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La interacción cultural y la disolución del Imperio


Enviado por   •  18 de Febrero de 2018  •  Ensayos  •  681 Palabras (3 Páginas)  •  281 Visitas

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La interacción cultural y la disolución del Imperio

A lo largo del siglo V se produce una considerable penetración de las tribus provenientes del norte, oriundas de la región germana, las cuales incursionaban frecuentemente en el territorio imperial y saqueaban sus poblaciones. En poderosas oleadas migratorias, estos pueblos penetraron en el Imperio hasta que, en el año 476 ODOACRO, uno de sus reyes, se instaló en Roma. A la fecha citada se le suele considerar como el momento que decide la caída del Imperio romano de Occidente, aunque ello es un tanto relativo. Sabemos que los historiadores acostumbran fijar una fecha para ubicar de modo convencional, en un punto, una transición que no se produce abruptamente sino a la manera de un proceso. El Imperio, en efecto, comenzó a agonizar mucho antes de 476. Ya a principios de ese siglo las legiones romanas se retiraron de algunas áreas, como la Gran Bretaña. La penetración de los bárbaros era frecuente y se habían producido saqueos en Roma; su arribo a la llamada C i u d a d   E t e r n a mostraba ya las debilidades del Imperio y su incapacidad para proteger las fronteras.  Los propios romanos fueron permitiendo, mediante el pago de una determinada cantidad anual, que algunas de estas tribus se asentaran en sus dominios. Esta cantidad equivalía al pago de una especie de arrendamiento de algunas regiones del territorio imperial. Se dio así una amplia interacción cultural que habría de transformar las estructuras políticas entre los pueblos germánicos y los romanos. Los mismos integrantes de aquéllos eran reclutados para el ejército romano, al punto que algunos bárbaros —denominación que los romanos daban a estas tribus— habían sido para ejercer mandos militares en las fuerzas armadas de la ciudad. Los barbaros se integraban en el Imperio en un grado tal que algunos dirigentes germanos se convirtieron en funcionarios de Roma. Luego, no fue tan brutal e intempestivo el choque de los dos pueblos ni tan abrupta la caída del Imperio; por el contrario, se trató de un proceso lento de interacción cultural. En algunos casos, eran los propios jefes de las tribus los que pedían protección al Estado romano, que les otorgaba entonces una especie de reconocimiento oficial. Dichos jefes, precisamente por su carácter, se desempeñaban como intermediarios entre el Estado romano y sus propias tribus.

Es relativamente válido afirmar que el sistema de clientela se trasladaba, en cierta medida a los mismos pueblos, ya que las tribus tenían, por decirlo así, una relación de clientela con el Imperio. No era ésta personal, sino de todo el grupo: se le prestaban servicios al emperador a cambio de su protección. Vemos también aparecer aquí lo que más tarde va a constituirse en el elemento central del feudalismo: la idea de vasallaje, de dependencia de un señor, del cual se espera obtener protección. El feudalismo, pues, hunde sus raíces en los añejos sistemas de clientela personal, que ya conocían muy bien los romanos desde siglos atrás y que tampoco eran extraños a los pueblos germanos. Este proceso de transición que no de rompimiento total entre el Imperio romano, diluido a lo largo del tiempo, y las nuevas formas de organización social habrá de mezclar tradiciones e instituciones, tanto de los conquistadores germanos como de los romanos conquistados. Los germanos aportan nuevas costumbres, pero también lo cual nos interesa particularmente   adoptan los vestigios de las instituciones políticas de Roma, para su sistema de administración y de gobierno local. El concepto mismo de imperio no va a perderse a lo largo de toda la Edad Media y siempre existirá la pretensión de restaurarlo; pretensión que tuvo una ejecución parcial y efímera con el Imperio de Carlomagno II en el año 800. La idea de restablecer la unidad política del Imperio si bien no realizada en la práctica por lo menos dejaba viva la concepción de pertenencia a una gran unidad cultural heredera del antiguo Imperio romano, en la que la Iglesia también hizo su aportación, y que desde entonces constituye lo que actualmente llamamos la cultura occidental.

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