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La Dama De Baza


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2012  •  1.024 Palabras (5 Páginas)  •  474 Visitas

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La Dama de Baza

En circunstancias afortunadas no muy repetidas, la de una excavación arqueológica, desenterró F. Presedo en 1971 a la Dama de Baza. Una sencilla tumba de la antigua Basti, consistente en una fosa cuadrangular, contenía un espléndido ajuar en vasos cerámicos, armas y otros complementos, y la pieza excepcional de la escultura, adosada al centro de una de las paredes de la fosa. Se halló en perfecto estado de conservación, con toda su rica policromía, factor siempre destacado en esta obra, por cuanto llena en algo el hueco dejado por la pérdida casi total del colorido en las demás esculturas ibéricas. Está esculpida en una sola pieza de caliza de color grisáceo, ultimada con una fina capa de enlucido de yeso, y, sobre ella, pintada. Mide 1,30 m de altura, y 1,05 m de anchura máxima.

Es una figura entronizada, creada a partir de un tipo muy difundido en todo el mundo griego o helenizado. El trono es de formas sencillas, con las patas someramente talladas, y el apoyo de las delanteras en forma de garras; su rasgo más característico es el respaldo, ensanchado en forma de alas convencionales, de extremos levantados y redondeados; todo él está pintado en color castaño, salvo una franja horizontal en blanco en la parte anterior de las alas. La Dama se sienta en él hierática, solemnemente. Viste una túnica azul, sobre dos sayas visibles bajo el borde inferior, que se adorna con una cenefa pintada, compuesta de una banda roja, un ajedrezado de este color y blanco, y otra de azul intenso; se cubre, de la cabeza a los pies, con un manto de tela gruesa, de color azul y cenefa pintada al borde como la túnica; lo mantiene abierto, ondulados los bordes asimétricamente, con naturalidad, hasta caer en punta a un lado y otro de los pies. Asoman éstos bajo la túnica, embutidos en calzados de paño rojo, y reposados sobre un cojín. Apoya las manos, cargadas de anillos, sobre el regazo: la derecha abierta, doblada palma abajo a la altura de la rodilla; la izquierda, cerrada, aprisiona un pichón de color azul.

Luce varios collares al estilo de la Dama de Elche: cuatro gargantillas de cuentas, que rigidizan el cuello y un collar con grandes lengüetas y otro con colgantes de mayor tamaño en forma de anforillas sin asa, sobre el pecho plano, asexuado. Se toca sencillamente, con una especie de cofia o tiara dura, levantada hacia la nuca, de donde cuelga el manto, y ribeteada sobre la frente con una orla de cuentas; deja asomar el pelo, sobre todo en dos amplios bucles redondos a la altura de los pómulos, de intenso color negro, que le imprime cierto aire castizo. Destacan por su aparatosidad los pendientes, de forma troncopiramidal; con flecos.

Sin duda, el efecto artístico más destacado de la escultura reside en el rostro. Visto de frente -el punto de vista principal de la figura, y el único con el que fue concebida-, forma un óvalo perfecto, cerrado arriba por la curva de una frente alta, abajo por la de una ligera papada. Es de cara algo mofletuda,

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