La Guerra de los Cristeros

Marco Teórico:

La Guerra de los Cristeros fue un conflicto armado, desarrollado en la República Mexicana en el período que va de 1926 a 1929, derivado de la promulgación de la llamada «Ley Calles», que proponía limitar el culto católico en la nación. Sus principales protagonistas fueron el gobierno y las milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos.

Los antecedentes de esta guerra se encuentran en la promulgación de la Constitución de 1917, la cual establecía una política que negaba la personalidad jurídica a las Iglesias, prohibía la participación del clero en la política, privaba a las Iglesias del derecho a poseer bienes raíces e impedía el culto fuera de los templos.

Además, el 21 de noviembre de 1921 sucedió un atentado en la Antigua Basílica de Guadalupe, con el fin de destruir la imagen de la Virgen de Guadalupe, lo cual encendió la ira del pueblo católico mexicano.

Como último antecedente se encuentra la elección de Plutarco Elías Calles como presidente de México en 1925, el cual con apoyo de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), crearon la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, dotándola de recursos y medios para romper relaciones con el Vaticano.

El 24 de julio de 1926, con el apoyo del papa Pío XI, los obispos protestaron contra la ley pidiendo la suspensión del culto religioso a partir de su entrada en vigor, hecho que ocurrió el 31 de julio del mismo año.

Tres meses después, la Liga Nacional para la Defensa de las Libertades Religiosas (en adelante llamada solamente La Liga) inició un boicot contra el gobierno, pidiendo la abstención en el pago de impuestos y en el consumo de productos creados por el estado, causando grandes pérdidas económicas al país.

Ante las acciones contra la «Ley Calles», el gobierno decidió aprehender a quienes organizaran o participaran de ellas, por lo que la Liga decidió organizar un levantamiento armado, mismo que inició en enero de 1927 en Jalisco, dicho estado fue el principal foco de levantamientos, encabezados por Pedro Sandoval, el cual logró que todos los municipios se levantaran en armas dando inicio a la Guerra Cristera, expandiéndose este hecho a Guanajuato, Colima, la región de Los Altos, San Luis Potosí, Querétaro, Guerrero y posteriormente al resto de la República Mexicana.

El ejército Cristero se distinguía principalmente por su grito de batalla el cual era: «Viva Cristo Rey» y «Viva Santa María de Guadalupe». En su mayoría estaba integrado por campesinos, ex revolucionarios católicos, sacerdotes y laicos comprometidos con su fe. Era principalmente financiado por La Liga y por los católicos ricos de la capital mexicana.

Su contraparte, el Ejército Federal, era consustancial al gobierno de Plutarco Elías Calles, financiado por el erario público, su costo a la nación fue de 125 millones de pesos aproximadamente. La Iglesia y Los Cristeros fueron sus principales objetivos a destruir sin importar el costo.

Peleaban y fusilaban a Los Cristeros al grito de « ¡Viva Satán!» o « ¡Viva el Diablo!», a manera de burla a sus adversarios.

En cuanto a los lugares y batallas destacan las de Los Altos de Jalisco, Guanajuato, Guerrero, México, Morelos, Zacatecas, Durango, Colima y Michoacán, en los cuales no dista un lugar de otro el número de muertes, fusilamientos y desolación que se vivió en dichos lugares. El ejército Federal fusilaba y torturaba a todo aquel que defendiera la causa Cristera y se valía de cualquier medio para cumplir su objetivo.

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