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La Reconstrucción Nacional (Plutarco Elías Calles)


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  2.436 Palabras (10 Páginas)  •  713 Visitas

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La reconstrucción nacional (1920 – 1940)

Gobierno de Plutarco Elías Calles.

Política interna:

Heredó de Obregón el populismo y la política del gobierno fuerte cuyo objetivo era la reconstrucción nacional, pero lo superó en el logro de esa meta. La política de Calles estuvo encaminada a impulsar la reconstrucción nacional, por medio del establecimiento de un Estado fuerte, sustentado en la ideología populista y en el principio de la conciliación de clases.

El conflicto religioso.

La ruptura con la Iglesia católica:

La llamada “rebelión cristera”, la ruptura entre la Iglesia católica y el Estado mexicano. Esta situación se agravo a partir de 1920, debido en gran parte a que el lenguaje socialista de los discursos políticos alentaba a los grupos radicales de izquierda que pretendían “luchar contra el fanatismo”.

En febrero de 1925, los dirigentes de la CROM crearon una Iglesia católica cismática, es decir, separada de Roma. Mientras tanto, los gobernadores de Veracruz y Tabasco, radicalmente anticlericales, dictaron medidas para limitar las funciones del sacerdocio, decretando que los ministros de culto debían ser casados y mayores de 40 años. Como respuesta, en marzo de 1925 las juventudes católicas fundaron la Liga Nacional de Defensa Religiosa (LNDR).

El conflicto se agudizó después de las protestas publicas del arzobispo de México, José Mora del Río. Para Calles las circunstancias obligaban a tomar medidas extremas; el 14 de junio de 1926, fue expedida una Ley Adicional que publicada el 2 de julio siguiente, limitaba el número de sacerdotes a uno por cada 6 mil habitantes y se establecía que todos los sacerdotes del país tenían que registrarse ante el presidente del municipio donde oficiaran, pudiendo ejercer su ministerio solamente los que contaran con licencia del Congreso de la Unión o de los estados. Se reformaba además el Código Penal, fijándose sanciones o penas por violación a lo previsto por la Constitución en materia de cultos o de enseñanza. A la “Ley Calles”, como se le llamó, se integraron todos los decretos que habían sido expedidos por el gobierno en los meses anteriores.

En cumplimiento de dicha ley, fueron clausurados 42 templos en el país, así como las capillas de los asilos de beneficencia privada que estaban abiertas a culto público. Fueron cerrados 73 conventos, no se permitió a los sacerdotes extranjeros ejercer el culto y se expulsó a 185 de ellos. Los obispos tomaron la decisión de suspender el culto e hicieron gestiones ante el Vaticano para obtener la aprobación a dicha medida. El 24 de julio, con el apoyo de Roma, los obispos publicaron una pastoral colectiva anunciando la suspensión de los cultos tan pronto entrara en vigor la Ley Calles, el 31 de ese mismo mes. El 31 de octubre dio comienzo el boicot, el cual incluía principalmente la abstención del pago de impuestos y la reducción en el consumo de artículos producidos por el Estado. Esta medida, que tuvo graves repercusiones sobre la vida económica del país, hizo exasperar al gobierno, que ordenó la aprehensión de los organizadores y de todos los participantes en dicho movimiento. La liga creó un comité de guerra encargado de organizar un movimiento armado. El levantamiento estalló en enero de 1927 en Jalisco, y se expandió rápidamente por varios estados de la República.

Rebelión cristera:

La Cristiada (1927 – 1929), fue un movimiento estrictamente popular y apolítico en el sentido de que, aunque se dirigiera contra el gobierno, no pretendía desestabilizarlo y mucho menos destruirlo. Su único propósito era el salvaguardar el culto a la religión, causó muchas muertes y retrasó el proceso de reconstrucción económica que apenas se intentaba.

Entre los católicos que militaron en la lucha se distinguen dos sectores:

a) Los miembros de la LNDR, que no combatían en el campo de batalla y que en su mayoría pertenecían a la clase media.

b) Los cristeros que si utilizaron las armas contra el gobierno y eran casi exclusivamente de la clase campesina. Estos últimos se llamaron primeramente a si mismos “libertadores”, porque militaban en el Ejercito Nacional Libertador; y definitivamente “cristeros”, porque luchaban vitoreando a Cristo Rey.

Obregón decidió actuar como mediador en el conflicto, con la colaboración del embajador estadounidense Dwight W. Morrow. En enero de 1928, Morrow y el secretario general de la National Catholic Welfare Conference, Jhon Joseph Burke, promovieron un acercamiento entre el presidente y los obispos mexicanos; la solución del problema, retrasada por causa de conflictos políticos en el país, se dio el 21 de junio de 1929 con la firma de unos “arreglos” entre el gobierno y la Iglesia, los cuales no podían tener carácter oficial pues el gobierno no podía negociar con una institución a la cual no le reconocía personalidad legal. Sin ceder en ninguno de sus principios revolucionarios ni derogar ley alguna, el gobierno (encabezado por Emilio Portes Gil) concedió la amnistía a todos los cristeros que quisieran rendirse, ordenó la devolución de los templos y casas que no estuvieran ocupadas por alguna oficina de gobierno, y ofreció desocupar las demás en el menor tiempo posible.

La diarquía Obregón - Calles:

Obregón se mantuvo constantemente informado de la manera en que Calles gobernaba y llegó a intervenir en algunos asuntos de forma directa. Esto convirtió el poder ejecutivo en una diarquía, sobre todo a partir de 1926, cuando Obregón regresó abiertamente a la política, decidido a promover su reelección. La situación se hizo todavía mas difícil para Calles cuando Obregón y Morones se enfrascaron en una lucha abierta e irreconciliable, que muchas veces obligó al presidente a actuar como árbitro entre aquellos dos hombres que lo apoyaban, pero que también amenazaban su poder al luchar entre sí por la sucesión presidencial.

Reelección y muerte de Obregón:

La Constitución fue reformada en sus artículos 82 y 85 con el fin de legalizar la reelección y la prolongación del periodo presidencial a seis años. Álvaro Obregón resulto triunfador en las elecciones del 10 de julio de 1928, pero no habría de llegar a ocupar el poder ejecutivo por segunda vez, pues el 17 del mismo mes, horas antes de que se realizara la entrevista con el embajador estadounidense que se había ofrecido para negociar con el Vaticano, Obregón

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