Historias De Terror
170172215 de Mayo de 2014
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Atrapados (segunda parte)
Pronto todos los muertos se transformarían en zombies. Aquella realidad era aterradora, y uno siempre busca otra explicación. Me puse a respirar lentamente y pensé que aquello era absurdo. “Tal vez el tipo no estaba realmente muerto, tiene que ser eso. Muertos reanimados, solo yo creer algo así”, pensé.
El caos que nuevamente creciera en el aeropuerto empezó a disminuir. Algunas personas, ya roncas de discutir, se sentaron al fin y los agentes retrocedieron un poco. Luego un oficial les comunicó una orden uno a uno (evidentemente para que la gente no escuchara) y formaron un par de filas bloqueando la vista a las carpas médicas; los de adelante tenían escudos y cachiporras largas. Enseguida me di cuenta. Por entre ellos atisbé que comenzaba un desfile de camillas hacia la carpa más chica: el número de muertos aumentaba y no querían que la gente lo viera. Pero un tipo también lo notó y dijo a los gritos:
- ¡Han muerto más personas! ¡Ahí se los llevan, murieron todos! ¡Todos vamos a morir!
- ¡Cálmese o voy a hacer que lo encierren! -le ordenó un oficial.
- ¿Encerrarme? ¡Ya estamos encerrados aquí, maldito…!
- ¡Espósenlo y sáquenlo de aquí! -ordenó ahora el oficial a sus subordinados.
Sometieron al tipo entre cuatro y se lo llevaron a la fuerza. Entonces se me ocurrió algo: si lo sacaban de allí yo iba a hacer lo mismo, pero solo lo llevaron para el otro extremo y lo arrojaron en un rincón. Aquello no iba a funcionar.
Me inquietaba no ver bien hacia la carpa de los muertos. Al recostarme solo veía partes de ella por entre las botas y los escudos transparentes. Sí pude advertir que la carpa grande se estaba vaciando.
Muy avanzada la madrugada empezaron los gemidos. Los policías voltearon y la gente que estaba a mi alrededor se levantó alarmada. Era lo que temía; eran los muertos vivientes.
Los agentes rompieron las filas y fueron rumbo a la carpa. Los zombies mordían e intentaban desgarrar el nylon, pronto se iban a liberar. Algunos ya estaban afuera, los vi aparecer por un costado. En la carpa grande brotaron unos gritos agudos que debían ser de las enfermeras; al parecer quedaban algunos enfermos que también se convirtieron. Unos policías intentaron contener a los que ya habían salido pero fueron inmediatamente superados. A los gritos de los muertos andantes se sumó el de la gente. Algunos se alejaron acorralándose en el extremo contrario, otros corrieron hacia las entradas bloqueadas, todo entre gritos de terror. Ni la peor pesadilla se acercaría a lo que fue aquello. Cuando comenzaron los disparos el asunto se volvió un infierno.
En el apuro de la situación me pareció mejor ir hacia una de las entradas. Las personas golpeaban las puertas y suplicaban; fuera los militares amenazaban con disparar.
Ahora los agentes luchaban a brazo partido contra los zombies. Las personas desesperadas me pechaban desde todos lados, algunos caían y era pisoteados. En aquel caos podría atacarme un zombie en cualquier momento. Y para empeorar la situación de pronto se apagaron todas las luces. Seguramente fue culpa de algún balazo que dio en una central, no sé. Enseguida los vehículos que se amontonaban afuera encendieron las luces y las apuntaron hacia adentro, pero eso no ayudó mucho porque encandilaban y volvían más confusa la pesadilla que se desataba adentro.
Recosté mi espalda a la pared de vidrio como defensa, si alguno me atacaba tenía que ser de frente.
No sé cuánto tiempo duró aquello, cada minuto parecía ser eterno. Como ya casi no se escuchaban disparos supuse que los policías habían sido derrotados. Ahora los zombies atacaban a la gente. El griterío era impresionante. El aire se llenó de un nauseabundo olor a sangre y gran parte de los pisos estaban rojos.
En
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