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Inmigracion


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  522 Palabras (3 Páginas)  •  179 Visitas

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Algunos inmigrantes, que vivieron aquí durante décadas, no quieren volver a su tierra natal, ni siquiera por un tiempo –nos dijeron-, porque se sienten abandonados por ella, o porque creen que ya no encontrarán a nadie conocido allí. No quiso volver, entre otros, Francisco Coira, quien nació en España en 1906 y expresa: "Nunca me quise volver. No creo en la nostalgia..." (2).

En La pradera de los asfódelos, dice una española que se opone a que su hijo emigre: "A América se marcha uno a morir y a olvidar. Primero se olvida a la novia, después a los hermanos, después a la madre. Nadie vuelve. Y si con la vejez alguien que hizo alguna fortuna regresa, es para mostrar sus canas y su cansancio. Se ha convertido en un extraño que envejeció lejos de su familia. Pregunta por sus amigos que ya no viven y mira su vieja casa en ruinas. Es como si volviera de una cárcel lejana donde pagó quién sabe qué delito" (3).

Un gallego destacado, Arturo Cuadrado Moures, manifiesta que no desea regresar; tiene una misión que cumplir en su nueva tierra: "Volver a España, ya... ¿para qué? Aquí tengo forjado mi corazón entre amigos. Creo que la República Argentina, como el resto de América, está en un despertar, tenemos una obligación con la gente joven: ¡Cuidarlos! ¡Vigilarlos! ¡Atenderlos! Para ellos están estos corazones que llegaron del exilio español" (4).

Muchos sí desean volver y lo logran. En julio de 1959, en la Argentina, Rafael Alberti se ilusionó con el regreso a su tierra. Escribió en La arboleda perdida: "no sé, pero hay algo en mi país que ya tambalea, y entre nosotros, los desterrados españoles, circulan vientos que nos cantan la canción del retorno" (5). Dejó la Argentina pensando en su Cádiz amada, pero debió recalar mucho tiempo en Roma. Finalmente, regresó a su puerto de Santa María.

Los Goris, inmigrantes gallegos, volvieron a radicarse a su tierra. "De chica –afirma la hija, Esther-, escuché tanto a mis padres añorar su tierra gallega, que, a fuerza de ser tan nombrada, Galicia se convirtió para mí en una región mítica". Ahora que sus padres regresaron, dice: "Sólo falta que vuelva yo, para estar los tres juntos, en ese suelo soñado" (6).

Otros jamás podrán regresar, y morirán añorando el retorno. Volver fue una obsesión para la gallega de Canción perdida en Buenos Aires al oeste, novela de María Rosa Lojo. La mujer "estaba sola frente al espejo y suspiraba: ¿me reconocerán, seré todavía hermosa cuando vayamos a España?" (7). Nunca pudo volver.

Graciela González, hija de un gallego emigrante, relata que en los años en que llegó a la Argentina su padre, "Los sueños eran pocos, pero duraban toda la vida: comprar una casita, educar a los hijos y, quién sabe, volver a la patria algún día. Papá nunca lo hizo". La entrevistada recuerda que en una valija,

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