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Guerra Cristera


Enviado por   •  10 de Junio de 2013  •  6.232 Palabras (25 Páginas)  •  423 Visitas

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guerra cristera

En 1926, las hostilidades entre la Iglesia y el Estado llegan a su punto de ruptura. El enfrentamiento pospuesto desde las leyes de reforma lleva, en estos años de luchas intensas posrevolucionarias, a una de las rebeliones más controvertidas de la historia de México: el conflicto religioso.

Una tensa conciliación entre la Iglesia y el Estado se había mantenido a partir de la promulgación de la Constitución de 1917. La iglesia había recuperado el poder espiritual perdido durante la guerra de reforma y ejercía mayor influencia en la formación de sindicatos obreros y campesinos. Durante el gobierno de Álvaro Obregón, se verifica en 1923 el primer conflicto grave que auguraba las relaciones en los años posteriores a la llegada del delegado apostólico Filippi para bendecir el cerro del Cubilete en Silao, guanajuato. , donde sería erigido el monumento a Cristo Rey. El pueblo acude en masa para venerarlo, y la respuesta del gobierno es aplicarle al delegado el artículo 33° y expulsarlo del país. Para 1925, con Calles en el poder, a la cabeza de los anticlericales del norte, las posiciones se polarizan; los enfrentamientos entre la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM) y los miembros de la Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) se suceden; Morones, líder de la CROM, y aliado de Calles intenta crear una Iglesia mexicana, cismática, y aunque su intento fracasa, los católicos forman su brazo político: la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR). El gobierno ordena que sean aplicados los artículos 130°, 27° y 3° constitucionales con todas sus consecuencias por lo que entre 1925 y 1926 salen del país 183 sacerdotes extranjeros y son cerrados 74 conventos. La Iglesia mexicana decide oponerse activamente al Estado.

La Iglesia católica reafirma su posición de modificar los artículos 3°, 5° 27° y 130° de la Constitución de la República. El gobierno reforma el código penal sobre delitos del fuero común y delitos contra la federación en materia de culto religioso y disciplina externa, en el cual se establecen sanciones penales a las infracciones que se hagan al artículo 130° constitucional; esta ley es conocida como " ley Calles". En respuesta, la Liga llama a establecer un boicot económico en el país, aprobado por los arzobispos de México y Tabasco; a la par son recolectadas firmas entre los católicos para solicitar la modificación de la Constitución y la restauración de la libertad religiosa.

La ley Calles entraría en vigencia el 31 de julio de 1926, y todos los sacerdotes deberían registrarse en Gobernación, la Iglesia consulta con la Santa Sede en Roma para llevar a cabo la suspensión de cultos en las iglesias el mismo 31 de julio. El Papa aprueba las medidas propuestas por el Episcopado mexicano. Al conocer las intenciones de los católicos, el Estado ordena que las iglesias sean cerradas e inventariadas en los casos que se suspenda el culto religioso.

En septiembre de 1926, el Episcopado presenta ante el H. Congreso de la Unión una propuesta para la modificación de los artículos constitucionales 3°, 5°, 27° y 130°. En respuesta, la Cámara de Diputados la rechaza, el 22 de septiembre del mismo año.

Las cámaras o las armas

Plutarco Elías Calles

Al margen de las discusiones y sucesos que se desarrollaban en las cúpulas del poder, los realmente agraviados eran los católicos mexicanos; por un lado la amenaza de excomunión por parte de la Iglesia, por el otro las sanciones penales que impone el Estado. El 31 de julio, después de rezos, sacudidas y tironeo a su fe, pierden el auxilio espiritual y sufren la brutalidad de la represión. Lejos de entenderlo, el Estado, la Iglesia católica y la Santa Sede no midieron la fuerza popular que estaban movilizando. El gobierno no creía en la sublevación; los católicos eran viejas beatas y ancianos fanáticos por lo que decide utilizar mano de hierro para detener los brotes de descontento. La Iglesia esperaba poder llamar a una guerra pacífica y al martirio si era necesario; pocos sacerdotes favorecían la lucha armada, si bien el Episcopado acepta, aunque no recomienda, la rebelión propuesta por la Liga. A partir del 31 de julio los enfrentamientos armados se suceden en diferentes poblaciones, los católicos están dispuestos a defender su fe contra el "césar " Calles.

...estas Ligas "nacionales defensoras de la libertad religiosa" o las "ligas de damas" pseudo-católicas, que hacen de cuando en cuando manifestaciones de sirvientas (cuidando de quedarse en casa las más y de dejar todas ellas en casa, naturalmente a los maridos) y los grupos más o menos bien definidos que en México y en todas las regiones del país, desde hace meses, y con cualquier pretexto, tratan de dificultar la acción de autoridades de todo orden...

Presidente de México Elías Calles

Publicado el 26 de julio en el periódico "El Universal".

La Liga organizada política y militarmente decide comandar la lucha; establece centros locales y regionales en toda la República, promete a los combatientes armas y dinero para apoyar la insurrección y derrocar al gobierno, pero esta ayuda no es suficiente. Esperanzados en el apoyo de las ligas católicas norteamericanas y los ricos católicos quienes en la medida que avanzaba el movimiento se fueron separando de la lucha. Finalmente en los primeros días de enero de 1927, después de brotes espontáneos de rebelión, de arengas de los curas para luchar por la iglesia y de violentas represiones por parte del ejército, el pueblo se subleva al grito de: "¡Viva Cristo Rey!".

1927 – 1929LA REBELIÓN CRISTERA

Las primeras zonas del país que se levantan en armas son las controladas por la Unión Popular en Jalisco, las zonas limítrofes de Nayarit, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán; al poco se unen Colima y Nayarit. Los Altos de Jalisco representan uno de los focos de insurrección más importantes; ahí luchan activamente tres de los cinco curas combatientes: el padre Aristeo Pedroza, el "tristemente célebre" padre José Reyes Vega y el padre Pérez Aldape. También por estos rumbos permaneció monseñor Orozco y Jiménez, quien rechazaba la lucha armada, pero prefirió permanecer con sus feligreses para llevarles la cura de almas. Con el tiempo monseñor Orozco es considerado la cabeza del movimiento y los rebeldes son conocidos por su grito de batalla como: los cristeros.

Una de las características importantes de los inicios del movimiento cristero

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