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Historia Del Peru


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2012  •  1.286 Palabras (6 Páginas)  •  379 Visitas

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a palabra de Jose Watanabe

La piedra alada

EL pelícano, herido, se alejó del mar

y vino a morir

sobre esta breve piedra del desierto.

Buscó,

durante algunos días, una dignidad

para su postura final:

acabó como el bello movimiento congelado

de una danza.

Su carne todavía agónica

empezó a ser devorada por prolijas alimañas, y sus

huesos

blancos y leves

resbalaron y se dispersaron en la arena.

Extrañamente

en el lomo de la piedra persistió una de sus alas,

sus gelatinosos tendones se secaron

y se adhirieron

a la piedra

como si fuera un cuerpo.

Durante varios días

el viento marino

batió inútilmente el ala, batió sin entender

que podemos imaginar un ave, la más bella,

pero no hacerla volar.

Trochas de los cañaverales

Caminas la trocha de los cañaverales,

reverbera unánime el color verde.

El mundo es solar y verde.

La vaca que pasa tocando su cencerro

y el muchacho que la sigue con una pértiga

pierden su color y se pliegan al verde.

Pero hay una piedra gris que se resiste, que rechaza

el verde universal.

En esa piedra los braceros afilan sus machetes,

a las 5 de la tarde, exhaustos, hambrientos

y con el rostro tiznado por la ceniza de la caña.

Dale entonces la razón al juicioso chotacabras

que emerge volando de los cañaverales

y te amonesta:

“Aquí no, tu dulce égloga aquí no”

Estado de la cuestión

ANALISIS

Los poemas de La piedra alada se inscriben dentro del sector más apreciado -tanto por la crítica como por los lectores- de la obra de José Watanabe. Son textos que parten de la observación de la naturaleza para obtener imágenes que desencadenan reflexiones sobre temas como el paso del tiempo, la soledad o la muerte. La novedad es que la mitad de estos poemas (que deben tanto a la tradición literaria japonesa como al imaginismo anglosajón), tienen como elemento central rocas y piedras de diversos tipos, desde La piedra del río en que el poeta solía descansar en su niñez hasta fósiles y cotidianas piedras de cocina.

Watanabe había escrito antes otros poemas sobre piedras –como Trocha entre los cañaveralesde El huso de la palabra (1989)-, pero esta vez su aproximación es más minuciosa, pues está fundamentada en la evolución de su propia poesía. En sus libros anteriores lo natural ha remitido cada vez más a lo material y orgánico de la vida humana, un proceso que alcanzó su punto más alto en Cosas del cuerpo (1999). La piedra, inorgánica e inmóvil, representa por eso lo opuesto y complementario de lo humano: "La piedra te pide silencio. Hay tanto ruido / de palabras gesticulantes y arrogantes...", dice el poeta, señalando algunos de los valores simbólicos de las piedras.

La oposición entre lo humano

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