El Pueblo De Mexico
blaiza2829 de Agosto de 2013
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La historia nos ha enseñado que la pobreza y los rezagos acumulados en materia de salud son ingredientes de un cóctel con resultados no deseables, " hombres y mujeres enferman porque son pobres, se vuelven más pobres porque están enfermos y más enfermos porque son más pobres " estableciendo a la pobreza como el principal problema de salud pública.
El tema que nos ocupa permite, asimismo, recorrer a grandes pasos algunos eventos que son importantes para entender mejor el momento que vivimos en materia de salud y valorar, con rigor pero sin sesgos ideológicos o coyunturales, nuestro sistema de salud.
Existe un círculo vicioso entre pobreza, enfermedad y subdesarrollo, debido a que los escasos niveles de salud conducen a una mortalidad precoz, perdida de jornadas de trabajo e invalidez y a un gran costo de la asistencia sanitaria curativa. Se observa que la baja producción de bienes y servicios conduce a ingresos familiares insuficientes y a un bajo nivel de vida, afectando así a elementos esenciales como la nutrición, vivienda, educación, vestido y transporte entre otros que desembocarán en el incremento de las enfermedades con la subsecuente perdida en la calidad y cantidad de la energía humana afectando negativamente el nuevo nivel de producción, generando el circulo vicioso antes mencionado, finalmente por la escasez de recursos económicos son pocas las intervenciones sociales destinadas a la medicina preventiva y salud pública pues los recursos se destinan mayoritariamente a los aspectos curativos y de rehabilitación en la atención médica que enfrenta una demanda creciente por el aumento de la pobreza, agravándose el problema del circulo vicioso.
Los cambios en la salud de las poblaciones toman tiempo, y a veces es más prudente darle continuidad a aquellas acciones que han funcionado bien, que modificarlas precipitadamente. Ante esta desfavorable situación debemos cuestionarnos seriamente sobre el aprovechamiento de los recursos sanitarios disponibles al mismo tiempo que se buscan alternativas inteligentes para obtener más recursos económicos para el sector, pues probablemente nadie o muy pocos podrán dudar de la gran cantidad de trabajadores de la salud capacitados y entrenados para atender los problemas de salud más frecuentes, la infraestructura sanitaria de diversa complejidad aprovechable distribuida a lo largo y ancho del territorio nacional, los métodos y procedimientos de organización y funcionamiento, el equipo médico y de transporte, los medicamentos y materiales de curación, etc.
Si los recursos están ahí, ¿qué debemos hacer para mejorar los niveles de desempeño actual y el impacto en la salud que todos deseamos? ¿Cómo podemos avanzar en la coordinación de esfuerzos entre instituciones de salud y niveles de gobierno? ¿Cómo debemos de distribuir los recursos para maximizar su impacto social entre regiones y usos alternativos? ¿Cuáles son las verdaderas áreas de oportunidad para la coordinación con los otros sectores de la economía que impactan en la salud? ¿En qué niveles deberíamos marcar los estándares de actuación de los tomadores de decisiones? ¿Cómo deberíamos fomentar las conductas hacia la prevención de riesgos y el auto cuidado de la salud entre la población? ¿Cómo unir los esfuerzos de las universidades y centros de investigación para aprovechar su experiencia acumulada y nuevos conocimientos para resolver problemas añejos y atacar los nuevos retos? ¿Cómo trasmitir ánimo para eliminar la indiferencia y la falta de compromiso de los trabajadores de la salud que han perdido el rumbo o se han olvidado de la razón de ser de las instituciones en las que laboran?
Estas son solo algunas de las interrogantes que surgen al reflexionar sobre lo que queremos alcanzar en los próximos años, comparándola con la situación en la que nos encontramos y reconocer el largo trecho que nos falta por recorrer, y
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