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Historia.


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  3.335 Palabras (14 Páginas)  •  135 Visitas

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La iglesia más antigua de Chile pertenece a la Orden de los Franciscanos. Lugar donde se conjugan elementos como: complejidad arquitectónica, construcción de larga duración (incluyendo los contextos de las distintas épocas), y los grandes tesoros que alberga como, por ejemplo, la figura de la Virgen del Socorro y los lienzos de la vida de San Francisco. Su presencia en la ciudad de Santiago configura un hito que, a mi juicio, tiene matices en los ámbitos del urbanismo, la historia y la cultura. Tal vez en la actualidad la Iglesia en su conjunto llame menos la atención si la comparamos con la época colonial, aunque sin duda este monumento es la síntesis histórica de Santiago desde su génesis. Creo que la Iglesia mirada desde el punto de vista de ubicación urbana es hoy un punto de referencia espacial (por ejemplo, sabemos al verla si ya hemos llegado al centro), y además un centro de inestimable cultura. Sin embargo, el valor patrimonial de la iglesia y sobre todo por sus colecciones artísticas (pinturas, esculturas, ebanisterías) es difícil de cuantificar. Si lográramos hacer un alto y entrar al templo con espíritu crítico y de inquietud intelectual, nos daremos cuenta que es posible “leer” parte de nuestra historia nacional, contemplar las murallas, las imágenes, sus estilos y respirar sus más de 4 siglos de vida que nos envuelve con su silencio conmovedor. Pensando en los habitantes de Santiago que pasan distraídos día a día frente a la iglesia en una carrera desenfrenada por llegar a sus trabajos o reuniones, pensando en quién no se da ni tiene el tiempo de leer, es que me propuse escribir humildemente un breve ensayo histórico sobre este lugar, con énfasis en resaltar la imagen de la Virgen del Socorro. Mi única finalidad es que al menos, después de leer este ensayo puedan detenerse y entrar a visitar este hermoso lugar.

El descubrimiento y la conquista de América seguro no fue fácil para ningún mundo (Indígena – Europeo). En particular, el caso de Chile es bastante complejo. Luego de un viaje mal planificado por Diego de Almagro – personaje de escasa capacidad intelectual – la fundación de Santiago era cuestión de tiempo y de un planteamiento más fino y preciso como lo fue el del gran genio y figura “Pedro de Valdivia”. Dentro de las motivaciones por viajar al nuevo mundo está la de “evangelizar”. El Gobernador de Chile le tenía devoción a cierta imagen de la Virgen María (la señora del “Bulto”, más tarde la “Virgen del Socorro”). Esta imagen es su amuleto personal, la lleva a las batallas donde participa, por ejemplo la de Flandes y por cierto la carga por 11 meses en las alforjas de su caballo en su viaje a Chile, de ahí el nombre “El bulto”. La imagen soportó esta larga travesía que no estuvo exenta de problemas, lo que hace más heroica la devoción que hoy le tiene la Orden Franciscana a esta imagen; volveremos más adelante sobre su apelativo actual, “Virgen del Socorro” (1).

¿Cómo podemos conectar la imagen de la Virgen con la construcción del templo de San Francisco?

La historia es larga como todas las historias. El 11 de Septiembre de 1541 los indígenas del valle central, dueños ancestrales de la tierra decidieron aplicar a los nuevos invasores un castigo ejemplificador. La toma de la ciudad de Santiago y su posterior incendio fue la dura prueba que debieron pasar las huestes de Valdivia. Él, ante tan duro asedio toma dos acciones: mandar a Perú a Don Alonso de Monroy por refuerzos (en un largo y cuestionado viaje, que puede ser materia para otro ensayo) y en el plano espiritual eleva sus oraciones y suplicas a la Virgen, además de pedirle la protección y el “Socorro” de la naciente ciudad que para aquel entonces contaba con una población estimada de 500 almas (2). Y debió pasar más de un año de espera hasta que se calmaron de forma momentánea las escaramuzas de los indígenas, en tanto Valdivia le pedía al Albañil Pedro de Gamboa —quien también traza el primer plano de la ciudad— un lugar tranquilo y lejano donde levantar un altar en gratitud a la Virgen. Esa Ermita sería el lugar donde se custodiaría la imagen de la Virgen. (No fue la primera ermita, pues anteriormente se levantó la de Santa Lucía en la cara norte del cerro del mismo nombre). En estricto rigor, la Ermita del Socorro donde actualmente está la iglesia de San Francisco es un lugar casi fortuito, pues en el primer trazado aún no se proporcionaron los cuadrantes de las iglesias para las distintas ordenes religiosas (3), solamente se destinó a un costado de la Plaza de Armas, al lado del sitio de Antonio de Pastrana un lugar para la Iglesia Mayor, es decir, la futura “Catedral de Santiago” (sobre este tema para profundizar véase el libro Becerro de las actas del Cabildo de Santiago).

El 8 de Diciembre de 1543 tras una larga procesión que comienza en el templo Mayor y que siguió por lo que actualmente conocemos como la calle “Estado”, fue puesta la Virgen del Socorro en una ermita al menos definitiva para le época. Si imaginamos que la Punta de Diamante de la Alameda con San Francisco era entonces el segundo cauce del río Mapocho, que tenía un ancho suficiente para ser cruzado por un puente de madera (construido especialmente para la pro-cesión por el bisabuelo de la “Quintrala”, Catalina de los Ríos). Aquel lugar era entonces junto con “El Chuchunco” (Alameda con calle Ejército) el punto más apartado de la ciudad. La elección del lugar era simbólica, pues al ser un lugar lejano (cercano hoy) era propicio para que la Virgen vigilara la ciudad. Una vez concluida la procesión se dejó la imagen de la Virgen en un altar que había sido construido debajo de un frondoso castaño. Con el paso de los años, el altar se hizo oficial y el lugar pasó a ser un sitio de visita obligada para los que caminaban por Santiago, es por ello que cinco religiosos Franciscanos pidieron expresamente que la Virgen pasara a ser custodiada por la Orden. Estos religiosos le pidieron además al Obispo de la época permiso para que en ese mismo lugar se instalaran de manera definitiva. Esta idea de custodiar la imagen fue rechazada por sacerdotes de otras Ordenes que también acudían al lugar para hacer oración, este lío se solucionó de una manera más bien práctica, los Franciscanos se arremangaron la sotana y a golpe de puños en una folklórica y pintoresca riña, dejaron en claro que ellos eran los dueños del lugar. Quiero resaltar la promesa franciscana “Cuidaremos la Virgen para siempre” y hasta el día de hoy es así y no crea el lector que fue tarea sencilla, esta promesa es un monumento a la entrega, al carisma y a la perseverancia franciscana (4). Por decreto oficial del Cabildo de Santiago, la ermita y sus terrenos colindantes pasarán a ser propiedad de la Orden Franciscana, pero sólo en 1572 la Orden logró colocar y bendecir su primera piedra. En la sagaz pluma del cronista Aurelio Díaz Meza se puede leer “… la manzana franciscana, está comprendida entre las actuales calles de Arturo Pratt y del Carmen, hasta más el sur de la avnida Matta…” Desde su inicio, el templo de San Francisco se pensó como una obra arquitectónica monumental de largo plazo y tenía que ser así, pues había que darle un digno lugar a la Virgen del Socorro. Fray Cristóbal de Rabaneda (Ministro Provincial entre 1580-84), se puso a la voluntad de Dios para trabajar en su construcción y así también pidió ayuda a los principales vecinos de la ciudad. Con el devenir de los años de la vida colonial, fueron secando el segundo brazo del río Mapocho y se veía con preocupación cómo se transformaba en un basural donde incluso se arrojaban los cadáveres de algunos indígenas a su seco lecho. Algunos Frailes se horrorizaban con la costumbre de lanzar indígenas a la Cañada de San Lázaro, (Alameda, esquina San Francisco) y comenzaron a improvisar un cementerio indígena justo donde terminaba el río, en el límite de las tierras que le correspondían a la Orden, no obstante para no profanar sus cuerpos, decidieron que la iglesia debía tener una esquina angulada al borde del río que por lo demás ya estaba seco, con esto la construcción tapó los cuerpos y los vecinos por respeto dejaron de lanzar sus desperdicios. Tal circunstancia era muy comprometedora, pues estrechaba el paso por la cañada, este problema se hereda hasta hoy, pues vemos como esa esquina es la más angosta de la Alameda Bernardo O’Higgins. El problema que ocasionó modificar la cañada trajo consecuencias negativas pues afectó el sistema de riego a las chacras vecinas, ante esto el Cabildo de Santiago tomó cartas en el asunto y finalmente donó la totalidad de las tierras a la Orden. Una vez ganado este pleito, comenzó a edificarse el templo en el año del Señor de 1585.

Luego de colocar de manera oficial la primera piedra de esta gran obra, se levantó enseguida una funcional iglesia de adobe para albergar la imagen de la Virgen del Socorro. Esta estructura que además contenía cal y tierra, como es de imaginar no fue apta para soportar el rigor de los años; sin embargo, aunque modesta pudo hacer frente a una seguidilla de incendios que afectaron su estructura. Lo que no logró hacer el fuego, lo consiguió el violento terremoto de 1583 que derrumbó la iglesia por completo, aunque no será el único terremoto que esta iglesia debió resistir. Los terremotos coloniales les enseñaron a los Franciscanos dos lecciones: Mejorar la técnica de construcción escogiendo mejores materiales para edificar y no dejarse abatir por la adversidad. Tras el derrumbe de la iglesia, los Franciscanos al no tener suficiente apoyo de la ciudadanía de Santiago, enviaron una carta al Rey Felipe II para pedirle financiamiento. El Rey realizó gestiones personales con Su Santidad, el Papa Alejandro VI (amante de la cultura y de las bellas artes). Su Santidad resolvió que la Orden sería apoyada por espacio de seis años seguidos por un monto de 1.000 pesos (como referencia Almagro gastó 500.000 en su viaje a Chile). Con este aporte y la ayuda privada, Fray Antonio comenzó la labor de re-construcción del templo; dentro de su planteamiento arquitectónico, creó un sistema de ensamblaje de bloques de piedra. Estos enormes bloques eran traídos por los indígenas desde las laderas de los cerros Santa Lucía y San Cristóbal. Además los mismos indígenas bajo la ayuda de Fray Antonio debían labrar la pie-dra blanca y hacer una mezcla de barro con clara de huevo. SI analizamos el estilo inicial de esta reconstrucción, veremos la clásica cruz latina europea, que une el altar mayor con sus dos naves, y el techo que estaba sostenido por enormes vigas de roble recubierto por una techumbre de tejas de arcilla. A esta construcción se le agrega un campanario que hoy no existe (ya que se derrumbó tres veces). La sacristía y la nave principal fueron terminadas en el año 1618 y luego de esto por fin se pudo consagrar el templo y así darle un lugar seguro y digno a la imagen de la Virgen del Socorro que tantas jornadas de esperanza trajo a Chile en los momentos más álgidos vividos por Pedro de Valdivia en los primeros años de la conquista, por fin entonces se estaban viendo los frutos.

El 13 de Mayo de 1647 será recordado como una fecha fatídica en Santiago y sus alrededores, pues se vivió uno de los terremotos más violentos de la historia, este evento puso a prueba la solidez de la iglesia de San Francisco y la ciudad completa. Según los documentos de la época prácticamente el panorama era de-solador, ningún edificio resistió el movimiento. Nos alejamos un tanto del tema, el terremoto cobró una magnitud gigantesca en la pérdida patrimonial, por ejemplo los destrozos del templo de los Agustinos donde afortunadamente se salvó el “Cristo de Mayo”, esta obra, hecha en madera policromada de ciprés, fue traída desde el Virreinato de Perú para adornar la Iglesia de los Agustinos el día que bautizaron a Catalina de los Ríos (“La Quintrala”). Volviendo al tema, luego del terremoto, se derrumbó la torre del templo de San Francisco y el segundo piso, pero en el primer piso, las gruesas vigas de madera y las murallas de piedra labradas por los indígenas quedaron intactas lo que fue un premio a la fuerza, el tesón y el ingenio. Para cerrar el tema del movimiento telúrico de Mayo, es muy útil ver en los ojos de los protagonistas. ”…Conmemorar la infausta fecha del 13 de Mayo en que aconteció el espantoso cataclismo que derribó todas las casa de Santiago….” (S.J Miguel de Olivares). En la segunda parte del siglo, la reconstrucción de la iglesia se lleva a cabo con el mismo ardor de siempre; se mantiene la sólida base de piedra labrada y se añade la torre del campanario que aún no es la actual, en el año 1698 se termina de construir el claustro. Tema aparte por su importancia y valor estético es la decoración interior del claustro donde resaltan los lienzos pintados en Perú con la vida de San Francisco, actualmente están en el antiguo claustro. Esta etapa de reconstrucción incluye distintas dependencias, por lo tanto la obra adquiere un sentido casi rectangular. Se confecciona una pequeña capilla en 1710 donde su decoración tiene especial énfasis en trabajos de ciprés policromado, ebanistería y pinturas que tienen como objetivo crear un sincretismo religioso para atraer al catolicismo a la masa indígena y mestiza de la época. Nuevamente en 1730, un violento terremoto derrumba el campanario y la torre de la iglesia, esta vez es más difícil financiar su normalización, los Francisca-nos no claudicaron y en 1751 se manda a demoler y se vuelve a levantar por ter-cera y definitiva vez (Hasta ahora, terremoto del 27 de febrero de 2010). En 1758 los trabajos comienzan por la portada de la Iglesia, cuatro claustros y un refectorio. Casi en la antesala de la independencia el célebre arquitecto Joaquín Toesca, por medio de su discípulo Ambrosio Santelices, refuerza y esculpe los altares interiores del templo.

Chile republicano trae cambios profundos para la sociedad. El Arquitecto Fermín Vivaceta tras la aprobación del Provincial de los Franciscanos, Fray Francisco Briceño, le da un toque definitivo y duradero a la torre, agregándole un funcional reloj para la ciudad. La labor es planificada con tiempo y se da el trabajo de diseñar el espacio para 7 campanas. La fachada de la iglesia es remodelada entre 1859 y 1860. Por lo general, durante el siglo XIX, los trabajos son tendientes a mejorar la estructura interna y actualizar las obras de artes y sus materiales. En este sentido, el altar actual se construye en 1881 que vino a reemplazar al altar de estilo barroco que existía. Se cambian piezas de mármol y se estucan las paredes (no va quedando a la vista la piedra labrada). Antes de culminar el siglo XIX se construye la capilla que da hacía el lado de la Alameda (esquina oriente), con este arreglo la iglesia es un rectángulo y se pierde su forma original de cruz latina. Su imponente estructura se ve desde todo Santiago y a estas alturas es un icono arquitectónico que en 1895 resalta sobre los edificios públicos que estaban levanta-dos en distintos puntos del centro de Santiago. El siglo XX no estuvo exento de dificultades, lo que no pudo hacer el paso del tiempo, casi lo pudieron hacer los alcaldes que estaba dispuestos a permitir su derrumbe por el simple hecho de considerar la iglesia como “molesta” para el tráfico de la Alameda. No obstante, la tradicional iglesia continuó perpetuando su historia, pues se transformó en un icono histórico. El año 1905 el piso de ladrillos es cubierto por un piso de madera, mientras seguirán los arreglos, los debates por su derrumbe se acrecentarán pidiendo la demolición total del templo, ¿Qué dirían tantas generaciones de hombres que trabajaron en su construcción? ¿Cómo de-moler el testigo mudo más antiguo de la Historia de Chile? La Orden Franciscana, debió vender sus territorios adyacentes al templo para pagar deudas, pero nunca olvidaron su venerable iglesia, estos territorios pasaron a ser calles de Santiago, mas la Virgen del Socorro seguía en su altar y la promesa se cumplía a cabalidad. También había otros motivos para defender el templo, como es el caso de la tumba de Fray Pedro de Bardeci, quien según estudiosos teólogos españoles podría ser canonizado en un futuro próximo, pues consideran que Bardeci tenía el don de hacer milagros, levitaciones y un contacto especial con los animales además de adivinaciones certeras. Hoy, cuando contemplo su tumba en silencio veo como muchos feligreses hacen sus oraciones frente a su nicho y no pocos colocan una placa de agradecimiento por favores concedidos. El Estado de Chile luego de un largo periodo de estudio y como muestra de apoyo a la Orden declara el templo como monumento nacional en 1951. Con esto da un fuerte espaldarazo a este sacro lugar y se le reconoce como un “verdadero Icono religioso cultural”. Eduardo Frei Montalva pide expresamente que la iglesia sea acercada al público santiaguino y apoya la construcción del Museo Colonial en el lugar donde se encuentra el claustro, además de reforzar la torre de Vivaceta, se agregan obras de albañilería, canaletas de aguas lluvias, y se cambian las tejas. Lo más importante: se resaltan las partes originales de la construcción y se opta por dejar a la vista las piedras blancas. Se cambian las cañerías, se fumigan las techumbres para evitar las termitas y se invierten $180.000.000 en arreglos generales. ¿Cómo podemos cuantificar una obra de 450 años de esfuerzo? En 1998 fue presentada por la administración chilena como candidata para ser nombrada patrimonio de la Humanidad.

El año 2002 la Fundación de Monumentos nacionales hace una donación de $230.000.000, se cambia el techo de la iglesia, se dota de iluminación especial, pero faltaría aún arreglar el ala norte de la iglesia, este problema se soluciona gracias a una donación anónima de $100.000.000 Este ejemplo de tesón, de creer en los ideales, de proteger una Virgen, es lo que yo llamo un legado vivo que tiene un valor agregado. Es la suma del sentimiento de muchas generaciones de personas que aman su historia, es mantener una conexión entre el presente y el pasado. Hoy pasamos por fuera del templo y podemos hacer el esfuerzo “de volver a pasar, pero ENTRAR”, sentarnos y admirar en sus muros el silencio y en silencio, sentir las huellas vivas de la historia. Observar su entorno, y leer la historia desde un libro abierto. Ni el colosal sistema de transportes “Transantiago” pudo ensanchar la Alameda y pareciera que la mano de Dios guía esta construcción que no tiene fin.

Notas

1 Los principales problemas que tuvo que enfrentar Pedro de Valdivia fue con los Indígenas Atacameños, donde su empresa queda en una situación límite y al borde del fracaso.

2 Esta cifra según Aurelio Díaz Meza.

3 Recién por ordenanza real de Felipe II en 1556 se crean las Diócesis.

4 Este punto es contradictorio entre diversos historiadores, y por problemas de interpretación hay distintas versiones. La corrección que sugiero y propongo como veraz la encontramos en el texto de Marciano Barios Valdés, “Presencia franciscana en Chile, Sinopsis histórica (1553 – 2003)”. En este texto el autor señala textual: “… El primero de ellos tuvo una existencia efímera, pues la ermita, que había sido fundada por Jerónimo de Alderete en los faldeos del cerro Huelén para venerar a Santa Lucía, albergó solamente seis meses a la primera comunidad franciscana. Esta se radicó definitivamente en la ermita de dedicada a Nuestra Señora del Socorro, gracias a la donación que Rodrigo de Quiroga hiciera del solar adjunto….” (pp 35). Por lo cual señala el autor que tal enfrentamiento físico nunca existió, pues existe un juicio jurídico al respecto.

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