Fiebre Del Oro, Fiebre De La Plata

El continente Americano ha sido una tierra que, desde su incorporación al engranaje universal del capitalismo, ha sido explotada históricamente en beneficio del desarrollo de la potencia extranjera de turno, formando sistemas de verdugos e inquisidores que trabaan para el mercado externo dominante, y proporcionan abundantes manantiales de capital, que fluyen de los prestamistas y de las inversiones extranjeras que dominan los mercados internos. Como se verá a continuación, esto inició desde que el “Nuevo Mundo” fuera descubierto.

En 1492 Fernando de Aragón e Isabel de Castilla tomaron por la fuerza la última fortaleza de la religión musulmana en suelo español. Una guerra en la que tardaron casi 8 siglos para recobrar su territorio de los moros, y que, a su vez, esta guerra de la reconquista había agotado el tesoro real. Mas tarde ese mismo año, Cristóbal Colón llegaba por primera vez a América, desembarcando en las Bahamas, descubriendo a un “Nuevo Mundo”, evento que, sin saberlo aún, le caería como anillo al dedo a las ruinosas arcas del Imperio Español.

Lo que en un futuro se llamaría América, se convirtió en el Vasto Imperio del Diablo, y los colonizadores tomaron como misión luchar contra la herejía de los nativos, sin embargo, el brillo de los tesoros de este “Nuevo Mundo” desato una fiebre sin control. En una época donde una sola bolsa de pimienta valía más que la vida de un hombre, el oro y la plata se convirtieron en las llaves que podían abrir las puertas del mercantilismo capitalista, para finalmente dar el paso hacia el paraíso terrenal.

Durante esta etapa, las bacterias y los virus fueron las armas más eficaces que los colonizadores trajeron en su arsenal. Plagas bíblicas, como la viruela y el tétanos, diferentes enfermedades pulmonares, intestinales y venéreas, cayeron como epidemias desconocidas y repugnantes, que subían la fiebre y descomponían la carne de los cuerpos, sobre las poblaciones nativas de América, quienes lo consideraban como un castigo sobrenatural. Los aborígenes que se contagiaban, morían por miles, ya que sus organismos no tenían resistencia a las enfermedades nuevas, y los que milagrosamente sobrevivían, quedaban débiles e inutilizados.

Algunos antropólogos estiman que más de la mitad de la población aborigen originaria de América murió contaminada luego del primer contacto con los hombres blancos, creando una crisis demográfica sin precedentes. Un desenvolvimiento casi irónico, porque al llegar, muchos indígenas creyeron que los dioses venían, como Moctezuma quien que era el dios Quetzalcóatl quien volvía, el dios que había venido por el este y por el oeste se había ido, quien además era blanco y barbudo.

Entre 1545 y 1558 se descubrieron las minas de Potosí, en lo que es hoy en día Bolivia, y las de Zacatecas y Guanajuato, en lo que se conoce hoy como México, convirtiendo a América en una mina a cielo abierto. Era tal la fiebre por extraer estos recursos, que muchos mineros despreciaban el cultivo de tierra, generando epidemias de hambre en plena época de prosperidad. Se estima que hasta 1660 se exportaron a España 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata, que se cree, excedía casi 3 veces el total de las reservas europeas, y todas estas cifras sin incluir el contrabando.

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