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LEGADO COLONIAL

lembus3 de Diciembre de 2013

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2. El legado colonial.

• 2.1 repercusiones de las reformas borbónicas en la nueva España.

• 2.1.1 el despotismo ilustrado en la Nueva España.

• 2.1.2 apertura comercial entre virreinatos.

• 2.1.3 cambios en las instituciones políticas en la Nueva España.

• 2.1.4 las reformas borbónicas y sus efectos en las corporaciones eclesiásticas.

2.1

• Panorama socio demográfico de los grupos sociales y su relación con los aspectos económicos, políticos y culturales: clero, comerciantes, hacendados, mineros y funcionarios.

2.2 Crisis colonial y proceso de independencia.

• 2.3.1 movimientos sociales que derrumban la estructura colonial: peninsulares, criollos e indígenas y castas.

• 2.3.2 la constitución de Cádiz de 1812 y sus repercusiones en la Nueva España.

• 2.3.3 planes, programas y manifiestos emanados de la gesta independentista: abolición de la esclavitud, sentimientos de la nación, constitución de Apatzingán, plan de iguala y tratados de Córdoba.

Legado Colonial

Repercusiones de las reformas borbónicas en la nueva España.

Al siglo XVII se le ha denominado como el "de la integración" y al XVIII como el "de las luces" o "de la ilustración". Hubo en el primero un descenso de la población indígena, fue cuando la Casa de Habsburgo consolidó su dominio sobre la Nueva España y fortaleció una economía dependiente. Ya en el siglo XVIII, la colonia tuvo un claro ascenso de la población y de los ramos económicos más importantes: la agricultura, la minería y el comercio. Las grandes transformaciones en la Nueva España a efecto de las Reformas Borbónicas acontecieron sin embargo entre 1760 y 1821.

A partir de los años cuarenta del XVIII, comienzan a darse algunas de estas reformas en la Nueva España. La legislación así lo sugiere; por ejemplo, en cuanto a la Iglesia, la Corona redujo el poder del Arzobispado de México y limitó las funciones de los obispos (por pragmática real, 1748), prohibió la intervención del clero en la redacción de testamentos civiles (1754), ordenó la expulsión de los jesuitas (1767), dispuso que la doctrina se enseñase en español (1772), estableció leyes desamortizadoras para enajenar bienes raíces de hospitales y otras obras benéficas (cédula real, 1798).

En otro orden de cosas, se contrarrestó el poder del virrey y el de la Real Audiencia. Algo muy importante fue la modificación del aparato burocrático desplazándose a peninsulares residentes de la Nueva España así como a criollos, para dar cargos a profesionales inmigrantes de España y Francia. De estos cambios ha quedado una vasta y reveladora legislación sobre las diferentes formas y normas establecidas por los Borbones.

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El proyecto borbónico se impulsó en la metrópoli y sus dominios bajo el reinado de Carlos III; deseoso de conocer lo que tenía en la Nueva España, envió al conde José de Gálvez hacia 1765. A pocos años de su llegada, éste reorganizó la educación, el ejército y el sistema aduanal; creó el estanco del tabaco y nuevos impuestos, y estableció lo más importante de las reformas borbónicas: el sistema de intendencias, cuya ordenanza fue promulgada en 1786. Esta real ordenanza, de carácter general y de observancia obligatoria, reunió una serie de disposiciones, destinadas a regular u ordenar homogénea y sistemáticamente las instituciones novohispanas. Su aplicación fue decisiva para la organización integral, y vino a ser una especie de constitución en la época, aunque la ejecución de sus disposiciones tropezaría con problemas.

Gracias al sistema de intendencias, se implantó precisamente una nueva organización territorial y administrativa. Las intendencias abarcaron los factores político, económico y militar de sus jurisdicciones, y quedaron bajo la autoridad de los intendentes nombrados por el monarca, con funciones de justicia, hacienda, guerra y policía de provincia, quienes sustituyeron a los gobernadores provinciales. La división territorial tomó como base las provincias existentes para formar doce intendencias, cuyos nombres fueron los de las ciudades capitales: México (sede de la Intendencia General o Superintendencia), Puebla, Veracruz, Mérida, Oaxaca, Valladolid, Guanajuato, Zacatecas, Durango y Arizpe.

Los militares criollos fueron otro sector afectado, ya que las reformas ordenaban que sólo se proporcionara rango superior a españoles peninsulares, quedando los criollos relegados a mando medios e inferiores, lo que marcó el descontento de la clase militar criolla, además se les ordenaba desplazarse a grandes distancias con sueldos mínimos, mientras que los oficiales españoles residían cómodamente en las ciudades con sueldos más altos, y con privilegios mayores.

La capital de la Nueva España adquirió otra fisonomía al surgir edificios palaciegos, tránsito de carruajes, billares y cafés, así como una serie de obras públicas: instalación de alumbrado público, saneamiento de calles, reparación y ampliación del acueducto de Chapultepec, establecimiento de hospitales, se incrementó la construcción de caminos, la construcción de puertos marítimos, para mejorar la comunicación y el comercio interno y externo. El comercio se incrementó en la Nueva España se podía tener acceso a mercancías de toda Europa y de Estados Unidos (que acababa de conseguir su independencia), en Francia e Inglaterra el comercio de libros con nuevas ideas liberales burguesas comienzan a generalizarse, estas ideas tienden a debilitar el poder de las burguesías, considerar a todos los habitantes como ciudadanos y a promover los derechos fundamentales del hombre (elegir gobernantes, acabar con las monarquías, libre expresión, libre creencia religiosa, abolición de la esclavitud, autogobierno, democracia, etc.).

Durante los siglos XVII y XVIII, la sociedad se hizo más compleja por la mezcla racial. El proceso del mestizaje fue creciente e incluyó no sólo al elemento blanco unido al indígena, sino también a las múltiples castas cuyo origen se fue alejando cada vez más del tronco común.

El derecho colonial había estipulado las obligaciones y facultades de los novohispanos. En la práctica, sucedieron numerosos actos de corrupción y violaciones a las leyes por los funcionarios españoles nombrados por los borbones, que contribuyeron a marcar cada vez más las diferencias materiales y culturales entre la población. Los colores de la gente, la desigualdad económica, la injusticia cometida por las autoridades y el mismo rigor de la legislación abonaron un terreno propicio para un futuro cambio, cambio que buscó acabar con la sujeción política y la dependencia económica mantenidas por España.

En las postrimerías de la Colonia, un grupo de criollos buscó y promovió nuevas formas de gobierno. A pesar de las prohibiciones de leer libros que podrían suscitar una rebelión, este grupo tuvo acceso a una literatura que le puso al tanto de la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica, así como de la Revolución Francesa, y le ilustró con las ideas de la época. Como en el resto de la América española, los criollos tomaron la iniciativa de cambio hallando vocero y guía en los consejos municipales, en los ayuntamientos, que resurgieron en 1808.

En este mismo año, los criollos del Ayuntamiento de México solicitaron al virrey dictase disposiciones para que Nueva España se gobernara de manera autónoma y con una legislación local, mientras la metrópoli estuviese ocupada por los franceses. En la búsqueda de autonomía se sustentó el proceso que conllevó a la independencia. Dio curso al anhelo de la soberanía nacional, para que de ella emanara una legislación propia. A aquella etapa sucederían otras durante las cuales la soberanía sería una constante en la mente, en los programas, así como en la ley de los mexicanos que nos negamos a ser sujetos o dependientes de otros individuos o naciones, ya en tiempos de lucha o de paz.

El despotismo ilustrado en la Nueva España.

Despotismo ilustrado, concepto político que hace referencia a una forma de gobierno, vinculada a ciertas monarquías europeas del siglo XVIII, en la que los reyes, sin renunciar a su condición de soberanos absolutos, trataron de aplicar determinadas medidas “ilustradas”, de corte reformista e incluso progresista, surgidas precisamente en esa centuria, denominada genéricamente Siglo de las Luces ó la Ilustración.

El surgimiento de las ideas de la Ilustración en el siglo XVIII ejerció un fuerte impacto en las monarquías europeas. En algunos casos, las nuevas ideas provocaron una actitud represiva frente a ellas y una afirmación de los valores tradicionales. En otros, la colaboración entre la Ilustración y el estado dio lugar al surgimiento de un nuevo tipo de monarquía que buscaba compatibilizar el fortalecimiento del poder del rey y el desarrollo ordenado y equilibrado de la sociedad. A estos reyes se los conoció como "déspotas ilustrados".

Los monarcas ilustrados más importantes fueron Federico II de Prusia, María Teresa y José II de Austria, Catalina II de Rusia y Carlos III de España. Muchos filósofos se instalaron en las cortes de estos reyes, que manifestaban el deseo de efectuar reformas basadas en las ideas de las Luces.

Aunque el término “despotismo ilustrado” fue

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