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La lucha revolucionaria


Enviado por   •  23 de Marzo de 2021  •  Apuntes  •  2.096 Palabras (9 Páginas)  •  66 Visitas

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La lucha revolucionaria, que dislocó la vida escolar, propició nuevas formas de aprender; el campo de batalla fue la escuela de primeras letras de muchos mexicanos. Los incipientes medios de comunicación, por su parte, operaron como un eficaz vehículo de educación informal.

Hacia finales del porfiriato las quejas de los maestros se multiplicaron, su salario estaba por debajo del de los jornaleros, soldados, herreros, carpinteros o plomeros vivían con grandes carencias, en habitaciones estrechas y mal iluminadas, en barrios pobres e insalubres, y en medio de un ambiente que poco ayudaba a su superación personal. Mal vestidos, peor alimentados; sin material de trabajo, seguridad social, vacaciones, jubilaciones, y laborando jornadas agobiantes, su rendimiento, entonces, era deficiente, durante los años de la lucha armada, el desorden económico agravó la situación, las autoridades educativas federales, y sobre todo las estatales, se esforzaron por mejorar las condiciones de vida del magisterio. Carranza, en su carácter de primer jefe, anuló la práctica de otorgar a los viejos maestros comisiones retribuidas que les significaban un ingreso suplementario

En 1916 se concedió a los educadores y maestros de primaria, normal, preparatoria y escuelas técnicas, una pensión vitalicia de retiro, que consistiría en el promedio mensual de los sueldos de los últimos cinco años de servicios. La nueva Ley de Educación campechana estableció aumentos de sueldo por años de servicio y pensiones vitalicias, sustituyendo la costumbre de recompensar sólo con premios honoríficos, Durante la gestión de Moisés Sáenz como director de Educación en Guanajuato, en 1915, se establecieron la jubilación de profesores, la pensión de los enfermos y se declaró un aumento de sueldo de 150% para que los maestros se dedicaran totalmente a la enseñanza y no tuvieran que buscar ingresos complementarios. 

La supresión de la Secretaría de Instrucción Pública y la municipalización de la enseñanza, el 13 de abril de 1917, echaron por tierra buenas intenciones y algunos logros, El 12 de octubre de 1918 más de 1 000 profesores de la capital acudieron al presidente Carranza, quien ofreció que el gobierno federal se haría cargo de sus salarios. Esta solución fue pasajera pues sólo unos meses después la Secretaría de Hacienda anunció que los maestros de toda la República

La precaria situación económica del maestro era a la vez causa y efecto de su endeble formación profesional. El gremio estuvo integrado durante años, por un alto porcentaje de personal empírico o improvisado, la creación de escuelas normales ocupó un lugar prioritario en la política educativa del porfiriato, las escuelas normales eran semejantes; casi todas contaban con una escuela primaria anexa y los estudios duraban cuatro años, ciclo que aumentó a cinco.

Durante los años de la lucha armada las autoridades estatales, a pesar de las convulsiones que vivía el país, siguieron alentando por todos los medios la formación de maestros y continuaron estableciendo escuelas normales y promoviendo conferencias pedagógicas. En 1917, cuando la supresión de la Secretaría de Instrucción hizo quedar a las normales de la capital bajo la jurisdicción del Distrito Federal.

Muchos maestros formados dentro de los ideales rebsamenianos tomaron parte significativa en la revolución, en nombre de la justicia y la libertad, según el intelectual porfirista, su condición revolucionaria fue consecuencia del resentimiento por el desprecio de la sociedad hacia su profesión, por su extremada pobreza y raquítico salario, que en los últimos años del porfiriato, la escuela mexicana de estas dos décadas hubiera tomado otro derrotero si muchos de sus protagonistas no hubieran sido actores en la lucha armada, lo que repercutió en su tarea cotidiana en las aulas y con frecuencia les replanteó su función en la sociedad.  Muchos maestros formaron parte del enorme contingente que apoyó al vasconcelismo y fueron los verdaderos constructores del sistema educativo popular de los años veinte y treinta, que por su originalidad llamó la atención en el mundo entero.

La literatura pedagógica o el periodismo fueron también refugio de los insatisfechos; varios pedían ayuda al régimen para fundar periódicos donde se difundiría, más activos y numerosos fueron los opositores de la dictadura, los llamados “precursores” de la revolución quienes desde principios de siglo comenzaron a impugnar al régimen.

Muchos maestros abandonaron las aulas y se levantaron en armas para combatir la dictadura, primero la de Díaz y después la de Huerta, tomando más tarde partido por el villismo, el constitucionalismo o el zapatismo, después de la lucha armada, fungió como secretario de Agricultura y Fomento en el gobierno de Alvaro Obregón, las escuelas normales fueron, en general, semilleros de revolucionarios.

La lucha de las maestras no fue menos importante ni menos arriesgada que la de sus compañeros. Fueron periodistas, enfermeras, correos y enlace entre los bandos; voceros de las reformas; fabricantes y contrabandistas de armas; redactoras de programas y proclamas, conocieron la cárcel y el exilio, se infiltraron entre las filas revolucionarias y expusieron su vida en el frente. A menudo fueron destituidas de sus cargos y perseguidas; tuvieron que huir, esconderse, disfrazarse o cambiar de nombre.

Las célebres María Gómez y Rosa Ñervo encabezaron la lista de las numerosas profesoras que integraron la Junta Revolucionaria de Puebla y que participaron en la campaña antirreeleccionista del estado, fabricaron y distribuyeron armas y municiones, fueron impresoras y correo de noticias y enlace entre los constitucionalistas y los zapatistas.

Otras maestras acompañaron a las tropas al campo de batalla; enseñaban a leer y escribir a las soldaderas y a sus hijos, organizaban a los civiles para proporcionar a las tropas ropa y alimento y promovían actos culturales a su paso continuaron acompañando a los campesinos y a los obreros en tareas que rebasaban sus estrictos deberes profesionales, después de la lucha armada, estuvieron a su lado como consejeros y aliados, guiándolos en la lucha por sus derechos y colaborando en la construcción de una nación más justa.

En la escuela racionalista cristalizaron inquietudes pedagógicas, educativas y sociales que se habían gestado desde mediados del siglo XIX, las propuestas de los pedagogos racionalistas influyeron en la definición del Artículo tercero de la Constitución de 1917 y en la Reforma Educativa de 1934, la educación fue una preocupación central de los utopistas del siglo XIX. No obstante, la heterogeneidad de sus metas, todos aspiraban a una sociedad igualitaria, que a su manera de ver implicaba profundas reformas al sistema educativo, para los utopistas, el trabajo productivo, la libertad y la voluntad del niño debían ser los elementos básicos de los métodos pedagógicos, en México, las aspiraciones a una sociedad igualitaria se vincularon con las modernas ideas pedagógicas, el movimiento obrero naciente se alimentó con ideas anarquistas y se robusteció con el descontento social y político.

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