El Principito
thalliz12 de Diciembre de 2011
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Título de la obra: “El Espíritu de las Leyes”
Autor: Montesquieu
Traducción y preparación: Mercedes Blázquez y Pedro de Vega
Copyright by Tecnos, 1980
Capítulo 1. De las leyes en general.
Las leyes en su más extenso significado, son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas; y, en este sentido, todos los seres tienen sus leyes: la divinidad (...) el mundo material (...) las inteligencias superiores al hombre (...) los brutos (...) los hombres (...) Estas reglas son un relación establecida constantemente (...) cada diversidad es uniformidad; cada cambio es constancia. (...)
El hombre como ser físico, lo mismo que los demás cuerpos, está gobernado por leyes invariables. Como ser inteligente, viola sin cesar las leyes que ha establecido Dios, y varía las que ha establecido él mismo; hace falta que se conduzca y, sin embargo, es un ser limitado; está sujeto a la ignorancia y al error, como todas las inteligencias finitas; incluso pierde los débiles conocimientos que posee. Como criatura sensible se encuentra sometido a mil pasiones; semejante ser podía olvidar a Dios en todo instante. Dios se lo recuerda por las leyes de la religión; semejante ser podía olvidarse en todo instante de sí mismo; los filósofos le han recordado por las leyes de la moral: hecho para vivir en sociedad podía olvidar a los demás; los legisladores le han hecho entrar en sus deberes por las leyes políticas y civiles.
Capítulo 2. De las leyes de la naturaleza.
Anteriores a todas estas leyes son las leyes de la naturaleza, llamadas así porque derivan únicamente de la constitución de nuestro ser. Para conocerlas bien, hay que considerar a un hombre antes del establecimiento de las sociedades. En semejante estado, las leyes que reciben serán las de la naturaleza.
La ley que imprimiendo en nosotros la idea de un creador nos lleva hacia él es la primera (...) por su importancia (...) pero no por el orden. El hombre en su estado natural tendría la facultad de conocer, pero no conocimientos. Es claro que sus primeras ideas no serían ideas especulativas. Pensaría en la conservación (...) Un hombre así sólo sería consciente, al principio de su debilidad; su timidez sería extremada. (...) En estas condiciones cada uno se sentiría inferior a los demás o, todo lo más, igual, de modo que nadie intentaría atacar a otro. La paz sería, pues, la primera ley natural. (...)
Al sentimiento de su debilidad (...) uniría el sentimiento de sus necesidades, y, así, otra ley natural sería la que le inspirase la búsqueda de alimentos. (...) el temor (...) el placer (...) la atracción (...) (...) el conocimiento (...) constituiría la tercera. (...) Y el deseo de vivir en sociedad es la cuarta ley natural.
Capítulo 3. De las leyes positivas.
Tan pronto como los hombres se hallan en sociedad, pierden el sentimiento de su debilidad; cesa la igualdad que existía entre ellos, y comienza el estado de guerra.
Cada sociedad particular llega a sentir su fuerza, lo que produce un estado de guerra de nación a nación. Los particulares, en cada sociedad, comienzan a sentir su fuerza; buscan volver a su favor las principales ventajas de esta sociedad, lo que constituye entre ellos un estado de guerra.
Estas dos clases de estados de guerra establecen las leyes entre los hombres. Considerados habitantes de tan gran planeta, en el que es necesario que haya diversos pueblos, tienen leyes en las relaciones que estos pueblos tienen entre sí; y es el Derecho de gentes. Considerado como viviendo en una sociedad que debe ser mantenida, tiene leyes en las relaciones que tienen los que gobiernan con los gobernados; y es el Derecho político. Las tienen también en las relaciones que todos los ciudadanos tienen entre sí; y es el Derecho civil. (...) Una sociedad no podría subsistir sin un gobierno. La reunión de todas las fuerzas particulares (...) forma lo que se llama un Estado político. (...)
Las fuerzas particulares no pueden reunirse sin que se reunan todas las voluntades. La reunión de estas voluntades (...) es lo que se llama estado civil.
La ley, en general, es la razón humana en cuanto gobierna a todos los pueblos de la tierra; las leyes políticas y civiles de cada nación no deben ser más que los casos particulares a los que se aplica la razón humana. Por ello, dichas leyes deben ser adecuadas al pueblo para el que fueron dictadas (...) Deben adaptarse a los caracteres físicos del país, al clima (...) a la calidad del terreno, a su situación, a su tamaño, al género de vida (...) Deben adaptarse al grado de libertad que permita la constitución, a la región (...) inclinaciones (...) riqueza (...) costumbres (...) maneras.
LIBRO XI
De las leyes que dan origen a la libertad política en su relación con la constitución
CAPÍTULO I: Idea general.- Distingo las leyes que dan origen a la libertad política con relación a la
constitución, de aquellas que lo hacen con relación al ciudadano. Las primeras constituyen el tema de
este libro; trataré de las segundas en el libro siguiente.
CAPÍTULO II: Diversos significados que se dan a la palabra libertad. No hay una palabra que haya
recibido significaciones más diferentes y que haya impresionado los ánimos de maneras tan dispares
como la palabra libertad. Unos la han considerado como la facultad de deponer a quien habían dado
un poder tiránico; otros, como la facultad de elegir a quién deben obedecer; otros, como el derecho
de ir armados y poder ejercer la violencia, y otros, por fin, como el privilegio de no ser gobernados
más que por un hombre de su nación o por sus propias leyes. Durante largo tiempo algún pueblo hizo
consistir la libertad en el uso de llevar una larga barba. No han faltado quienes asociando este
nombre a una forma de Gobierno, excluyeron las demás. Los afectos al Gobierno republicano la
radicaron en dicho Gobierno; los afectos al Gobierno monárquico la situaron en la Monarquía. Enresumen, cada, cúal ha llamado libertad al Gobierno que se ajustaba a sus costumbres o a sus
inclinaciones. Ahora bien, como en una República no se tienen siempre a la vista y de manera tan
palpable los instrumentos de los males que se padecen y las leyes aparentan jugar un papel más
importante que sus ejecutores, se hace residir normalmente la libertad en las Repúblicas,
excluyéndola de las Monarquías. Por último, como en las democracias parece que el pueblo hace
poco más o menos lo quesus ejecutores, se hace residir normalmente la libertad en las Repúblicas,
excluyéndola de las Monarquías. Por último, como en las democracias parece que el pueblo hace
poco más o menos lo que quiere, se ha situado la libertad en este tipo de Gobierno, confundiendo el poder del pueblo con su libertad.
CAPÍTULO III: Qué es la libertad.- Es cierto que en las democracias parece que el pueblo hace lo que
quiere; pero la libertad política no consiste en hacer lo que uno quiera. En un Estado, es decir, en unasociedad en la que hay leyes, la libertad sólo puede consistir en poder hacer lo que se debe querer y
en no estar obligado a hacer lo que no se debe querer.
Hay que tomar consciencia de lo que es la independencia y de lo que es la libertad. La libertad es el
derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo que si un ciudadano pudiera hacer lo que
las leyes prohiben, ya no habría libertad, pues los demás tendrían igualmente esta facultad.
CAPÍTULO IV: Continuación. del mismo tema.- La democracia y la aristocracia no son Estados libres
por su naturaleza. La libertad política no se encuentra más que en los Estados moderados; ahora
bien, no siempre aparece en ellos, sino sólo cuando no se abusa del poder. Pero es una experiencia
eterna, que todo hombre que tiene poder siente la inclinación de abusar de él, yendo hasta donde
encuentra límites. ¡Quién lo diría! La misma virtud necesita limites.
Para que no se pueda abusar del poder es preciso que, por la disposición de las cosas, el poder frene
al poder. Una constitución puede ser tal que nadie esté obligado a hacer las cosas no preceptuadas
por la ley, -y a no hacer las permitidas.
CAPÍTULO V: Del fin de los distintos Estados.- Aunque todos los Estados tengan, en general, el mismo
fin, que es el de mantenerse, cada uno tiene, sin embargo, uno que le es particular. El
engrandecimiento era el de Roma; la guerra, el de Lacedemonia ; la religión, el de las leyes judaicas;
el comercio, el de Marsella; la tranquilidad pública, el de las leyes chinas ; la navegación, el de las
leyes de Rodas; la libertad natural, el de la legislación de los salvajes; las delicias del príncipe, por lo
común, el de los Estados despóticos; La gloria del príncipe y la del Estado, el de las Monarquías; el
objeto de las leyes de Polonia es la independencia de cada ciudadano, pero de ellas resulta la
opresión de todos.
Existe también una nación en el mundo cuya constitución tiene como objeto directo la libertad política.
Vamos a examinar los principios en que se funda: si son buenos, la libertad se reflejará en ellos como
en un espejo.
Para descubrir la libertad política en la constitución no, hace falta mucho esfuerzo. Ahora bien, si se la
puede contemplar y si ya se ha encontrado, ¿por qué buscarla más?
CAPíTULO VI: De la constitución
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