esperanza de comer cada día.
Se agudizó la tendencia a acumular terrenos en manos de unos pocos propietarios; es decir, a la formación de latifundios.
Los indígenas perdieron muchas tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas. Allí había trabajo, pero estaban mal pagados, tenían poca libertad y se veían obligados a gastar el poco dinero que ganaban en las tiendas de raya, que eran de los propios patrones y que vendían todo más caro. Al endeudarse en estas tiendas, los peones tenían que seguir trabajando para el mismo patrón, aunque los tratara mal. En algunas regiones, como la península de Yucatán y Valle Nacional, Oaxaca, los peones eran, por el trato que se les daba, prácticamente esclavos.
En este periodo se continuó el esfuerzo iniciado con Manuel González por superar la educación en todos sus niveles; hombres de la talla de Joaquín Baranda, Ezequiel Chávez, Enrique C. Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra Méndez le dieron lustre a este proceso que incluyó desde los jardines de niños hasta la educación superior, pasando por la formación de maestros.
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