La formación del movimiento estudiantil de 1968 y su contexto social
alexs.espinosa5 de Diciembre de 2012
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Prólogo
Este semestre hemos avanzado en la clase de historia debido a que el profesor tiene la habilidad necesaria para llevarnos adelante, nos prepara para analizar las situaciones políticas y sociales. Nos ha dado un margen de análisis ante situaciones complicadas, nos ha dado las armas para pensar y para criticar los eventos que nos rodean.
Nuestro equipo, poco a poco se fue adaptando al método de trabajo de la clase. Al iniciar el semestre empezamos a formar equipos de 7 personas para así poder agilizar la clase.
Al inicio de semestre el equipo no se integraba completamente debido a que aún no nos conocíamos, conforme fue avanzando el semestre nos adaptamos casi perfectamente. En las entregas de trabajo nos dividíamos el contenido para así poder facilitar y agilizar la entrega del mismo, al final; si todos estábamos de acuerdo lo poníamos en forma. Así, es también como hicimos el trabajo actual.
Con ayuda de materiales didácticos como videos, periódicos, revistas y libros pusimos el formato de este trabajo.
Es así como este trabajo (y la mayor parte de los trabajos durante el semestre), ha sido terminado.
Introducción General
Esté trabajo trata de la masacre de Tlatelolco, decidimos hacerlo del mismo, ya que identificamos los movimientos actuales con el del 68.
Es una situación muy parecida a la actual, un gobierno de derecha, una mala forma de manejar las situaciones ante las manifestaciones.
El movimiento estudiantil de 1968 fue un movimiento social en el que además de estudiantes de la UNAM y del IPN, participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas en la Ciudad de México y que fue dispersado el 2 de octubre de 1968 por el gobierno mexicano en la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. El hecho fue cometido por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación convocada por el Consejo Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento. Según lo dicho por sí mismo en 19691 y por Luis Echeverría Álvarez, el presunto responsable de la matanza fue Gustavo Díaz Ordaz.
Debido a la acción gubernamental al pretender ocultar información, no se ha logrado esclarecer exactamente la cantidad oficial de asesinados, heridos, desaparecidos y encarcelados. La fuente oficial reportó en su momento 20 muertos, pero las investigaciones actuales deducen que los muertos podrían llegar a varias centenas y responsabilizan directamente al Estado Mexicano. El corresponsal de la BBC de Londres en México, Julian Petiffer, quien presenció los hechos, mencionó en un despacho noticioso 4 que "en una destacable demostración de estupidez, brutalidad, o ambas juntas, el ejército y la policía pasaron fuego de ametralladores por miles de manifestantes pacíficos y gentes que iba de paso por el lugar..." y estimó el número de estudiantes asesinados en (al menos) 200.
Capítulo I
Antecedentes
El México de 1968 es recordado fundamentalmente por la peor masacre estudiantil de que se tenga memoria. Sin embargo, para muchos de los que estuvieron ahí, aún falta mucho por contar sobre esa historia y su contexto.
Este capitulo habla de cuales fueron lo motivos iniciales del movimiento, cuales eran los ideales del mismo. Que era lo que defendían los estudiantes y que pretendían llegar a obtener del movimiento. Se analizan y describen los diferentes aspectos del momento.
La sociedad de aquel entonces no perdonaba la homosexualidad, el uso de anticonceptivos o la liberación sexual femenina. Las mujeres que eran abusadas podían, en el mejor de los casos, ser compensadas cuando su agresor se casaba con ellas. Las conclusiones generales al respecto señalaban el abuso sexual como la respuesta "natural" del hombre ante el "coqueteo" y la "provocación" de una mujer.
La sociedad de ese 1968, caracterizada por la burla, la represión y el morbo ante las desgracias ajenas, fue sacudida en octubre por un cobarde hecho perpetrado desde las altas esferas del estado mexicano, en contra de un número aún desconocido de estudiantes, y al que parece que la justicia no alcanzó.
Un pleito entre colegiales de dos escuelas en el Distrito Federal, fuertemente reprimido, puso de manifiesto que el estado, más allá de señalar o sancionar, estaba dispuesto a matar con tal de mantener el pretendido orden social que los jóvenes reaccionarios ponían en peligro.
"Hippies melenudos, minifaldas, drogas, comunismo, rock and roll y la maldita píldora anticonceptiva", eran una nueva realidad en la juventud del México del 68 que las autoridades querían “alinear” a toda costa.
El origen del conflicto
Luego de la pelea atajada por las fuerzas armadas, a principios de julio de aquel año, las movilizaciones estudiantiles continuaron. Algunas, para protestar contra la fuerte represión policial en la pelea. Unas más para celebrar la fecha simbólica de la revolución cubana. La segunda, una vez más, fue intervenida por fuerzas "del orden".
A partir de este momento, las confrontaciones fueron frecuentes durante los meses de julio, agosto, septiembre y el fatídico octubre.
Conclusión
Las autoridades han manejado a través del tiempo una serie de hechos brutales. Cuando se encuentran con un grupo de personas o algún movimiento, no saben como reaccionar ante el problema y recurren a la brutalidad extrema. Todo esto ocurrido en el sexenio de Días Ordaz. Quién al parecer se sentía orgulloso del hecho de “haber controlado la situación”. Lo único que provoco fue una masacre y no hubo ninguna solución, por el contrarío un problema.
Capítulo II
Represión a estudiantes
La fuerza y velocidad con que se desenvolvió la movilización sorprendió no nada mas al gobierno, si no al mismo movimiento. Todas las escuelas de la UNAM, el Poli, Chapingo e incluso muchas de las escuelas privadas en el DF fueron puestas bajo control de los comités de huelga formados a partir del decreto de la huelga indefinida. El apoyo de los trabajadores no tardó en llegar, los sindicatos democráticos como el SME o las corrientes sindicales que previos años atrás habían dado luchas por la democracia sindical apoyaron de forma entusiasta este movimiento. Sin embargo este apoyo no paso de ahí, un apoyo, cuando lo ideal hubiera sido la formación de un pliego petitorio único para engarzar la lucha conjunta de los trabajadores y jóvenes. El apoyo debió de convertirse en lucha única. La respuesta del Estado desde el primer momento fue la represión. La misma noche del 26 de julio se habló de mil detenciones, esto era el preludio de un trágico final. Sin embargo, como sucede en muchas ocasiones, la represión lo único que consiguió fue que el movimiento tomara más fuerza y que los estudiantes se levantaran como gigantes para contestar las agresiones. Esta dinámica de represión y resguardo, la necesidad de empujar la lucha más allá de los estudiantes y la necesidad de contra informar toda la basura que los medios de comunicación lanzaban contra el movimiento dio como resultante la necesidad de un órgano de dirección que pudiera ser el portavoz del movimiento. El CNH se conformó a partir de representantes elegidos por asamblea de cada una de las escuelas en huelga, este también tomaba las decisiones sobre los lineamientos a seguir del movimiento y además planteaba el punto de vista general de la lucha. La fuerza del movimiento a la violencia del Estado en más de un enfrenamiento dejó claro que los golpes no harían que la huelga terminara. Los estudiantes más jóvenes conformaban brigadas de información que en varias ocasiones, y bajo la presión de las circunstancias, se transformaron en brigadas de autodefensa. Los Comités de Lucha dieron muestras de valentía exquisita cuando en una plaza o en los camiones el ejército o el cuerpo de granaderos los quería detener. Pero el ejemplo más emblemático es la defensa que hicieron los jóvenes del Casco de Santo Tomás. Pocos minutos después de las seis de la tarde del 2 de octubre la Plaza de Las Tres Culturas se iluminó con dos bengalas, una verde y otra roja. La multitud volvió sus ojos al cielo y, casi en el mismo instante, comenzaron a oírse los primeros disparos. Cerca de 10 mil almas ahí reunidas, ancianos, jóvenes, niños, adultos, hombres, mujeres. Estudiantes, intelectuales, empleados y desempleados, todos, corrieron despavoridos hacia un lugar y otro. La desbandada fue general. Igual fueron los disparos que, como apunta Excélsior en su edición del jueves 3 de octubre, "surgían por todos lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que de la calle, donde las fuerzas militares en tanques ligeros y vehículos blindados, lanzaban ráfagas de ametralladora casi ininterrumpidamente... Unos trescientos tanques, unidades de asalto, yips (sic) y transportes militares tenían rodeada toda la zona, desde Insurgentes a Reforma, hasta Nonoalco y Manuel González. No permitían salir ni entrar a nadie, salvo rigurosa identificación".Según ese mismo diario, en la represión participaron cerca de cinco mil soldados y muchos policías, la mayoría de éstos vestidos de civil, que tenían como contraseña un pañuelo blanco envuelto en la mano derecha. Portaban ametralladoras y pistolas calibre 45, 38 y nueve milímetros. Y fue de ellas de donde salieron las balas asesinas, esas que dejaron un número de muertos que hasta ahora, cuando estamos por terminar el siglo no es posible precisar.
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