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La Revolución Industrial Inglesa Y Sus Innovaciones Tecnologicas


Enviado por   •  30 de Junio de 2013  •  5.972 Palabras (24 Páginas)  •  376 Visitas

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La revolución industrial inglesa y sus innovaciones tecnológicas

1. Tecnología e innovación industriales

2. La industria textil

3. La máquina de vapor

4. La industria química

5. La industria siderúrgica

6. La cerámica y el carbón

7. Nuevos transportes

8. Bibliografía básica

Tecnología e innovación industriales

Los historiadores que se sienten más atraídos por el carácter re¬volucionario del cambio industrial, llaman la atención sobre la rápida mecanización y el crecimiento de la industria del algodón en las últimas dos décadas del siglo XVIII. Casi un siglo antes, sin embargo, y con sólo unos pocos años de diferencia, se hicieron otras dos innovaciones cuyo impacto podría considerarse todavía más fun¬damental para la industrialización, aunque tuvieron que pasar algunos años antes de que se advirtiera su importancia. Estas innovaciones fueron el proceso para fundir el mineral de hierro con coque, lo cual liberó a la industria del hierro de la dependencia exclusiva del carbón vegetal, y la invención de la máquina de vapor atmos¬férico, una nueva y poderosa máquina motriz que primero complementó y que luego acabó reemplazando a los molinos de viento y de agua como fuentes de energía inanimada.

La industria textil

El crecimiento de la industria de algodón se debió a razones de demanda como el aumento de la renta per cápita, el crecimiento de la población y los mercados externos, y de oferta como las innovaciones tecnológicas y nuevas formas de organización del trabajo.

El proceso de producción de telas consta de cinco pasos: hilar, tejer, lavar, blanquear y colorear. Los dos primeros son mecánicos y el resto son químicos.

La industria textil había adquirido importancia en Gran Bretaña ya en la era “preindustrial” con el sistema de putting-out. La manufactura de bienes de lana y de estambre era la de mayor importancia, si bien en Escocia e Irlanda, a diferencia de lo que pasaba en Inglaterra y Gales, predominaba el lino. En Inglaterra se obligaba por ley a enterrar a los cadá¬veres envueltos en sudarios de lana, mientras que en Escocia ese privilegiado estatus estaba reservado al lino. La industria de la seda, introducida en las primeras décadas del siglo XVIII, empleó fábricas y maquinaria accionada por energía hidráulica, a imitación de las italianas; la demanda de seda, no obstante, era limitada, debido a un alto costo y la competencia del continente.

Como la de la seda, la manufactura del paño de algodón era una industria relativamente nueva en Gran Bretaña. Introducida en Lancashire en el siglo XVII, probablemente por inmigrantes del continente, fue estimulada por las leyes de principios del XVIII. Al principio esta industria empleó los pro¬cesos manuales utilizados en la lana y el lino, usando, debido a la debilidad del hilo, la urdimbre de lino para producir un tejido llamado fustán.

Al ser nueva, la manufactura del algodón estuvo menos sujeta que otras industrias a las restricciones impuestas por la legislación estatal y los reglamentos gremiales y a las prácticas tradicionales que obstruían los cambios técnicos. Ya en la década de 1730 se intentó inventar maquinaria que ahorrase mano de obra tanto en el hilado como en el tejido. Las primeras máquinas de hilar no tuvieron éxito, pero en 1733 un mecánico de Lancashire, John Kay, inventó la lanzadera volante, que permitía a un solo tejedor hacer el trabajo de dos, lo que aumentó la presión de la demanda de hilo. Incorporada a los pequeños telares manuales rompió el equilibrio existente entre las operaciones de hilar y tejer –cada tejedor necesitaba ahora de un mayor número de hiladores.

Si ya antes eran necesarias cinco o seis personas hilando para mantener ocupado a un tejedor con los nuevos telares aumentó de manera notable la demanda de hilo. Hasta entonces el proceso de hilado se realizaba con la rueca o con el torno de hilar: el trabajador con sus manos o accionando un pedal hace girar una rueda que mueve un único huso donde se va enrollando el hilo.

En 1760 la Society of Arts se sumó al incentivo del mercado ofreciendo un premio para quien inventara una máquina de hilar que funcionara. En pocos años se inven¬taron varios dispositivos para el hilado mecánico. El primero fue la spinning- jenny, máquina de hilar de husos múltiples, de James Hargreaves, inventada en 1764 pero sin pa¬tentar hasta 1770. Era una máquina relativamente simple; de hecho, era poco más que una rueca con una batería de varios husos en lugar de uno. No requería energía mecánica y podía manejarse en una cabaña, pero permitía a una persona hacer el trabajo de varias.

Ante la nueva demanda de hilo la respuesta sería la máquina hiladora spinning-jenny que multiplicaba la capacidad de los hiladores, aunque aún utilizaba como energía la fuerza humana de los trabajadores.

La spinning-jenny, máquina de hilar que permite el manejo de varios husos, lo que multiplica la capacidad de hilado del trabajador. Sigue siendo una máquina que utiliza la energía humana más productivamente: antes el trabajador movía la rueda para accionar un solo huso. Ahora con el mismo esfuerzo el hilo se va enrollando en numerosos husos que pueden apreciarse en la parte inferior de la ilustración.

Probablemente el salto a un sistema industrial se dio con la invención de una máquina hiladora que utilizaba como fuerza motriz el agua, la llamada water frame patentada por Richard Arkwright en 1769. Arkwright, originalmente barbero y elaborador de pelucas, no fue probablemente quien lo inventó, siendo su patente a la postre, anulada, pero fue el innovador textil que tuvo más éxito como hombre de negocios. Como el bastidor de agua operaba con energía hidráulica y era grande y caro, condujo directamente a un sistema fabril que tomó como modelo el de la industria de la seda. Las fábricas, sin embargo, se construían casi siempre cerca de corrientes de agua en el campo o en pueblos pequeños, de forma que no redundaron en concentraciones urbanas de trabajadores. Por otra parte, como era la energía hidráulica la que accionaba la maquinaria, las primeras fábricas exigían relativamente pocos hombres adultos, cuya función era la de trabajadores cualifica¬dos y supervisores; la mayor parte de la mano de

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