La Edad De Hielo

La verdadera Edad del Hielo

La última de las glaciaciones del periodo precámbrico, hace aproximadamente 710 millones de años, marcó el inicio del dominio del reino animal sobre la superficie terrestre. Un suministro cada vez más abundante de oxígeno, en su momento un producto de desecho, producido por cianobacterias y algas rojas, verdes y pardas, contrastaba con una naciente pero aún pequeña respiración celular.

La tierra, para mantenerse caliente, dependía en esos momentos, más que todo, de las emisiones de metano (un gas invernadero impresionantemente más efectivo que el tan afamado CO2). Cuando, por razones desconocidas, el suministro se cerró (paleontólogos dicen que movimientos tectónicos enterraron mucha materia orgánica que de otro modo se habría descompuesto), la tierra vio su temperatura disminuir gradualmente, y los polos congelarse, exactamente igual que durante el pleistoceno.

Así sería la tierra durante el período glaciar, según la teoría de la "Tierra Bola de Nieve".

Sin embargo, no existían animales que liberaran CO2 y otros gases invernaderos para compensar. Además, el sol pasaba por un momento de enfriamiento, por lo que las capas de hielo pronto alcanzaron latitudes entre 30º y 40º, un umbral crítico. Dado que el hielo refleja la luz, disminuye la cantidad de calor que la tierra absorbe del sol. En estas latitudes, según Joe Kirschvink (geólogo), la radiación devuelta alcanza un nivel crítico y, en pocos cientos o miles de años, congelaría la mayor parte de la superficie terrestre.

Aún existe debate entre dos posibles variantes:

A) Las capas de hielo cerca del ecuador solo tenían unos pocos metros de grosor, dejando espacios quebrados en los que las condiciones no fueran demasiado duras para los organismos eucariotas (los procariotas no los podemos acabar ni con antibióticos ni con bombas nucleares, me gustaría ver una edad de hielo que los mate).

B) El grosor de las capas de hielo, incluso en el ecuador, era de cientos de metros, reduciendo la vida procariota a las capas internas de la tierra y, junto con los pocos sobrevivientes eucariotas, a las fuentes hidrotermales (Dios las bendiga!).

En el primer caso, irónicamente, el problema consiste en devolver la tierra a la normalidad. Con una capa de hielo de muchos metros de grosor, el agua habría quedado completamente aislada del aire, permitiendo así que el CO2 liberado por los volcanes se acumulara y, una vez alcanzada una concentración de 40 a 50 veces la actual (madre mía!), la tierra se descongelaría tan rápidamente como se congeló en un principio. En un océano no completamente cubierto, sin embargo, el CO2 se habría visto absorbido por el agua, aunque su concentración solo habría

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