El Sector De La Economia Española
monicatr19 de Febrero de 2014
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EL SECTOR ESPAÑOL DE LA ECONOMIA ESPAÑOLA
MÓNICA TUSET RIOTORTO
CURSO: 1ºB GRUPO : 5
Definición de sector exterior
Es el conjunto de actividades y estrategias que realizan los estados en el ámbito internacional para poder mantener un adecuado intercambio productivo, comercial, financiero, etc., que asegure el desarrollo de sus pueblos. Este intercambio integra los diferentes sistemas de producción y consumo que se dan dentro del marco de la economía mundial.
La existencia de un sector externo nos revela que la economía de un país está condicionada por la influencia de la economía de otros países, ya sea por los intercambios de productos, como de tecnología, servicios, capitales, etc.
Panorama general del comercio exterior en España
En 1960, pocos meses después de aprobarse el Plan de Estabilización, España era el país más
cerrado de Europa, puesto que su comercio exterior sólo representaba el 8,2 por ciento de su
Producto Interior Bruto (PIB).
Desde entonces, con su incorporación al Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), se hizo un gran esfuerzo liberalizador, que se intensificó años más tarde con el Acuerdo Preferencial con las Comunidades Europeas de 1970 y, posteriormente,en 1986 con su integración en dicha zona.
No obstante, entre 1960 y 1985, España mantuvo muy protegido su mercado interior y, como consecuencia,no fue tan necesario para las empresas tener que abrirse caminos exportando fuera. La producción nacional era suficiente para abastecer el mercado interior y, por lo tanto, no era un imperativo realizar muchas inversiones en innovaciones tecnológicas
que hicieran nuestras exportaciones más competitivas en otros mercados.
Sin embargo, las exportaciones españolas iniciaron una senda de crecimiento que se intensificó especialmente entre 1992 y 1997, como consecuencia de las devaluaciones de la peseta, que todavía eran posibles.
Por otra parte, el proteccionismo tuvo efectos positivos en el desarrollo de actividades nuevas con las que no contaba el país, aunque también produjo otros negativos, que afectaron a la inflación y redujeron los incentivos para proyectarse en otros mercados. Estas fueron dos de las causas que más lastraron el desequilibrio exterior permanente del país.
Un desajuste en las cuentas con el exterior refleja la incapacidad de la estructura productiva nacional para abastecer a precios internacionales la demandade otros países. No se aprovecha, y no convierte en crecimiento todo el impulso de la demanda, unaparte del cual acaba filtrándose hacía el exterior.
El déficit comercial español era uno los problemas más graves de la economía española, tanto en valores absolutos como en términos relativos, provocando necesidades de financiación a medio y largo plazo. Habría que plantearse su sostenibilidad en el tiempo, y a pesar de encontrarse en un contexto en el que los mercados donde se podían obtener financiación
se habían ampliado tanto y existía tanta holgura financiera, el problema de la sostenibilidad
del déficit parecía haber desaparecido para muchos.
Hoy, la situación se ha agravado por la coyuntura que atraviesan los mercados financieros internacionales y el comportamiento de la economía española.
La primera determinará la evolución de los tipos de interés a largo plazo y la segunda, nuestra capacidad para hacer frente a los compromisos adquiridos.
En estos momentos, mantener los tipos de interés relativamente bajos dependerá, en gran medida, del comportamiento de las economías de Asia oriental, en especial de China. Si continúan con su estrategia de crecimiento, apoyándose en las exportaciones y suministrando ahorro, no habrá problemas; pero si China y otros países con características similares
pretendieran crecer con ahorro exterior, presionarían a los mercados financieros (como lo ha hecho con los de materias primas), el resultado sería un aumento de los tipos de interés.
Por otra parte, cuando la economía de un país crece, la financiación se consigue con cierta facilidad.
La preocupación aparece si se comienzan a apreciar síntomas de desaceleración, falta de crecimiento, bajos niveles de ahorro o cuando se ha destinado el ahorro a comprar activos de baja liquidez (inmobiliario).
La dependencia del exterior para que se siga financiando la actividad económica aumenta, y para ello, se endeudan las familias, las empresas y la Banca.
En otro orden de cosas, es relativamente normal que una economía presente déficit comercial en
fases expansivas y que este déficit disminuya en fases de recesión (al comprar menos en el exterior).
La situación en España es que el déficit comercial, más que venir por los altos niveles de crecimiento de los últimos años, se ha generado, en buena parte, porque el ahorro nacional y la financiación captada del exterior se han destinado a financiar actividades poco productivas, que han terminado afectando a lacompetitividad.
Un país pierde competitividad externa cuando su productividad crece menos y/o sus precios y salarios más que los del resto de los países con los que comercia. Con el control de la divisa, como en épocas anteriores, una devaluación hubiera producido un duro ajuste en el que estaría parte de la solución.
En estos momentos, dentro de la zona euro, el mal puede quedar más difuminado. Contamos con una moneda fuerte, que no se devaluará por la situación concreta de España, y podremos mantenernos siempre y cuando podamos refinanciar el déficit.
Como consecuencia, al no poder devaluarse el euro por intereses nacionales, para poder recuperar competitividad el ajuste tiene que ser real. Es decir, en términos reales, su productividad tiene que crecer más y sus salarios y márgenes menos que en el resto de la Eurozona. Este ajuste es más lento y penoso que el de las devaluaciones, que tienen efectos
inmediatos. Con el ajuste real hay que negociar y pactar los aumentos de productividad y/o las reducciones de salarios reales con los agentes sociales y en cada empresa.
2. El comercio exterior en la actualidad
Desde el año 2000, el porcentaje de participación de las exportaciones españolas en el PIB comenzó a caer por la pérdida de competitividad. Paralelamente las importaciones aumentaron con más intensidad, sobre todo desde mediados de los noventa.
La diferencia entre exportaciones e importaciones elevó el déficit comercial a niveles máximos entre 1988-92 y 1999-2003.
Con la integración de la peseta en el euro, a un tipo de conversión «infravalorado», según algunos expertos, se proporcionó un margen considerable de aguante al sector exterior del que ha vivido algunos años, pero que en la actualidad se ha agotado. El persistente diferencial de inflación empieza a dejar sus huellas en la competitividad.
Los índices de competitividad calculados por el Banco de España, y que tienen como punto de partida el momento de la incorporación al euro a comienzos de 1999, muestran el deterioro, en especial, en los costes laborales unitarios de las manufacturas y en los precios al consumo.
Ante esta situación, solo hay una salida para mejorar la balanza comercial en la que se consigan
aumentos de productividad, combinando inversiones en capital físico, tecnología y formación del capital humano. A medida que crece la renta en España se aleja de la posibilidad de competir ya vía salarios y se hace más necesario incorporar a la producción todos esos elementos que caracterizan a las economías avanzadas y que acaban traduciéndose en un
mantenimiento o reducción de los costes laborales unitarios.
En este sentido, el comercio internacional de productos de alta tecnología ha sido uno de los más dinámicos desde comienzos de los noventa y, sin embargo, en España se mantiene una cuota exportadora baja en esos capítulos, por lo que el país no se ha podido beneficiar de ese dinamismo.
España pierde competitividad también frente a terceros países que ofertan productos de bajo coste sostenidos por su dotación de recursos y circunstancias legales con las que no se puede competir. Estos hechos han provocado una desviación de la demanda exterior hacia estos países y una disminución de las exportaciones. De ahí el esfuerzo que se reclama a las ramas industriales españolas para renovar sus sistemas productivos con la finalidad de generar una
oferta más competitiva y adaptada a las nuevas necesidades de la demanda.
En el cuadro se muestra la evolución del comercio exterior en España durante el periodo 2005-2010, expresado en miles de millones de euros.
3. Distribución geográfica
Como puede observarse en el cuadro 2, gran parte del comercio exterior de España está centrado en la Unión Europea. Con Francia y Alemania a la cabeza, es el principal destino de nuestras ventas (más del 60 por ciento), aunque las ventas al resto de Europa, Asia e Iberoamérica aumentan a gran velocidad. Además, la oferta exportadora está muy anclada en patrones de otras épocas con alta concentración en la industria agroalimentaria y sectores tradicionales.
Ante esta situación se plantean
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