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Gastronomía de la Antigua Roma


Enviado por   •  27 de Enero de 2019  •  Trabajos  •  1.934 Palabras (8 Páginas)  •  291 Visitas

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Introducción

Escogimos el tema de La gastronomía en Roma porque creemos que es muy importante conocer los alimentos que ingerían en aquella época, y utilizamos documentos con recetas de platillos comunes para elaborar este trabajo.

        Es importante que conozcamos los alimentos que conformaban las dietas romanas, para comprender si lograron un impacto positivo o si fueron razón de la fuerza que tenían los soldados durante las expansiones territoriales.

        Como objetivos esperamos descubrir si algunas de las recetas que hay integradas a este trabajo son comparables con platillos que consumimos actualmente en nuestro país. Queremos también proporcionar información a la clase sobre estos alimentos. Y esperamos alcanzar el interés de nuestros compañeros como del maestro respecto al tema

        Con esta investigación sabremos si algunos platillos romanos han sido heredados a nuestras culturas como lo ha sido la lengua, por ejemplo, y podremos comparar las diferencias y similitudes entre ellos.

        

Capítulo 1:

La Dieta Romana.

Como los primeros habitantes eran mayoritariamente agricultores y guerreros, su dieta consistía básicamente en el consumo de vegetales: guisantes, lechugas, coles, cebollas, ajos, cereales, habas, garbanzos, lentejas, entre otros.

        Los rancheros eran contados entre los esclavos menos apreciados, y la influencia griega estaba muy presente en la gastronomía romana, de manera que, en los albores del siglo I a. C., se servía únicamente una clase de vino griego en los banquetes más ostentosos.

        En el terreno culinario, era tanto el retraso antes del 1800 a. C., que las mujeres eran las encargadas de amasar y cocer el pan para la familia, pues no había panaderos profesionales en las ciudades.

        Con el expansionismo de Roma y el intensivo cambio de productos con los pueblos de la costa mediterránea, la manera en que se miraba la gastronomía dio una revolución; y a razón de las reciprocidades comerciales cada vez más extendidas, hubo prosperidad en los negocios y aumento de renta per cápita entre los más favorecidos.

        Los productos alimenticios terminaron  siendo consumidos en el extranjero con una exigencia que buscaba demostrar la riqueza personal de quienes hacían fortuna.

        Algunos platillos elaborados, eran consumidos por personas adineradas aunque no les entusiasmasen los sabores con tal de que se notara su fortuna.

        Durante el Imperio Romano se produjo un suceso que no se repetiría hasta el siglo XVI con el descubrimiento de América, se implementaron nuevos productos provenientes de todo el mundo, pero a comparación de América, la introducción de culturas desconocidas, productos y animales, propios para la elaboración de alimentos, fue paulatina.

        Gracias a esto, se consiguió que se refinaran los alimentos con lo que la gastronomía se transformó en un agente de civilización. Desde finales de la república romana, estaban siendo introducidos plantas y animales listos para ser cocinados en los fogones de las familias mejor acomodadas económicamente de aquel entonces.

        Una de las primeras aves que llegó y fueron consumidas, fueron las gallinas; pero debemos recordar que los gallos y gallinas eran considerados como animales decorativos en aquel tiempo, por esto, en 161 hubo un gran escándalo porque se mataban gallinas para alimentarse.

        El escándalo fue tal, que en un momento fue prohibido comerlas, ya que las gallinas llegadas de Persia eran consideradas como animales exóticos, pero poco tiempo después fue retirada dicha prohibición. Lo mismo sucedió con los pavorreales, los faisanes y los flamencos rosas. De hecho, del flamenco se decía que era una comida magnífica y aunque generalmente se servía entero, era considerada un platillo de alta exquisitez la lengua, y dicho plato ponía de relieve el refinamiento de quienes lo consumían.

        Se dice a menudo, que los romanos sentían predilección por las ubres y vulvas de cerdas vírgenes. Esto no es de extrañar, pues las ubres todavía se sirven y consumen en algunas regiones de Italia. Pero en cuanto a carnes, los romanos preferían el lechón, el cabrito y el cordero, en ese orden de favoritismo. La carne de res par ellos no era refinada.

        En la caza de aves, se inclinaban por los avestruces, los pavorreales, flamencos y grullas, y las aves de corral que consumían eran principalmente patos, capones, y la gallina.  Eran aficionados a los embutidos no sólo de cerdo, sino de pescado también.

        Los romanos de clase media tenían tres comidas principales en el día, aunque los que trabajaban en el campo comían algo antes de la cena, y si ésta se retrasaba, tomaban una colación llamada vesperna.

El desayuno de la clase media, y consistía normalmente en una rebanada de pan untado en aceite, ajo, sal, o bien empapado en vino con queso y se colocaban al fogón para tostarlas. Dependiendo del poder adquisitivo, podían agregarse higos, miel, uvas, frutos secos, huevos, aceitunas o fruta fresca. Era conocido como ientaculum.

        Al mediodía, tomaban un refrigerio elaborado de huevos, frutas y pescado. Al final del día venía la comida más fuerte del día: la cena. Solía ser tomada después del baño, en la que se consumía el pulmentum (una pasta parecida a una papilla hecha con harina de trigo) además de todos los alimentos ya mencionados.


Capítulo 2:

Recetas.

A continuación presentaremos algunas de las recetas que nos hemos encontrado que sugieren ser auténticos platillos romanos, con la finalidad de compararlos con algunos platillo que hayamos consumido nosotros mismos.

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