LA LEYENDA NEGRA

LA LEYENDA NEGRA.

Según la definición que damos a leyenda, ésta es un relato o serie de sucesos naturales, imaginarios o maravillosos o mezcla de todos que se transmiten de generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso verídico lo que confiere cierta singularidad.

“Una mentira a fuerza de repetirla se convierte en verdad”. En cuanto a la leyenda negra todos estos relatos tenían unas motivaciones que se forjaron principalmente durante el reinado de Felipe II y sobre tres conceptos: Inquisición, política exterior y abuso sobre los indios. Respecto del primer punto, en Europa pensaban que debía haber muchos moros y judíos y que, por eso necesitaban la Inquisición (Erasmo era un declarado antisemita). Pero esta opinión se agudizó con la condena a protestantes con lo cual introdujeron el matiz religioso a las luchas políticas que las potencias protestantes hábilmente utilizaron para sus intereses convenciendo con falsedades a las naciones católicas.

La mala fama se agudizó por la política de Felipe II en Europa ya que estuvo en guerra con medio continente: Flandes, Inglaterra, Francia, América, etc. La propaganda antiespañola funcionó (asesinatos de los familiares de Guillermo de Orange, los amores de Felipe con la princesa de Éboli, fracaso de la armada Invencible, el trato que se daba a los indios, etc.). Todo estaba exagerado y lleno de falsedades, pero se inculcó en la población europea.

Por último, los enemigos de Felipe II tuvieron una inestimable ayuda en las acusaciones que hizo fray Bartolomé de las Casas sobre el trato dado por los españoles a los indios, que habían sido corregidas en su mayor parte; aunque para ellos los indios les importasen muy poco

Todo ello nos lleva a pensar que las campañas de deslegitimación de lo español estuvieron bien planeadas, en los momentos adecuados y ayudados por los propios españoles (llámese Antonio Pérez) por lo cual, con la leyenda negra nos pusieron en la picota y no supimos defendernos; el daño ya estaba hecho.

El dicho “y tú más” se aplica en muchos ámbitos de la vida cuando no queremos reconocer nuestros errores. En los ataques a la política hegemónica de España en Europa, los españoles eran apuntados como militares brutos, soberbios, hidalgos arrogantes y sin blanca, pomposos y a la vez ridículos. Todo esto podía ser una verdad a medias, en cierta medida, pero también les inquietaba este poderío y lo español y el prestigio de España estaba presente en la sociedad y la cultura europea y lo tenían que reconocer, aunque no quisieran (aprendían el español, leían autores españoles, seguían la moda de Madrid, etc.)

No hemos sabido defender lo nuestro. Como nos cuenta Fernando García de Cortázar en una anécdota que le relataron “El historiador H. Camen en un curso de verano, en El Escorial, traza un retrato objetivo de Felipe II, el gran rey burócrata, con sus luces y sombras. Finalizada la conferencia los estudiantes, españoles, comenzaron a descalificar sin documentación para fundar sus opiniones, a Felipe II y el sorprendido conferenciante, fatigado, expresó que los únicos que creían aún en la Leyenda Negra eran los propios españoles”. Hasta ese punto hemos interiorizado las mentiras que se han producido desde hace quinientos años. Los relatos imaginarios se han ido reproduciendo a lo largo de la historia y no hemos sabido contrarrestarlos.

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