La Tumba 7
gta5ycr724 de Febrero de 2014
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Águeda Robles
Oaxaca celebra hoy 80 años del descubrimiento que hiciera el historiador Antonio Caso de la tumba 7 de Monte Albán, uno de los hallazgos más importantes de América Latina por su contenido arqueológico.
El 9 de enero de 1932, tres días después de haber iniciado con la excavación el grupo de arqueólogos encabezados por Alfonso Caso descubrió un caracol marino, al que se había recortado la punta para formarle embocadura y convertirlo así en una trompeta; 36 cuentas de jade de dos colores diferentes, y tres orejeras del mismo material, pero no había restos humanos junto a estos objetos.
La Tumba 7 es una construcción funeraria de Monte Albán, se trata de un enterramiento célebre porque en su interior se encontró la mayor cantidad de objetos mesoamericanos hasta la fecha.
Aunque los zapotecos eran conocidos por sus costumbres funerarias que incluían el enterramiento de importantes personajes acompañados de ricas ofrendas de cerámica y objetos preciosos, el repertorio de objetos hallados por Alfonso Caso en Monte Albán era de índole distinta.
Numerosos eran los objetos de oro que se encontraron en el lugar, incluido algunos famosos pectorales de oro trabajados en técnica de filigrana, que son también piezas muy conocidas de la orfebrería mesoamericana precolombina. Entre estos se encuentran los pectorales del Dios de la Muerte y del Dios del Sol.
El estilo de estos objetos y otros asociados —cráneos esculpidos en cristal de roca, tallas en hueso, máscaras de turquesa, cerámica— era distinto de las características de los objetos zapotecos.
Esta tumba que descubrimos, es la que se conoce con el nombre de la Tumba 7 de Monte Albán, y es en la que hemos encontrado tan gran tesoro que la coloca en primer lugar entre todas las tumbas descubiertas en este Continente, relató Alfonso Caso.
Durante los últimos días de la primera temporada de exploraciones en Monte Albán, habíamos descubierto ya la situación del cementerio. Algunas tumbas saqueadas alrededor de la carretera que conduce de la ciudad de Oaxaca a la Plaza Mayor de Monte Albán nos habían revelado la riqueza de este lugar.
“Como era un sábado, día en que se pagaba a los trabajadores, había dejado al licenciado Valenzuela al frente de la exploración, para bajar a Oaxaca a recoger los fondos. Cuando subía acompañado de mi esposa, al llegar a donde estaba Valenzuela me dijo la palabra zapoteca ¡guelaguetza!, que significa “ofrenda” o “regalo”, y me colgó el collar de jade y me mostró la trompeta de caracol. Cuando descubrimos en Monte Albán el caracol y los adornos de jade que he mencionado, comprendimos que la tumba que había abajo debía ser riquísima”, comentó el historiador.
Quien fuera llamado uno de los primeros de la generación de 1910 también escribió: “continuamos entonces la exploración, practicando un pozo cerca del lugar de estos primeros hallazgos, y llegamos al piso de estuco del santuario; seguimos profundizándonos y pronto los picos, al chocar contra las piedras, nos avisaron, por el sonido que producían, que debajo existía un lugar hueco y que estábamos precisamente sobre el techo de una tumba. Pero antes de llegar a las piedras de la bóveda tuvimos que romper todavía una segunda capa de estuco”.
“A las cuatro de la tarde, del día 9 de enero, pudimos levantar una de las piedras que formaban la bóveda de la segunda cámara de la tumba, y por la estrecha abertura que quedó, usando una lámpara eléctrica, pude observar un cráneo humano y junto a él dos vasos, uno de los cuales me llamó poderosamente la atención, pues parecía barro negro extraordinariamente pulido. Era la copa de cristal de roca, que se veía negra por la tierra que contenía”, prosiguió.
Medimos entonces rápidamente Valenzuela y yo la longitud de la tumba para poder abrir otro pozo de exploración
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