Gordon Childen
luchituty5 de Abril de 2014
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GORDON CHILDE
LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN
Evolución Orgánica y Progreso Cultural
Hemos sugerido que la prehistoria es una continuación de la historia
natural, y que existe una analogía entre la evolución orgánica y el
progreso de la cultura. La historia universal indaga la aparición de nuevas
especies, cada vez mejor adaptadas para sobrevivir, más aptas para
conseguir alimento y abrigo, y para multiplicarse. La historia humana
muestra al hombre creando nuevas industrias y nuevas economías que
han promovido el incremento de su especie y, con esto, ha vindicado el
mejoramiento de su aptitud.
El carnero montaraz es apto para sobrevivir en el clima frío de la
montaña, por su grueso abrigo de pelo y lana. El hombre puede adaptarse
a vivir en el mismo medio ambiente, fabricándose abrigos de piel o de
lana de carnero. Con sus patas y su hocico, los conejos pueden excavarse
madrigueras, procurándose abrigo contra el frío y contra sus enemigos.
Con picos y palas, el hombre puede construirse refugios semejantes y aun
mejores, empleando tabiques, piedra y madera. Los leones tienen garras y
dientes, los cuales les aseguran la comida que necesitan. El hombre hace flechas y lanzas, para matar animales de caza. Un instinto innato, una
adaptación heredada de su sistema nervioso rudimentario, permite, hasta
a la más humilde medusa, apoderarse de su presa cuando ésta se
encuentra realmente a su alcance. El hombre aprende métodos más
eficaces y más diferenciados para obtener su alimento, a través de las
enseñanzas y del ejemplo de sus mayores.
En la historia humana, los vestidos, herramientas, armas y
tradiciones, toman el lugar de las pieles, garras, colmillos e instintos, para
la búsqueda de alimento y abrigo. Las costumbres y prohibiciones,
condensando siglos de experiencia acumulada y transmitida por la
tradición social, ocupan el lugar de los instintos heredados, facilitando la
supervivencia de nuestra especie.
Se trata, ciertamente, de una analogía. Pero es esencial no perder de
vista las importantes diferencias que existen entre el proceso histórico y
la evolución orgánica, entre la cultura humana y el apresto corpóreo del
animal, entre la herencia social y la herencia biológica. El lenguaje
figurado, que se basa en la admisión de analogías, expone al incauto a
llegar a conclusiones erróneas. Así, por ejemplo, podemos leer: "En la
época jurásica, la lucha por la vida debe de haber sido muy rigurosa... el Triceratops tenía cubierta su cabeza y su pescuezo con una especie de casquete óseo, con dos cuernos sobre los ojos". El pasaje sugiere esas
cosas que se ven en tiempo de guerra. Entre 1915 y 1918, cuando los
beligerantes se encontraron amenazados desde el aire, inventaron los
cascos blindados, los cañones antiaéreos, los refugios contra bombardeos
y otros artificios protectores. Ahora que, este proceso de invención no es,
en modo alguno, semejante a la evolución del Triceratops, tal como la
conciben los biólogos. Su casquete óseo formaba parte de su cuerpo; lo
había heredado de sus antecesores; y se había ido desarrollando en forma
muy lenta, como resultado de pequeñas modificaciones espontáneas en la
envoltura corpórea de los reptiles, acumuladas durante centenares de
generaciones. La razón de que el Triceratops sobreviviera no se
encuentra en su voluntad, sino en el hecho de que sus antecesores
provistos de tal apresto corpóreo, en su forma rudimentaria, obtuvieron
mejores resultados en la adquisición de alimentos y
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