Gobierno De Salinas De Gortari
jsuarezorduna18 de Mayo de 2014
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Salinas, el heredero incómodo
Elena Gallegos
La Jornada
Enero, 2000
http://www.jornada.unam.mx/2000/ene00/000104/heredero.html
Fecha de consulta: 08/05/05
En febrero de 1988 los mexicanos padecían los costos del "ultraortodoxo" plan de choque
impuesto en diciembre por el gobierno de Miguel de la Madrid y al que eufemísticamente se
le llamó Pacto de Solidaridad Económica, aunque en realidad contemplaba alzas en los
precios de todos los bienes y servicios públicos.
La campaña de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano sumaba adeptos, a pesar de los vituperios
y chantajes de sus ex compañeros de partido, y los priístas observaban intranquilos a su
candidato, Carlos Salinas de Gortari, cuya figura, no obstante la enorme maquinaria puesta a
su disposición, no terminaba de convencer.
Pesaban en el ánimo de los potenciales electores las duras medidas económicas que
implementaba el gabinete delamadridista, a cuyos miembros el ingenio popular no tardó en
bautizar como los Chicago boys. A lo mejor por eso, en Huamantla, Tlaxcala, en uno de sus
recorridos, Salinas de Gortari hizo una declaración que propició las más aventuradas
conclusiones:
"No tengo ningún compromiso con ninguna continuidad -sostuvo frente al azoro de quienes
le escuchaban- ni en materia económica ni en ningún otro ámbito estoy atado a dogma o
fórmula alguna".
Ávidos de escenarios políticos tormentosos, los analistas juraban que se estaba dando la
sexenal ruptura. Folclórico y hablador, Tulio Hernández se burló de quienes interpretaron de
ese modo las frases del candidato: "¡Están pendejos; ni leer saben, chingao!" El tiempo le
daría la razón.
Sin embargo, había una profunda preocupación entre los estrategas del PRI sobre el rumbo
de la campaña. Salinas era un hombre impopular se le atribuía ser autor de la política
económica que tanto golpeaba y poco carismático. Los duchos en el rumor percibían la
inquietud y esparcían la especie de que pronto, muy pronto, se "enfermaría" y vendría el
relevo. Paradojas del destino: le tocó a Luis Donaldo Colosio salir al paso de las versiones y
aclarar paradas.
El mismo día en el que Salinas pareció desmarcarse de las políticas de su antecesor, en su
calidad de oficial mayor del PRI Colosio ofreció una conferencia de prensa.
Escoltado por Otto Granados y Miguel López Azuara, dijo a los periodistas: "El PRI ya tiene
candidato y se llama Carlos Salinas de Gortari". Nadie imaginó entonces que seis años
después su amigo Salinas haría lo mismo por él. Era, pues, la primera versión del "no se
hagan bolas" de 1994.
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Pero aquella tarde en Tlaxcala, Colosio fue más allá y cortó de tajo los comentarios que tanto
daño les hacían: "Los rumores son sólo eso repitió a los reporteros. Ustedes son testigos de
la vitalidad de nuestro candidato presidencial. La intensa actividad que hasta ahora ha
desarrollado por todo el país demuestra su fortaleza física".
Era incuestionable que las secuelas económicas complicaban el panorama político. Los
mítines que encabezaba el candidato del recién formado Frente Democrático Nacional eran
cada vez más nutridos y el panista Manuel J. Clouthier y sus iniciativas de desobediencia civil
crispaban los nervios de los priístas acostumbrados, hasta entonces, a ser los únicos en las
contiendas.
El mismo presidente se propuso defender con todo a su cachorro. Con su desangelado tono
de siempre gris, lo adjetivaba la gente y a propósito de nada, De la Madrid declaró que las
críticas por el plan de austeridad y la recesión que éste generó no debían vertirse contra el
candidato: "¡Asumo toda la responsabilidad!".
Si a lo largo del sexenio de De la Madrid las cosas iban de mal en peor "tiene mal fario", se
apenaban algunos, el tramo final de su administración no pudo ser más desacertado.
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Relatos del presidencialismo mexicano /II
MMH, protagonista del desastre económico
La ruptura con la vieja clase política
El destape del candidato de Miguel de la Madrid que marcó la ruptura con la vieja clase
política estuvo a un tris de transformarse en un sainete. La noche del sábado 3 de octubre
de 87, uno de sus hijos, Federico, interrogaba al secretario particular Emilio Gamboa: "Dime
quién va a ser. Tú ya sabes, ¿no?" Este resistía la presión, pero Federico era empeñoso y
consiguió que en una tarjeta blanca Emilio le trazara una S y una G. Por las iniciales, el
muchacho creyó entonces que el elegido sería el procurador Sergio García Ramírez, quien
desde el principio figuró en la lista de posibles.
Todavía a esas alturas, en los círculos de los enterados se comentaba hasta el cansancio la
rivalidad entre los dos punteros: los secretarios de Programación, Carlos Salinas de Gortari, y
de Energía, Alfredo del Mazo, a quien De la Madrid se refería como el hermano que nunca
tuvo. A lo mejor, y dado que las cosas se habían polarizado al extremo, lo más sano era
escoger a un tercer personaje.
Muy ligado afectivamente a los Del Mazo, Federico les comunicó el resultado de sus
indagaciones. Por eso, al día siguiente, muy temprano y a través de Radio Mil, el vocero del
mexiquense, Heriberto Galindo, contestó a la pregunta de un reportero refiriéndose a García
Ramírez como al hombre por quien los tres sectores del PRI se pronunciarían unas horas
después. "Mi jefe dijo Galindo se siente muy complacido con la nominación".
Muchos despistados como Pedro Ojeda Paullada, Guillermo Rosell de la Lama y Eduardo
Andrade se aparecieron por la casa de don Sergio, quien no entendía lo que estaba
sucediendo. El mismo Del Mazo se dejó ver por los reporteros que aguardaban en las
puertas de su casa y les comentó, antes de abordar su Marquis blanco, que era "la mejor
decisión que pudo haber tomado el partido. (García Ramírez) es un servidor público de
múltiples cualidades: limpio, brillante y talentoso".
Casi hora y media duró la confusión. En ese lapso, los cetemistas Rigoberto Ochoa Zaragoza
y Nezahualcóyotl de la Vega si son expertos en algo es en recibir línea, lo que les ha valido
para ir de puesto en puesto, sin ningún rubor repetían que para su central el candidato era y
sería Carlos Salinas de Gortari. Finalmente, se desenredó la madeja y Salinas fue nominado.
Su figura concitó la misma clase de elogios que minutos antes le habían llovido a García
Ramírez. De él dijo Manuel Bartlett (otro de los contendientes que se quedó en la carrera):
"Es el político dotado de todas las virtudes que demanda el momento: hombre de
pensamiento revolucionario y de inteligencia superior".
Francisco Labastida Ochoa, que por esas fechas gobernaba Sinaloa, tampoco se ahorró
alabanzas. Entre otras muchas cosas, comentó que Salinas había sido el único capaz de
unificar las opiniones de los tres sectores de su partido: "Es un hombre talentoso, con una
gran militancia y con todas las posibilidades de llegar a la Presidencia".
Doce años después, la madrugada del 8 de noviembre pasado, al ser declarado vencedor en
la elección interna del nuevo PRI, el también nuevo Labastida marcó como uno de los ejes
de su campaña que su partido se alejaría del camino de Salinas.
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Aquel octubre de 87, al día siguiente del destape, para colmo el mercado accionario se
disparó hasta alcanzar índices de locura, lo que obligó a suspender durante 90 minutos las
operaciones. Quienes
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