Historia.

Más allá de los tintes sobrenaturales que pudieran adquirir las tradiciones históricas indígenas por medio de la escenificación, su ritualidad y su solemnidad cumplían también la función de darles autoridad ante los recetores.

En las tradiciones históricas indígenas una afirmación hecha en un contexto ritual por un hombre con la autoridad que decía hablar en nombre de los antepasados era considerada, muy probablemente, como verdadera: la veracidad, no solo dependía de contenido del discurso, sino también de su contexto de enunciación.

Los diferentes públicos en efecto, podían dar o negar su asentamiento, aceptar o rechazar algún aspecto dela narración histórica o toda ella en su conjunto. Su aceptación solo podía ser conseguida por dos medios, la persuasión o la coerción.

El carácter persuasivo de las historias que conocemos es evidente en su asociación con el género de huehuetlatolli, un discurso autodefinido como antiguo y persuasivo, cargado de autoridad y lleno de exhortaciones. En el caso del público interno de la tradición, es decir los herederos de la misma, esta labor de convencimiento debe a ver ido relativamente fácil, pues había una clara comunión de intereses y un conocimiento en común con los transmisores.

Las rivalidades dinásticas y las antiguas rencillas entre las dinastías poderosas, las diferencias de identidad y de origen entre los diferentes grupos que conforman la identidad política, producían desconfianza y escepticismo mutuos entre los diferentes grupos portadores de otras tradiciones históricas. La manera en que Alvarado desosomo menosprecia las tradiciones tlatelolcas y exalta la suya propia, tenochca, así como la diferencia de chimalpain ante la destrucción de un libro perteneciente a una tradición rival a la suya en su altépetl de chalco. El hecho que haya sobrevivido tantas versiones diferentes indica que los diferentes grupos sociales que integraban el altépetl mexica lograron mantener la continuidad de sus propias tradiciones.

La manera en que los mexicas se apoderaron del prestigio dinástico y de los tradiciones históricas de colhuacan, o la manera en que, en apariencia suprimieron la tradición histórica de sus enemigos derrotados de Azcapotzalco, nos muestra cómo podían imponer su versión de la historia a los altépetl directamente subordinados a ellos, aunque no pudieron hacer con otros.

No hay que olvidar que s públicos externos que escuchaban y veían el relato histórico eran portadores también de sus propias tradiciones históricas, que confortaran sus propias versiones del pasado con las que se les eran presentada y en función de esta confrontación aceptaron, o rechazarán, la veracidad de lo que se les decía y mostraba.

La necesidad de obtener el asentamiento del publico podía actuar con un elemento conservador dentro de la tradición: si había una versión aceptada en general, una innovación en la misma toparía con dificultades pues no sería tan fácilmente considerada con verdadera, es de suponerse que las tradiciones históricas de los diferentes altépetl tenían que modificarse y adaptarse en función de los cambios en la relaciones de poder entre los diferentes altépetl, podemos suponer que los transmisores de la tradición podrían, si así lo requerían sus fines persuasivos o sus interese políticos suprimir ciertos aspectos de su historia, modificar algunos más, embellecer suposición, o que podrían añadir algunos, pero no que pudieran realizar invenciones ex¬-nihilo de tradiciones completas como pretenden ciertos autores que hicieron los mexicas

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