JUAN CRITAL DE LA ESTRELLA
sofcot17 de Junio de 2014
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INTRODUCCIÓN
El afán por conocer la verdad de lo que acontecía en las tierras recientemente descubiertas induce muy pronto a los Reyes a crear la Crónica oficial de Indias, de carácter eminentemente histórico, tarea que se encarga al Cronista mayor. La institución nace bajo Felipe Segundo, pera ya antes de él hubo personas encargadas de confeccionar las Crónicas. Cítanse los nombres de Pedro Mártir de Angleria, de fray Antonio de Guevara, de Juan Cristóbal Calvete de Estrella.
El establecimiento oficial de la Crónica y del Cronista mayor, data de 1571 y es obra de Felipe Segundo, aconsejado por el licenciado Juan de Ovando. A su vez el Consejo de Indias ordenaba a descubridores y conquistadores consignar en un diario todos sus actos, a la vez que disponía se recogieran cuidadosamente las relaciones que de conquistas y descubrimientos se hubieran consignado por escrito, cualquiera que fuera el que las hubiera redactado.
Rómulo Carbia ha intentado determinar los nombres de los «Cronistas mayores de Indias» y sus actividades. Un resumen de ello sería el siguiente. El primero digno de mención es Juan de Velasco, autor de una Geografía universal de Indias; luego el licenciado Arias de Loyola, del que nada se conserva de provecho; viene luego Ambrosio de Onderiz, cosmógrafo y cronista; le sigue Antonio de Herrera y Tordesillas, autor de las famosas Décadas, para las que utilizó sin escrúpulo cuantos relatos tuvo a la mano, muchos de ellos ahora desaparecidos, sin citar a los autores. El valor de sus Décadas radica precisamente en que muchos datos importantes sólo en ellas han quedado consignados, por lo cual la obra es de interés perdurable y de obligada consulta en todo tiempo. El licenciado Luis Tribaldos de Toledo, nos ha dado informes sobre las guerras civiles de Chile; el doctor Tomás Tamayo de Vargas, trató de escribir una crónica religiosa de las Indias, sin realizar el proyecto.
Él, en su Historia de la leyenda negra hispano-americana, asevera también que la obra de Muñoz constituye el punto de partida de una nueva historiografía. Por fin, don Primo Feliciano Velázquez, en su Biografía de Joaquín García Icazbalceta, publicada en México en 1943, se expresa así: «Por extender el campo y abrir las nuevas vías, dedicó cincuenta años de su vida don Juan Bautista Muñoz a la acumulación de materiales sobre el descubrimiento y conquista de América: no publicó más que el primer tomo de su Historia en 1793, pero lustró su nombre con su preciosa colección de manuscritos, que tiempo adelante tradujo Terneaux Compans al francés». En 1954, la Real Academia de la Historia de Madrid, publicó el tomo primero del Catálogo de la Colección de Juan Bautista Muñoz. Los estudiosos podrán ya utilizar así el esfuerzo de tan renombrado y paciente recopilador de materiales para la historia.
La denominación de «Historiadores de Indias», se aplica, según José Tudela, no sólo a los llamados propiamente «Cronistas de Indias», que sabemos ya quiénes son, sino a todos los que, con encargo oficial o sin él, escribieron sobre América en los siglos XVI, XVII y XVIII.Se ha tratado de clasificar a los historiadores de Indias en grupos, atendiendo a criterios determinados; tendríamos así una primera clasificación según que los historiadores hubieren o no presenciado las hechos que relatan: los hay que estuvieron en América y otros que escribieron desde Europa, sin haber estado jamás en las tierras recién descubiertas, entre ellos tenemos a Juan Calvete de la Estrella.
Según el campo geográfico historiado, los hay generales, particulares y locales. El momento histórico narrado divide a los historiadores en prehispánicos, del descubrimiento, de la conquista, de la colonización o de los virreinatos y de la independencia. La profesión del cronista, permite clasificarlos en cronistas legistas, soldados, geógrafos o religiosos. En fin, la clase social a la que pertenecen, da margen para llamarlos cronistas indios, blancos o mestizos.
Gracias a la existencia de estas crónicas podemos conocer una parte de la historia de nuestro país porque, un pueblo que no sabe de dónde procede, cómo se ha ido estructurando con el correr de las edades, las vicisitudes por las que ha pasado y los acontecimientos que en él influyeron decisivamente, no merece el nombre de tal, ni puede estimarse poseedor de una individualidad jurídica y política digna de respeto.
El estudio y aprecio de la historia, se funda precisamente en estas consideraciones. No es la historia pasatiempo de desocupados o entretenimiento de eruditos ansiosos de hurgar en el ayer para satisfacción de su vana curiosidad. Si el pasado no interesara para el presente y sirviera para el porvenir, bien podría quedar enterrado y olvidado sin remedio, sin que valiera la pena preocuparse con él para nada.
La célebre frase que asevera que la humanidad se compone más de muertos que de vivos y aquella otra que enseña que los muertos mandan, tienen un fondo de verdad indiscutible. Vivimos del ayer más que del presente. Somos la resultante de generaciones que actuaron antes que nosotros y de fuerzas que obraron activamente en épocas remotas. Ni el hoy se puede comprender sin conocer el ayer, ni el futuro preparar adecuadamente sin medir las fuerzas que influyeron en la evolución de la sociedad.
Se ha aseverado, con razón, que si conociéramos como es debido los siglos en que América vivió bajo la dominación de España, tendríamos resueltas las tres cuartas partes de los problemas que tanto nos agobian. La explicación de los acontecimientos históricos no es dable si se desconocen los antecedentes que los determinaron. El presente no se formó de manera espontánea: es una resultante de hechos anteriores reales y verdaderos.
JUAN CRISTOBAL CALVETE DE LA ESTRELLA
BIOGRAFÍA
“El lugar de su nacimiento es controversial. Según Porras nos dice que era natural de Carineña” , “pero Juan Pérez de Tudela nos afirma que sus biógrafos más autorizados, Ignacio Asso y del Río nos dicen que nació en Sariñena, afirmado esto con el testimonio de Juan Costa, esto mismo sostiene también Diego Dormer en “Progresos del a historia en el reino de Aragón y elogio de Jerónimo Zurita Zaragosa”y la Paz y Meliá.
Aparece como hijo y único heredero de Juan Calvet de Estrella y de Antiga (o Antonia) de Carrancel ( o Carancanes), naturales de Sabedell. Por su padre heredó la condición de “hidalgo infanzón” del reino de Aragón. Estaba casado con Ana Vaca de Villarruel.”
“En su juventud estudió lenguas clásicas y humanidades en Alcalá de Henares con el famoso Hernán Núñez (llamado el Comendador Griego), y fue discípulo de Jerónimo de Zurita. Su biblioteca fue vendida por su hija al Colegio de San Pelayo de Salamanca en 1599” .
“Ya en 1542 Acompañó en ese entonces al todavía príncipe, Felipe II en la prolija y festejadísima jordana que este realizó a través de Alemania y de Países Bajos, y ello precisamente le brinda la ocasión para acreditarse como excelente y fácil escritor y también fue maestro de sus pajes. En su obra “El felicissimo viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe don Phelippe, hijo del emperador don Carlos Quinto Máximo, desde España a sus tierras de la baxa Alemana: con la descripción de todos los Estados de Brabante y Flandes, este tenía la de los banquetes, torneos a los asistió en ese viaje ” . “También fue maestro de sus pajes. Este último cargo lo desempeñaba por las fechas de 1545”
“Sus numerosas obras castellanas y latinas se distinguen por la pureza del estilo, por su elegancia y amenidad. No se ha encontrado hasta hoy los doce libros que contenía su Conquista del Perú, escritos en latín ciceroniano y que se guardaban en la Biblioteca de San Isidro en Madrid.
Es uno de los Cronistas de Indias, designado por la autoridad real. «Cronista mayor de las Indias, después de Gonzalo Fernández de Oviedo», esto le llama don Antonio Paz y Meliá, en el Prólogo importante que escribió para la Rebelión de Pizarro en el Perú y Vida de D. Pedro Gasca, obra escrita por Calvete de Estrella , según sus palabras, «después de setiembre de 1565, habiéndola terminado a fines de enero de 1567», y que Paz y Meliá editó en Madrid en dos volúmenes el año de 1889, dentro de la Colección de Escritores Castellanos, utilizando para ello un manuscrito del siglo XVI que hoy reposa en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Juan Cristóbal Calvete. Estampa unos epigramas en los cuales no hay nombre que no celebre y haga inmortal. Esa vocación laudatoria le reportaría compensaciones no siempre de índole platónica. Por ello desde 1556 el príncipe- por cédula dada en Gante el 16 de octubre- Le había conmutado el asiento en su casa como criado, por una libranza anual de 60,000 maravedíes”.
“ Si bien es cierto su fama se inmortalizó por ser el autor del Felicísimo viaje (1552), pero se hizo célebre asimismo su descripción del monumento funerario en memoria del Emperador levantado en San Benito de Valladolid, e impreso en esta ciudad en 1559, en el taller de Francisco Fernández de Córdova. Se conserva un ejemplar en la Real Biblioteca (Tumulto Imperial). En la licencia de impresión y en el privilegio, que llevan fechas de enero y febrero de 1559, se señala que no solo compuso la prosa y versos que forman el texto sino que realizó dibujos para el túmulo . Prueba del eco de esta descripción es la carta que le dirigió el cardenal Granvela, cuya minuta se guarda en la Real Biblioteca y que reproducimos a continuación.
Carta del cardenal Granvela a Juan Cristóbal
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