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LA EPOCA COLONIAL


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  2.865 Palabras (12 Páginas)  •  335 Visitas

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LA EDUCACIÓN EN LA ÉPOCA COLONIAL

El concepto de educación elemental en la Nueva España no puede tomarse como equivalente de la obra misionera, bien que aquélla fue como una continuación natural de ésta. La primera escuela estuvo en Texcoco, y fue fundada por fray Pedro de Gante, a quien con razón, se ha considerado como el Primer educando de América. Llegó este fraile franciscano a tierras de Anáhuac, en 1523, junto con otros dos, para conocer a la gente, y aprender la lengua nativa. A la llegada del siguiente grupo de frailes, de los “doce” en 1524 el convento principal se estableció en México, pero fray Pedro de Gante, inexplicablemente fue enviado a Tlaxcala, donde permaneció tres años, fundando allí otra escuela. Ya en 1529 de regreso a México fundó en el convento de San Francisco, la escuela de San José de Belen de los Naturales, la cual dirigió hasta su muerte en 1572.

Los franciscanos fueron los primeros frailes en arribar a la Nueva España entre los años de 1523 y 1536. Su preocupación principal fue la de evangelizar a los nativos de estos nuevos territorios, fueron los primeros que se interesaron por introducir un nuevo conocimiento. Así elaboraron y empezaron a poner en práctica un proyecto educativo, cuyo objetivo central estuvo dirigido a contribuir en la reorganización social de los pueblos indios, asegurando su autosuficiencia económica, además de su autonomía social y política. Su ideal de conquista era ganar almas entre los indios, de acuerdo a la ideología del retorno a un cristianismo primigenio por el que habían luchado en Europa desde el siglo XIII y ahora se presentaba la ocasión para llevarlo a cabo en el Nuevo Mundo.

En el mundo novohispano se tuvo la necesidad de reglamentar el servicio de la educación.

Gaspar Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey, expidió la ordenanza de los maestro del “nobilísimo arte de leer, escribir y contar”.

“El Virrey Antonio de Mendoza…se manifestaba por el esfuerzo de los religiosos españoles para formar nuevos formadores capaces de transmitir las enseñanzas”.

Los nuevos educandos tenían clases en sus escuelas conventuales dos veces al día, en la mañana y por la tarde; se enseñaba la doctrina, la lectura y la escritura del castellano y el latín. Se escogían a los niños entonados para cantores de la iglesia y se les instruía para servir de ayudantes en las misas. Estos niños formados en los colegios conventuales tenían la obligación de difundir lo aprendido en sus pueblos.

Por su parte los franciscanos daban a lo que se llamaba la "gente común" o macehuales la enseñanza catequística. Diariamente, después de misa, concentraban a los niños indígenas en el atrio de la iglesia, les hacían aprender la doctrina y las oraciones. Después volvían a sus casas para que aprendieran las labores realizadas por sus padres. Los viejos del pueblo eran los encargados de la asistencia y el cuidado de los hijos de la gente común en la instrucción religiosa.

Los franciscanos crearon formas didácticas novedosas en la enseñanza de su cristianismo. Frente a la seguridad que experimentaban respecto al hecho de que los naturales eran cristianos sin saberlo y de que practicaban las formas de vida que ellos propugnaban, se dieron a la tarea de crear los mecanismos adecuados para conducirlos hacia su ideal de sociedad evangélica pura.

La enseñanza a los nativos de la religión y de buenas costumbres era la condición que justificaba la concesión a la monarquía española de los territorios occidentales. Así, la educación indígena estaba ligada al derecho de España de dominar las nuevas tierras, porque debido a esta tarea evangelizadora ostentaban los “justos títulos” a las posesiones americanas.

De esta manera, de buena o de mala gana, la corona asignó dinero y hombres a la educación de los indígenas durante los trescientos años de la época colonial. Su principal ayuda durante el siglo XVI fue la iglesia católica, cuyos frailes, los franciscanos, dominicos y agustinos, dirigían las parroquias de los indios, llamadas “doctrinas”, y se encargaban de la evangelización y de la enseñanza. Sostenidos principalmente por el gobierno español, las órdenes religiosas inventaron métodos novedosos para transmitir los conocimientos religiosos--- pinturas, catecismos con dibujos en vez de palabras, danza, teatro y música (métodos audiovisuales), además de enseñar las artes y oficios y fundar colegios de internados para indígenas durante el siglo XVI: los franciscanos en Tlatelolco, los jesuitas en Pátzcuaro, Tepozotlán y el colegio de San Gregorio en la ciudad de México.

En 1585 el III Concilio Mexicano legisló sobre dos puntos relacionados con la educación indígena. Prohibió la ordenación de los indios como sacerdotes y mandó que los párrocos usaran la lengua indígena de cada región para la evangelización. La primera disposición sirvió para desanimar los esfuerzos para promover estudios avanzados para los indígenas porque ya no podían llegar a ser sacerdotes de la iglesia católica.

El segundo mandato del Concilio por el cual los clérigos debieran aprender la lengua de los neófitos y al mismo tiempo procurar enseñarles el castellano no concordaba con la opinión del Consejo de Indias en España. Ahí las autoridades peninsulares criticaban que la conservación de los idiomas americanos propiciaba la idolatría y la superstición; además, la habilidad de hablar una lengua indígena por los sacerdotes “mestizos y criollos” perjudicaba, según el Consejo, el nombramiento a las doctrinas del Nuevo Mundo de clérigos ibéricos mejor calificados. El rey FELIPE II se opuso a la idea del Consejo de Indias de obligar a los indios a aprender el castellano y declaró: “No parece conveniente apremiarlos a que dejen su lengua natural” y que se debía “guardar la que esta mandado en no promover curatos sino a quien sepa a la de los indios.” Aunque el monarca optó por la posición del III Concilio Mexicano, añadió que también se debiera designar maestros que enseñaran el castellano a quienes “voluntariamente quisieren”.

Se crea la Real Pontificia Universidad para los intelectuales distinguidos, mientras que a los indígenas se les sometió, imponiéndoseles las creencias espirituales y las materias de educación. La universidad fundada por Decreto Real por Felipe II, el 21 de septiembre de 1551. Fue elevada a la categoría de PONTIFICIA por Bula del Papa Clemente VIII el 7 de octubre de 1597. Hacia finales del siglo, los estudiantes del nivel superior son obligados a asistir a misa diariamente, a diferencia de la tendencia casi de laicismo en

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