LA REVOLUCION DE INDEPENDENCIA
mariajosecruise16 de Mayo de 2012
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La Revolución de Independencia.
El Siglo de las Luces
En el siglo XVIII, para estudiar, trabajar y organizarse, muchos hombres y mujeres empezaron a confiar más en la razón que en la autoridad. Se atrevieron a revisar y a rectificar lo que habían dicho los sabios del pasado. Sintieron que la razón era una luz poderosa que acababa con las tinieblas de la ignorancia, el atraso y la pobreza. Por eso llamamos a ese tiempo el Siglo de las Luces o de la Ilustración.
Al principio sucedió en Inglaterra y en Francia; después en el resto de Europa y en América.
Los pensadores ilustrados estaban en favor de la libertad y de la igualdad ante la ley de todos los hombres, y en contra de los privilegios de los reyes, los nobles y la Iglesia católica. En los dominios españoles de América, esas ideas contribuyeron a que algunas personas comenzarán a creer que era posible luchar contra los gobiernos injustos y en favor de la independencia.
Durante el Siglo de las Luces la Nueva España tuvo un gran crecimiento económico, basado sobre todo en la minería. Pero esas riquezas beneficiaron sólo a los españoles y a unos pocos criollos.
Los reyes españoles mandaban en sus territorios sin tomar en cuenta la opinión de los habitantes. La mayoría de los puestos importantes en el gobierno, la Iglesia católica y el Ejército de la Nueva España se le daban a españoles peninsulares, que habían nacido en España, en la península ibérica. Los criollos hijos de españoles que habían nacido en el Virreinato, tenían muchas menos oportunidades.
Los criollos sentían que la Nueva España era su patria y que debían participar en su gobierno, pero no eran tomados en cuenta por las autoridades españolas. Su descontento, junto con las diferencias entre los ricos, que eran pocos, y los pobres, que eran muchísimos, causaron un malestar social cada vez mayor.
La conspiración de Querétaro
Antecedentes de la independencia
Mientras tanto, al igual que sucedía en otros países de Hispanoamérica, algunos criollos comenzaron a reunirse en secreto para planear la forma de cambiar el gobierno del Virreinato. En 1809, una de esas conspiraciones fue descubierta en la ciudad de Valladolid, que ahora se llama Morelia.
El año siguiente, Miguel Domínguez que era el corregidor (una clase de juez) de Querétaro, y su esposa Josefa Ortíz de Domínguez, empezaron a reunirse con algunos militares, como Ignacio Allende y Juan Aldama. A esas juntas también asistía el párroco de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla.
La conspiración fue descubierta, pero antes de que las autoridades pudieran apresar a los participantes, doña Josefa lo supo y consiguió avisarle a Allende. Este cabalgó toda la noche para ir de Querétaro a Dolores sin que lo vieran y prevenir a Hidalgo: sus planes habían sido delatados.
El Grito de Dolores
Hidalgo y Allende adelantaron la fecha en que debían levantarse en armas. De inmediato, en la madrugada del domingo 16 de septiembre, Hidalgo mandó tocar las campanas de la iglesia para reunir a la gente. Les recordó las injusticias que sufrían y los animó a luchar contra el mal gobierno.
Sus palabras inflamaron los corazones de los habitantes de Dolores y los convirtieron en insurgentes. Lo primero que hicieron fue sacar a los presos de la cárcel y poner dentro a las autoridades españolas.
Los hombres y las mujeres que siguieron a Hidalgo no eran un ejército organizado. Era un pueblo que quería un gobierno justo, en el que pudiera participar. No tenían armas suficientes, pero tomaron palos, hondas, machetes e instrumentos de labranza. Hidalgo comenzó su marcha con seiscientos hombres, que en pocos días llegaron a casi ochenta mil. Indios, mestizos, criollos y algunos españoles; militares, peones, mineros y sacerdotes iban mezclados.
En México, el sentimiento secesionista respecto de España fue abonado, entre otras causas, por el descontento de los criollos, la prohibición de comerciar con otros pueblos, las precarias condiciones sociales y el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos. El 15 de septiembre de 1810, se produjo el llamado "Grito de Dolores"., en la ciudad de este nombre, a renglón seguido del levantamiento instigado por el cura Miguel Hidalgo (1753-1811), Ignacio José Allende (1779-1811) y los hermanos Aldama. Como en otras ocasiones y en otro países, la superioridad militar de los realistas acabó por desnivelar la balanza a su favor, lo que dio, como resultado, entre otras cosas, el fusilamiento de Hidalgo (que en diciembre de 1810 había decretado la libertad de los esclavos) y de Allende.
Tomó el relevo en el encabezamiento de la lucha contra la metrópoli el cura José María Morelos (1765-1815), a quien se debe la declaración de independencia en Chilpancingo, el 6 de noviembre de 1813, así como un cierto tinte de social agrarismo contenido en los documentos independentistas. Sentimientos de la nación y Medidas políticas. Murió fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815, al derrotarle en Valladolid, hoy Morelia, Agustín de Iturbide (1783-1824). La guerra se hizo de guerrillas, en la que brillaron Vicente Guerrero (1783-1831), Manuel Mier y Terán (1789-1832), Guadalupe Victoria (1786-1843) y Nicolás Bravo (1784-1854), y en la que participó el español Francisco Javier Mina (1789-1817).
Se entró en un período de enorme confusión, en el que al "Plan de la Profesa", apoyado por el virrey Juan Ruiz de Apodaca (1754-1835), sucedió el "Plan de Iguala", formulado primero por Agustín de Iturbide y defendido después por el nuevo virrey Juan O'Donojú (1762-1821). Según el "Plan de la Profesa", México era declarado reino independiente cuya corona se ofrecería a Alfonso VII. Antes era necesario pacificar el país, lo que se encomendó a Iturbide, quién lanzó el "Plan de Iguala"", ....
Don Miguel Hidalgo y Costilla
(1753-1811)
Nació en la Hacienda de Corralejo, en Pénjamo, Guanajuato, el 8 de mayo de 1753.
Fue enviado a Valladolid (hoy Morelia) a estudiar al Colegio de San Nicolás Obispo, del cual llegó a ser catedrático de teología, filosofía y moral y finalmente, rector. En 1792 se ordenó como sacerdote, ejerciendo su ministerio en el Curato de Dolores, después de haberlo hecho en varios otros curatos. De ideas liberales, se unió al grupo de patriotas que en el año de 1810 conspiraban en Querétaro a favor de la independencia de México.
El movimiento armado debería iniciarse en el mes de octubre de ese mismo año, pero descubierta la conspiración y detenidos varios de los complicados, Hidalgo, en unión de Aldama, Allende, Abasolo y otros, en atención a un aviso que, con riesgo de su vida les fue enviado por la Corregidora Doña Josefa Ortiz de Domínguez decidió efectuar el levantamiento en el acto, y así, al amanecer del 16 de septiembre de 1810, los vecinos del pueblo de Dolores, alfareros, carpinteros, herreros y campesinos, acudieron al llamado del padre Miguel Hidalgo y Costilla para iniciar la lucha por la independencia.
En poco menos de dos semanas, el ejército insurgente obtuvo una serie de rápidos y fáciles triunfos. De Dolores pasaron a Atotonilco, San Miguel el Grande (hoy Allende), Chamucuero, Celaya (en este lugar se le dio a Miguel Hidalgo el grado de capitán general y a Ignacio Allende el de teniente general), Salamanca, Irapuato y Silao, hasta llegar a Guanajuato.
Ante la proximidad del ejército insurgente, los españoles, junto con sus familias y sus caudales, se refugiaron en la "Alhóndiga de Granaditas", en la ciudad de Guanajuato. El 28 de septiembre, después de una sangrienta lucha en la que la multitud enfurecida aniquiló a sus defensores, fue tomada al fin la fortaleza. De Guanajuato, don Miguel Hidalgo se dirigió a Valladolid, ciudad que fue tomada por los insurgentes el 17 de octubre de 1810, sin que sus defensores opusieran resistencia. En ese lugar permaneció varios días organizando su tropa para salir a tomar la capital del virreinato: la ciudad de México.
En el Monte de las Cruces, a las afueras de México, obtuvo Hidalgo una formidable victoria el 30 de agosto, derrotando a Trujillo (Coronel Realista), victoria que desaprovechó lamentablemente, pues en lugar de lanzar sus tropas sobre la ciudad de México para apoderarse de ella, aprovechando el desconcierto que su victoria había ocasionado en las filas españolas, ordenó la retirada de sus tropas hacia Ixtlahuaca, por el camino de Toluca. En Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, se enfrentaron insurgentes y realistas, estos últimos al mando del general Félix Calleja, en una batalla, que resultó ser desastrosa para Hidalgo y su gente, obligándolo a replegarse hacia el norte.
El 21 de mayo de 1811, al llegar a Acatita de Baján, Hidalgo, Allende y 27 compañeros más, fueron víctimas de una traidora emboscada que les tendió Ignacio Elizondo y fueron hechos prisioneros. Conducidos a Chihuahua, Allende, Aldama y Jiménez fueron fusilados el 16 de junio de 1811 y un mes después, el 30 de julio de ese mismo año, Hidalgo fue fusilado también.
El gobierno virreinal estaba convencido de que con la muerte de los caudillos, fusilados en Chihuahua, acabaría el movimiento insurgente. Pero no fue así.
Ignacio López Rayón, quien se había quedado en Saltillo, realizó la proeza de escapar del enemigo y marchar desde esa ciudad hasta la provincia de Michoacán, donde podían contar él y su tropa con la ayuda del pueblo. Y, para desgracia de los realistas, en las montañas del sur ya estaban luchando el genio militar José María Morelos, apoyando en sus campañas
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