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El Realismo Mágico En García Márquez


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2012  •  2.018 Palabras (9 Páginas)  •  713 Visitas

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El Realismo Mágico en García Márquez

Ante todo deseo manifestarles que soy un simple neófito en este tema. No soy literato, ni crítico literario. Nada de lo que voy a decir acá pretende tener un valor distinto al de que acepté la aventura del desafío de hablar de García Márquez, por tratarse del más célebre escritor que ha tenido Colombia a todo lo largo de su historia literaria.

Es probable que mis explicaciones, mis citas, la información que manejo, no sean ni completas ni precisas, e incluso aparezcan deformadas, a causa de mis limitaciones intelectuales. Voy a hablar aproximádamente, tentativamente, subjetivamente, con un acervo de conocimientos escaso, que apenas puede llegar a pergeñar un boceto, rebatible, desde luego, con otros argumentos, otras impresiones y otros conceptos.

Lo barroco, lo mágico y lo mítico, lo real maravilloso, la unidad y la universalidad de la cultura, el tiempo como historia y conciencia, son los aspectos fundamentales del denominado realismo mágico, en cuyas fuentes abrevó García Márquez, junto con otros destacados escritores latinoamericanos, contemporáneos suyos.

La realidad de nuestro América barroca, no puede recibir calificativo distinto al de maravillosa, no en el sentido elemental, sino en el más profundo, en aquel que sobrepasa la estética de lo bello y lo feo, para encajar en una forma particular, auténtica y autóctona.

La apropiación de lo imaginario como esencia de lo real, y de las posibilidades linguísticas para expresarlo, se consolidaron al acercarse la década del 60, como bases inevitables de lo que se llamaría “nueva” novela latinoamericana.

La síntesis entre lo real y lo imaginario, iniciada después del 47, comenzó a redescubrirse.

Antes de 1960, era muy raro oír hablar de la “novela hispanoamericana contemporánea” a gente no especializada. Las novelas de cada país quedaban confinadas dentro de sus fronteras, y su celebridad se circunscribía a un marco más o menos local : antologías, aulas y textos de estudio. Todo ello debido a la falta de estímulo y de eco.

Según el escritor chileno José Donoso, la internacionalización de la literatura latinoamericana, se debió a la proyección de cuatro escritores que permanecían viajando, encontrándose, moviendo editoriales, conociendo traductores, dictando conferencias, escribiéndose cartas, citándose en las entrevistas, leyéndose entre sí, tratando de romper el cerco tendido a los autores del continente, dentro y fuera del mismo. Ellos y muchos otros, libraron la batalla contra la visible incomunicación entre los países latinoamericanos y Europa y Estados Unidos.

El mexicano Carlos Fuentes aparece como uno de los más entusiastas promotores del grupo. Le siguen Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

Los cuatro fueron viajeros obstinados, escribían más fuera que dentro de sus países, y lograron penetrar todos los medios de comunicación del continente, de España y de otros países. Los cuatro escribieron grandes obras en menos de cinco o seis años: Fuentes, la Muerte de Artemo Cruz (1962), Vargas Llosa, La ciudad y los Perros (1963), y la Casa Verde (1965), Cortázar, Rayuela (1963) y García Márquez, Cien años de Soledad (1967).

Estos cuatro mosqueteros amigos, lograron imponer en los huraños mercados del mundo, a temprana hora, sus grandes novelas. El mayor de ellos, Cortázar tenía en 1963, 49 años ; García Márquez y Fuentes 35 años y Vargas Llosa 27 años. Sus novelas quedaban inscritas en la órbita general de los realismos imaginarios.

El colombiano que vive lejos de su tierra, emplea buena parte de su tiempo en explicarse esa vocación de violencia que nos viene colocando, tristemente, dentro del mapa universal.

En el caso de García Márquez, la violencia formó parte de su infancia. El espectro de la devastación de un pueblo, Aracataca, a manos de un ejército que obedecía órdenes de intereses extranjeros, fué para el novelista la primera fuente de inspiración y rebeldía, habiendo trasladado a ciertas páginas de su novela esta experiencia singular.

En parte, el valor universal que tiene toda la obra de García Márquez, está en que los ejemplos por él sacados del fondo colombiano, tienen una proyección que abarca a todo el mundo.

Para el escritor colombiano Germán Arciniegas, ”tierra buena, tierra que pone fin a nuestra pena”, del Castellanos conquistador, tierra de gentes sin odios, no existe en el mundo.

Según éste, en la lejanía utópica se presenta siempre la paz como una última esperanza, y de veras el hombre la necesita, la acaricia como una ilusión, la pide desde el fondo de su alma . . . para caer en la violencia a la menor tentación. Los engaños no tienen término, y los partidos políticos que despliegan las banderas de la paz viven preparando la máquina de guerra.

Diego Rivera pintaba a Stalin, (que sacrificó a 7 millones de supuestos adversarios), echándole alpiste a las palomas. Castro condenó el imperialismo de Wall Street y apoyó el de la extinta Unión Soviética que se tragó a Checoslovakia y a Polonia, y que mató a negros en Angola con tropas de cubanos. Suben al poder militares que ofrecen devolverle la paz a un país, y comienzan reduciendo al silencio a los libres y echando a la cárcel o al exilio a quienes les contradicen. Se levantan las izquierdas para condenar las dictaduras, y arman forajidos para asaltar bancos, secuestrar niños y quemar buses . . . ofreciendo la perspectiva de su propia dictadura. Esto ocurre lo mismo en Italia que Bolivia, en Alemania o en Colombia. Aracataca deja de ser Aracataca, para convertirse en un Macondo fantasmal que no sabemos si queda en Europa, en Africa, en Asia o en América.

La violencia ha ido más allá de las fronteras humanas. ”Del mar de la violencia universal sacó García Márquez una gota de agua sal. Con esa gota se refresca la historia del mundo”, acota Arciniegas.

A través de la historia de las repúblicas latinoamericanas, las condiciones sociales han obligado al intelectual a enfrentarse al sistema imperante en su país. El escritor ha sido testigo y conciencia de los hechos, y hasta combatiente con las armas. En la segunda mitad del siglo XX, debido a la confrontación ideológica bipolar, la situación

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