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Holocausto

andypanda12316 de Octubre de 2013

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El Holocausto

• La dictadura en Alemania

• Los judíos resisten y defienden su dignidad

• La época de la preguerra

• La guerra contra Polonia

• Los ghettos

• Las ejecuciones masivas

• Las deportaciones

• Los campos de tránsito

• Los campos de la muerte

• Auschwitz

• La vida en un campo de concentración

• El levantamiento del ghetto de Varsovia

• El fin de la guerra

• La liberación

La dictadura en Alemania

El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler y sus seguidores asumen el poder con la ayuda de la derecha conservadora, firmemente decididos a abusar de ese poder y a no renunciar a él nunca más. La entrega de la República a las manos de sus destructores marca el final de un proceso que se inició mucho antes.

El movimiento ultranacionalista y racista que se había dado el nombre de "Partido Obrero Nacional Socialista Alemán" (NSDAP) no poseía un programa originario. Se presentaba como anticapitalista, pero en su ideología se concentraban todas las tendencias reaccionarias de la época.

Lo nuevo del NSDAP, y que lo convertía en la fuerza dominante del movimiento opositor antiparlamen- tario, era, ante todo, su estilo agresivo de propaganda, que se servía de todos los medios de la publicidad moderna; su organización militar de partido militante, y la pretensión totalitaria de reclamar para sí todo el poder en el Estado.

En todos los ámbitos el partido continuaba la línea de las doctrinas tradicionalmente hostiles a ideas progresivas y emancipadoras. Su antisemitismo radical se basaba en la teoría de la "superioridad de la raza blanca", destinada a gobernar, que había sido desarrollada como justificación del colonialismo europeo.

El mito de la "sangre aria" como fundamento de una "comunidad nacional" alemana, más allá de todo antagonismo de clase; la pretensión de asumir un papel de liderazgo en la política mundial; la reclamación de un "espacio vital" en el Este, y la eliminación de los judíos, eran todas ideas que se remontaban a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Numerosas asociaciones tenían ya por entonces en sus estatutos un párrafo que estipulaba que para hacerse socio era requisito indispensable ser de "sangre aria", excluyendo, por tanto, a los judíos. Tanto bajo el Imperio como durante la República de Weimar, los precursores del racismo proclamaban las tesis que llegarían a ser doctrina y ley del Estado después de 1933.

Los temores al capitalismo moderno y al movimiento obrero, la decepción causada por la derrota de la Primera Guerra Mundial y el sueño de alcanzar nuevo poder militar y grandeza nacional estaban muy difundidos, y la propa-ganda nazi supo manipularlos. Para muchos alemanes, sometidos a una educación tradicional, basada en la concepción del respeto a las órdenes y a la jerarquía, la exigencia de crear un estado soberano autoritario (Führerstaat), guiado por un jefe (Führer), parecía ser el retorno a la normalidad.

Con sus eslóganes, Hitler captó el espíritu de la época y encontró el oído de las masas. También recibió el apoyo de grandes sectores de las élites políticas y del sector privado, que no habían aceptado nunca la República de Weimar y creían que el régimen hitleriano sería el mejor garante de sus intereses. Hitler pudo liquidar a la democracia porque había muy pocos dispuestos a defenderla

Los judíos resisten y defienden su dignidad

La toma de poder de un gobierno ultraderechista, la instauración de la dictadura y la promulgación de leyes anti-judías colocan al judaísmo alemán en una situación histórica sin precedencia. Ante esta presión externa, grupos políticos y religiosos muy diversos deciden unirse en una sola organización. Conservadores y liberales, judíos asimilados y sionistas fundan la "Representación Nacional de los Judíos Alemanes" (Reichsvertretung der deutschen Juden). La organización se ve confrontada con muchas tareas nuevas, que se van haciendo rápidamente más numerosas y cada vez más difíciles de solucionar.

En los cinco años que transcurren entre la subida de Hitler al poder hasta el pogromo de noviembre de 1938, los ministerios y las administraciones, las asociaciones profesionales y las instituciones públicas

implantan en todo el Reich, los departamentos y las comunas, más de 1.200 leyes, órdenes y edictos, instrucciones, directivas y reglamentos ejecutivos que limitan progresivamente los derechos civiles y el derecho de existencia de los judíos.

La expulsión de la vida económica, al principio por medio de la inhabilitación profesional y luego mediante la "arianización", es decir, la venta forzada de sus bienes, priva gradualmente a los judíos de los medios fundamentales de existencia. De 1933 a 1939, dos tercios de los empleados judíos pierden su trabajo. Ya en 1935 uno de cada tres depende de ayuda externa.

Se funda el "Comité Central de Asistencia y Desarrollo" (Zentralausschuss für Hilfe und Aufbau) para organizar la autoayuda económica y social. Se establecen delegaciones en todo el país, que tratan de apoyar a los desempleados mediante consejos y créditos, además de ofrecer servicios de colocación y de readaptación profesional. Se hace necesario ampliar la esfera de actividad de las instituciones sociales y culturales existentes y crear nuevas entidades para prestar asistencia a los perseguidos en sus esfuerzos por reorganizar sus vidas. Se crea la "Asociación Cultural Judía" (Jüdischer Kulturbund). La prensa judía, con un círculo reducido de lectores antes de 1933, llega a un nuevo público. Nace una gran obra común para ofrecer apoyo a los perseguidos, disminuir sus penurias y devolverles la autoestima y el coraje de vivir.

Se organiza la emigración de la generación joven. Al mismo tiempo, se espera que, a cambio de la exclusión de la vida del país y del aislamiento del resto de la población, los judíos que no estén en condiciones de emigrar puedan seguir llevando una vida acorde con sus costumbres. Más adelante se hablará de la "reconstrucción en el ocaso", un esfuerzo heroico que al final fue inevitable que fracasara. No obstante, continúa siendo un testimonio contundente de la fuerte voluntad de vivir y de la responsabilidad social del judaísmo alemán.

La época de la preguerra

Cuando los nacionalsocialistas asumen el poder, comienzan por destruir el Estado de derecho, prohibir todas las organizaciones democráticas y perseguir físicamente a sus partidarios, quienes son asesinados, encarcelados o empujados al exilio. En el curso de un año se lleva a cabo la "coordinación central" (Gleichschaltung), con el relevo de los titulares de todos los cargos clave. En el verano de 1934, después de la muerte de Hindenburg, Hitler pasa a ser jefe del Estado y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. A partir de ese momento, su poder es absoluto.

Cegados y desinformados por una propaganda dirigida centralmente, muchos creen en las promesas de los nazis y adoptan sus eslóganes. Pero también aquellos que no aclaman a la nueva autoridad cumplen casi sin excepción las órdenes, aun sin que se ejerza coerción. De ese modo, ayudan a consolidar la dictadura. La mentalidad de sumisión es más fuerte que el espíritu democrático, que apenas había conseguido echar raíces en el país vencido, después de 1918.

El antisemitismo proporciona la fórmula demagógica que supuestamente explica todos los problemas de la sociedad. Una vez impuesta la idea absurda de que los judíos son culpables de todo mal, basta con estigmatizar como judías ideas, personas e instituciones no deseadas para poder justificar cualquier medida represiva.

En este sentido el marxismo, la democracia parlamentaria, la Sociedad de Naciones y la socialdemocracia resultan ser una invención judía. Desde la proscripción de las artes y la literatura modernas hasta la criminalización de los partidos democráticos y los sindicatos, los eslóganes antisemitas sirven siempre como argumento.

Cuando ya nadie puede oponérsele abiertamente, Hitler aborda los dos objetivos que ha perseguido desde un principio: la lucha contra los judíos y la preparación de una guerra de conquista. Las leyes raciales de Nuremberg, que contradicen el principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, un legado de la ilustración europea, no son más que un preludio.

En noviembre de 1938, esta evolución llega a su punto culminante por el momento, con la "noche de los cristales rotos" (Reichskristallnacht), un pogromo organizado por el Estado, al que le sigue una nueva ola de leyes anti-judías aún más severas. Personas cuyas familias viven en Alemania desde hace siglos abandonan su país natal. Pero solamente estará fuera de peligro quien logre huir a ultramar. El 30 de enero de 1939, en una intervención en el Reichstag, Hitler amenaza con el "exterminio de la raza judía en Europa" en el supuesto de una guerra, que él provocará ese mismo año.

La guerra contra Polonia

La decisión es tomada a principios del otoño de 1939. El terreno para ello había sido preparado tiempo antes, en los Acuerdos de Múnich del año anterior. Aunque entretanto Hitler había violado los acuerdos y el ejército alemán (Wehrmacht) había invadido Checoslovaquia, las negociaciones entre la Unión Soviética y las

potencias occidentales sobre una garantía común para Polonia fracasan. Poco después, para gran sorpresa general, los enemigos irreconciliables de Moscú y Berlín

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