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La experiencia musical


Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  Informes  •  413 Palabras (2 Páginas)  •  283 Visitas

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Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados» (Isaías 57: 15).

AMichael Torke, quien llegaría a ser un famoso compositor de música con-temporánea, le regalaron un piano a los cinco años y le asignaron una profesora. Le encantaba la música y había mostrado ya, a esa edad, un, talento extraordinario.

En cierta ocasión le dijo a su maestra:

—Me encanta la pieza «azul».

—¿Azul? —respondió confundida la maestra.

—Sí—contestó Michael—, la pieza en re mayor… El re mayor es azul.

—No para mí —replicó la maestra.

Ambos quedaron confundidos, pera sobre todo Michael, pues él imaginaba que todas las personas veían colores asociados con los tonos musicales. Michael tenía una condición llamada «sinestesia», en la que la estimulación de un sentido, en este caso el oído, afecta o activa un sentido diferente, en este caso la vista. Desde su niñez Michael había visto los tonos en colores establecidos que no cambian: sol menor es ocre o amarillo brillante; re menor, color grafito; fa menor, color terroso…

La experiencia musical de estas personas debe ser realmente interesante. En su libro Musicofilia, Oliver Sacks nos dice cómo describe Jacques Lusseyran la sinestesia que adquirió con su ceguera: «Cuando emitía un sonido en la cuerda del la, el mi, el sol o el do; ya no lo oía. Lo miraba. Tonos, acordes, melodías, ritmos, todo era inmediatamente transformado en imágenes, curvas, lineas, formas, paisajes y sobre todo colores [...]. En los conciertos, la orquesta me parecía un pintor. Me inundaba de todos los colores del arco iris. Si el violín tocaba un solo, de repente me llenaba de oro y fuego, con un rojo tan brillante que no había visto nunca. Cuando era el turno del oboe, un verde claro me invadía, tan fresco, que parecía sentir el aliento de la noche [...]. Veía la música y podía hablar su lenguaje». . .

Nunca pensé que el sonido y el color se pudieran mezclar de manera tan maravillosa. Tampoco pensé que Dios pudiera hacerse hombre para salvarme, pero lo hizo porque me amaba. Él hizo lo impensable para salvarnos. Cuando pienses que Dioses demasiado sublime para escucharte a ti, piensa en Jesús. Pídele en este día que te dé una vislumbre de su gloria, y que el gozo de su presencia desborde en tu corazón.

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