Evolución de las armas de caza

El ser humano utiliza armas desde el principio de su existencia, desde el momento en el que su cerebro se desarrolló para usar herramientas, éstas le sirvieron, no sólo para facilitarles la vida en las labores cotidianas, sino también para atacar y para defenderse.

Sin las armas, el hombre primitivo no hubiera podido pasar a la categoría de cazador, en vez de la de presa, como era antes. Y, como el tipo de vida que llevaban les obligaba a ingerir gran cantidad de plantas, que tenían que comer crudas como las piezas que cazaban, sus digestiones eran casi siempre muy pobres. Cuando supieron encender el fuego a voluntad y manipular sus alimentos por asado o cocción aprovechando la calidad nutritiva de los vegetales y de las carnes frescas de caza, ablandándolas y eliminando sustancias tóxicas, consiguieron mejorar su vida material e intelectual.

Es por esto que las armas que hicieron posible la caza y el crear el fuego, fueron los mayores descubrimientos o logros de la Prehistoria y el origen de la técnica y de la civilización, en un lentísimo proceso que duró miles de años.

Gracias a sus armas de piedra, hueso y madera, el hombre pudo hacer frente a los animales, perseguirlos, cazarlos, domesticarlos y aprovecharse de su carne para tener una alimentación mejor; de sus pieles para tener abrigo y cobijo; de los dientes, nervios, pelos y huesos de sus presas para construir nuevos instrumentos que mejoraron sus condiciones de vida, dando estabilidad a aquellas primitivas sociedades.

De la caza, el hombré pasó al pastoreo, capturando a los animales y domesticándolos, evitando así, los peligros que representaba cada cacería y sacando de esa riqueza los productos que no podía obtener de los animales libres o muertos en la caza, como la leche y sus derivados, y así surgió el primer oficio estable, el de pastor. Las armas defendieron los primeros apriscos de los ataques de las fieras. Por tanto, cabe señalar que el primer delito social de la humanidad fue ese, el apoderarse del ganado cazado o domesticado por otros. Por eso, las primeras leyes que rigieron entre los hombres fueron las que regulaban la caza y la ganadería y el primer derecho individual

reconocido fue el de fabricar y portar armas que defendieran a la persona, a la familia y a la sociedad que estaba naciendo. Como consecuencia de lo anterior se llegó al tercer estado de progreso, al agrícola, consiguiendo así, cosechar los frutos antes de que la naturaleza los ofreciera libremente. La vida agrícola no habría sido posible sin las armas que defendían los sembrados, los apriscos y los establos.

Las primeras armas de la historia fueron los objetos que tenían más a mano, tales como palos y piedras. Poco a poco, fueron aprendiendo a modificar esos palos y piedras para darles forma y que fueran más eficaces, hicieron las primeras lanzas y hachas uniendo palos con piedras a las

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